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«El aumento de los acontecimientos climáticos extremos está poniendo en evidencia que el cambio climático no es algo a 20-30 años vista, sino que está afectando directamente a las generaciones actuales e incluso a generaciones que nunca pensaron que iba a influir en ... su día a día». Así de contundente se manifiesta el economista y profesor doctor del Departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Cantabria (UC), Ignacio Llorente, que dirige el curso que arrancó ayer en Suances bajo el título 'Acción por el clima'. «No es una cuestión de qué va a pasar cuando tomen el mando nuestros hijos, sino que es una cuestión de urgencia a día de hoy», avisa.
Su advertencia da a entender que esta situación ha pillado a la sociedad por sorpresa. «Esa sorpresa está relacionada con la 'justicia climática', un concepto que aborda cómo se reparten las responsabilidades de generar el cambio climático y cómo se reparten los efectos. Tanto en España como en otros países desarrollados veíamos los efectos en lugares lejanos. Lo que está ocurriendo en los últimos dos o tres años es que las inundaciones en Europa, los incendios de quinta generación en EE UU y las olas de calor y las sequías en el sur de Europa están afectando a nuestro día a día, y no está obligando a prestar más atención», razona. Todo ello en un contexto de permanente cambio, donde unas premisas quedan superadas por nuevas certezas. Es lo que sucede con la huella de carbono. «En un principio se relacionaba con el transporte y a día de hoy ha evolucionado hacia todo lo que es la cadena de producción», explica Llorente. Esta variación otorga al ciudadano un papel activo y decisivo. «Desde nuestro papel de consumidores responsables podemos llegar mucho más allá», constata el profesor.
El propósito de este curso que se desarrolla a lo largo de la semana en las instalaciones de El Torco es conocer proyectos de innovación que permitan luchar contra el cambio climático, además de proporcionar información sobre las fuentes de financiación y asesoramiento para llevar a cabo proyectos de I+D+I con la finalidad de incrementar la sostenibilidad de las empresas.
Precisamente la adaptación de las empresas hacia un entorno más sostenible colisiona en ocasiones con la rentabilidad. ¿Cómo se conjugan ambas aspiraciones? Tampoco aquí duda el experto. «Esta pregunta, junto a la reflexión de 'si solo aumenta un grado la temperatura', es una pregunta muy arraigada y que ahora mismo tiene una respuesta rápida y directa: las empresas que a día de hoy mantengan su preocupación por competir en costes, y no incluyan en su filosofía la sostenibilidad ambiental y social, están poniendo en peligro su futuro, no ya a largo plazo, sino a medio y corto plazo». Los indicadores parecen anticipar esta tendencia. «La economía va a evolucionar hacia modelos que no tengan solo en cuenta la rentabilidad, sino una sostenibilidad medioambiental, económica y social, no como opción, sino como estrategia de supervivencia», sostiene.
En este contexto, el papel de las instituciones resulta clave. «Su apoyo en términos de regulación, de ayudas para la adaptación, de respaldo a la formación, de entrenamiento, de acceso y disponibilidad de tecnologías sustitutivas, resulta esencial. No provocarán un cambio de la noche a la mañana, pero es esencial ese respaldo a las organizaciones para que el cambio sea progresivo y se puedan adaptar», puntualiza Llorente, que concluye subrayando la imperiosa necesidad de pasar a la acción: «El momento de actuar no es mañana, y las acciones de hoy pasan por el ciudadano de a pie».
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