El enemigo invisible
La gripe de ·
Ante la extensión de la epidemia, se intensifican la aplicación y el control de todas las medidas higiénicas, que las autoridades consideran claves para contenerla en un alto porcentajeSecciones
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La gripe de ·
Ante la extensión de la epidemia, se intensifican la aplicación y el control de todas las medidas higiénicas, que las autoridades consideran claves para contenerla en un alto porcentajeConscientes de que la pandemia no descendía y espoleados por las críticas que se les dirigían desde los periódicos, los responsables públicos intentaban atajar el mal como podían. Es decir, improvisando jornada tras jornada todo tipo de normas y teóricos remedios.
El Diario Montañés se ... hacía eco de algunas de esas medidas necesarias el viernes 11 de octubre del año 1918. Publicaba el siguiente texto: «Hasta hace pocos días las medidas de precaución adoptadas eran insuficientes. Por eso la prensa se vio en la necesidad de excitar el celo de las autoridades para que fuesen al mismo tiempo previsoras y enérgicas e hiciesen desaparecer los muchos focos de infección que en Santander había y que eran un constante peligro para la salud del vecindario. No queríamos ser alarmistas, pero sí previsores, entendiendo que la previsión era el mejor dique que podíamos oponer al torrente de calamidades que nos amenazaba y que nos sigue permanentemente amenazando. Otros muchos defectos quedan por subsanar. Las casas de dormir pueden considerarse cada una como un foco epidémico… Continúan las panaderas llevando descubierto por las calles el pan… La leche sigue permitiendo el alcalde que se venda adulterada… La limpieza de alcantarillas es deficiente… Bastante se ha hecho, no hay que negarlo, pero más falta de hacer. Hay tanto malo…».
Agobiados por las cifras reales y palpando la tremenda angustia de la población, los componentes de la Junta de Seguridad, cuyas decisiones tanto interesaban en la capital y por extensión en el resto de la provincia, volvían a reunirse para unificar criterios y aportar ideas. Este periódico reseñaba sus principales acuerdos: «En Santander se habilitarán, por el momento, tres hospitales. Uno el de Maliaño, otro en los almacenes cedidos por el señor Barandiarán en Cajo y el tercero han quedado comisionados los médicos señores Ballesteros, subdelegado del distrito del Este, y Celada, subdelegado del distrito del Oeste, para que busquen lugar a propósito».
La reseña de aquella reunión añadía: «El Ayuntamiento de Santander tendrá un puesto sanitario que se encargará de hacer cumplir las medidas de desinfección y aislamiento con todo rigor. Este nuevo organismo funcionará en Cajo y estará bajo la dirección del alcalde y de los inspectores municipales de Sanidad, los doctores señores Santiuste y Gómez Vega, estando incluido todo el personal de la sección de Higiene de este Ayuntamiento».
Además de permanecer muy atenta a su entorno, la ciudadanía también tenía interés por saber qué sucedía con el virus y sus consecuencias en otros lugares del planeta. Las noticias que llegaban a través de la prensa procedentes de Estados Unidos eran horribles. Ponían los pelos de punta. Intensificaban la desmoralización general. Como detallara ABC el 19 de septiembre de 2020 al recordar tan dramático episodio, las empresas de ataúdes se veían incapaces de atender la demanda. Conviene subrayar al respecto que antes de que estallara la 'gripe española' se estaban encargando de suministrar féretros para los miles de soldados fallecidos en la Primera Guerra Mundial, a la que le faltaba un mes para firmar la paz. «La desesperación que generó esa escasez llevó a algunos políticos a intentar tomar cartas en el asunto. Louis Brownlow, comisionado de Washington D.C., secuestró dos vagones de tren llenos de 270 ataúdes con destino a Pittsburgh y los redirigió al hospital de su ciudad bajo vigilancia armada para poder enterrar a sus muertos. Otras escenas dantescas se produjeron en otros puntos del país. Los sepultureros del cementerio New Calvary, en Boston, fueron vistos arrojando los cadáveres de los ataúdes a sus propias tumbas, para que estos pudieran usarse de nuevo. La Junta de Industrias de Guerra, mientras, ordenó a los fabricantes de ataúdes que fabricasen sólo los modelos más simples, deteniendo inmediatamente la producción de todas las variedades más elegantes, caras y lujosas. Y limitó sus tamaños», precisaba la información.
Por aquí, cada caso de contagio se analizaba a fondo. Sirva como testimonio esta representativa noticia publicada en El Diario Montañés. Procedía de Vega de Pas: «Se ha presentado también en este pueblo la epidemia, la que ha traído un individuo llegado de Pamplona». Así se levantaba acta del día a día sobre la pandemia en las poblaciones de la tierruca. Queda claro que ningún detalle, por pequeño que fuera, pasaba desapercibido ante los ojos de la ciudadanía. De manera especial si se detectaba la presencia de un forastero. Igual que sucede hoy, el miedo obligaba a extremar las precauciones. Todas parecían pocas. Lógico: el enemigo contra el que se luchaba era tan devastador como invisible.
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