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Poco antes de las diez y cuarto de la mañana, la hora de la pleamar de una marea con un coeficiente de 55, del local de la escuela de surf Los Molinucos (pegado a la rotonda de García Lago) salió un grupo de chavales con ... su monitor. Era un espectáculo verlos. Con sus trajes y las tablas bajo el brazo caminando descalzos por la acera mientras caía un chaparrón de campeonato y el temporal asomaba a los muros del paseo. Caminaban en ese momento justo al lado del letrero de Santander en el que se hacen fotos los turistas –cuando los hay, que ayer, desde luego, no–. Ellos, serían como una docena, engrosaron el enjambre que durante la mañana aprovechó las olas en El Sardinero. Muchos. Muchísimos. Más de cien de un vistazo. Los chavales sí que aprovecharon el día. Aunque no sólo ellos.
Los surfistas disfrutaron de una jornada de olas (aunque por la noche fueron más intensas) en un día de perros. A más de uno le llamó la atención los tres o cuatro que estaban pegados al muro, en la Segunda. Pero lo más espectacular era la vista al frente para ver al montón de deportistas 'pelearse' por la mejor posición. A eso dedicaron la mañana los paseantes que, cuando paraba de llover, se asomaron a las playas. Tal vez por ser festivo o tal vez por las ganas que hay de salir de casa a ver algo en este año demoledor, el caso es que –teniendo en cuenta el día que hizo–, en El Sardinero hubo cierto movimiento. Especialmente en la avenida de García Lago, camino del hotel Chiqui, y en el aparcamiento que hay pegado a la zona de El Camello.
Lo del coeficiente de la marea es un dato importante. No era tan alto como en las jornadas de temporales que causaron grandes destrozos –y un riesgo considerable–. Esos días pasaba de cien. Por eso, este martes no suponía tanto peligro como otras veces acercarse a ver las olas (con las precauciones lógicas, que el 112 se ocupó, con razón, de recordar). Algo de arena en el paseo marítimo y alguna chaqueta un poco mojada, como mucho. Allí el espectáculo era ese. Mirar a Mouro, a la zona del minizoo y los galeones de La Magdalena...
Por Reina Victoria lo que se veía era el azote del Cantábrico sobre El Puntal, que en estos días sufre y llega casi a partirse. Incluso, ya llegando a Puertochico, lo que más llamaba la atención era el doble tono de color de la bahía. La mitad marrón y la mitad, de un turquesa oscuro. Las redes sociales se han llenado de fotos de todo eso.
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