Un enorme patio de recreo

Con el tiempo todo y nada ha cambiado. El recinto en sí sigue siendo el mismo. Ahora está aún mucho más cuidado y, sobre todo, más equipado. En los días veraniegos en los que el calor aprieta con más fuerza, como el del pasado día 8, día de la visita -el más caluroso en Cantabria de la última década-, es uno de los mejores refugios naturales. Aun así, se masifica en exceso.

Es la hora de comer y aún es posible hacerse con alguna de las mesas libres que hay repartidas por el interior. Mantel de cuadros, platos naranjas de Duralex y olor a tortilla y filetes empanados. La vida plácida reflejada en este bodegón. Lo único complicado es conseguir que los más pequeños acudan a la llamada. Los columpios, que son prácticamente nuevos -los hay adaptados para niños con alguna discapacidad-, son un duro rival para la capacidad de convocatoria de los padres. «Como iba a hacer tanto calor decidimos venir aquí para estar más frescos a la sombra», cuenta una familia sentada antes de comenzar el almuerzo.

La hora del postre es la mejor. Antiguamente un carrito de los helados recorría toda la instalación. En la vecina Ontaneda el establecimiento Hermanos López sigue siendo de parada obligada. Junto a la N-623 se forman largas colas los viernes, sábados y domingos, que es cuando abren. «Sin duda, el helado de queso es el rey», relata un vecino que camina por la calle principal de la localidad. «Los fines de semana es una locura, la cola a veces es de infarto», apostilla. Muchos se acercan hasta aquí solo para degustar una de estas delicias.

Dentro del parque hay plantados cerca de mil árboles. Destaca una gran secuoya y un ciprés de Lawson, aunque también hay cedros, abetos, chopos y fresnos de grandes dimensiones. Una empresa privada ha instalado un parque forestal, de esos repletos de tirolinas y cables en forma de puentes a varios metros de altura. Muy seguro para niños y mayores, que en todo momento avanzan anclados a una línea de vida. Los trayectos están divididos en función de la edad.

También hay un bar-restaurante en el interior y se pueden alquilar bicicletas por horas. Porque la vía verde del Pas tiene en este parque su kilómetro cero. Santi y su familia veranean en Bárcena de Pie de Concha. Son de Granada. «Habitualmente buscamos recorridos fáciles para hacer en bicicleta con los niños», cuenta mientras baja al pequeño de la silla adherida a la bici en la que le transporta. Han pedaleado desde Puente Viesgo, donde comienza una de la partes más hermosas del recorrido. Son apenas doce kilómetros. Pero esperaban, debido al calor, darse un baño en el río. Está seco en este punto. Incluso el estanque del interior que hay en el parque. Las ocas y gansos buscan la sombra con el mismo ahínco que los humanos. Para darse un chapuzón en el río lo mejor es reemprender el camino de vuelta hasta localizar una zona del curso con más agua. Antes repondrán fuerzas sentados en un banco.

La vía verde no termina en Puente Viesgo, aunque para muchos sí. La senda continúa hacia la zona de Castañeda y Pomaluengo. En Sarón concluye el tramo peatonal. Luego se puede ir hasta la vecina Obregón donde otro camino exclusivo para paseantes y ciclistas permite llegar hasta El Astillero. En total, 30 kilómetros a los que hay que sumar otros tantos de vuelta.

Para los más avezados, el camino puede ampliarse hasta Santander por el carril bici que cruza la autovía por un puente a la altura del Centro Comercial Bahía.