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Cerca de un millar de personas acudieron este viernes al Palacio de Exposiciones de Santander para vacunarse con cita y sin ella. FOTO: DANIEL PEDRIZA | VÍDEO: PABLO BERMÚDEZ

El ensayo de la vacunación sin cita se queda a medias, con 129 dosis de las 200 disponibles

Los cántabros que respondieron a la llamada engrosaron la cola de los convocados a última hora de este viernes

José Carlos Rojo

Santander

Viernes, 10 de septiembre 2021

Había dudas, muchas. Nadie confiaba este viernes del todo en que funcionara el plan piloto puesto en marcha por Sanidad en El Sardinero para vacunar a 200 personas, sin cita previa y en tan sólo dos horas. Una fórmula nueva que surge del afán por alcanzar pronto ese ansiado 85% de la población inmunizada; y los agoreros acertaron, porque efectivamente se quedó a medias. Apenas se pusieron 129 de los dos centenares de dosis previstas.

Hubo varios candidatos a los que hubo que echar para atrás. Acudieron los que esperaban recibir una segunda dosis; pero en este caso era sólo para la primera. Quienes no estaban empadronados en Cantabria, que tampoco fueron pinchados. También fueron al Palacio de Exposiciones, que acogió la cita, menores no acompañados y sin consentimiento paterno, y alguno que tenía menos de 12 años; y en ninguno de los dos casos pudieron vacunarlos. Incluso apareció quien no había esperado un mes tras superar el covid, una norma que debe cumplirse por estar bien clara en los protocolos de inmunización. Muchos de estos se marcharon enojados; protestando por la falta información sobre todas estas condiciones. Fueron la cara opuesta de los 129 que sí aprovecharon el día para resolver el trámite del pinchazo.

«Puedo venir porque ya tengo 12 años y así no tengo que preocuparme del covid»

Oscar Corral | 12 años

«Me parece una idea estupenda porque así podemos venir todos los que no hemos tenido oportunidad antes», contó Mateo de Miranda, de 17 años. A él lo llamaron hace semanas pero no pudo acudir porque era pleno verano y estaba ocupado. «Ahora he aprovechado esta oportunidad. Es muy cómodo y así me voy despreocupando un poco. Empiezo el curso más seguro y además puedo salir con algo más de tranquilidad con mis amigos», justificó mientras se sostenía el algodón sobre el pinchazo.

Como él, fueron muchos los adolescentes entre 12 y 20 años que este viernes han respondido a la llamada de Sanidad y que no precisaron de ningún trámite previo para hacer cola a la espera de la primera dosis de Pfizer. Tantos que este nuevo sistema de vacunación, que además se mezcló con el operativo habitual de cita previa en el Palacio de Exposiciones en una fila interminable, obligó a adelantar veinte minutos la apertura de puertas, que estaba prevista para ambos colectivos a las seis. Fue una medida adoptada para evitar colapsos, pues pocos minutos antes de esa hora una patrulla de la Policía Nacional acudió al lugar para velar por la seguridad de un evento que se estaba convirtiendo en multitudinario porque este viernes al Palacio de Exposiciones acudieron cerca de un millar de personas para pincharse con cita y sin ella.

«No han informado bien. No sabía que si no eres cántabro, no te vacunan»

Precious Uzamere | 25 años

«Lo malo que veo es que parece que somos muchos y no sé si esas 200 dosis van a dar para todos», protestó Thalía Barrul, gallega de 20 años tuvo que volverse para casa tal y como había venido porque no estaba empadronada en Cantabria. Lo mismo le sucedió a Precious Uzamere, barcelonés de 25 años y jugador de baloncesto. «No han informado bien. Pensé que podía venir todo el que quisiera y ahora resulta que si no eres cántabro, no puedes», lamentó. «Esto está mal. Deberían cuidarlo más porque es un problema que un jugador como yo no pueda vacunarse por ser de otra comunidad».

Héctor Díaz, de 18 años, pensó que podía ponerse el segundo pinchazo de Pfizer. «No sabía que sólo era para el primero», lamentó. «Tenía cita para ponerme el segundo ayer, jueves, y no pude venir. Por eso probé suerte hoy». Dejó su número de teléfono, su DNI y su nombre en el listado de quienes serán avisados para más adelante.

Una de las mujeres vacunadas este viernes en el Palacio de Exposiciones de Santander. daniel pedriza

En el borde de la franja de edad permitida estaba Oscar Corral, con 12 años justos. «Puedo venir porque ya los he cumplido. Y estoy muy feliz porque no tengo miedo a las agujas y así ya no me tengo que preocupar más del covid», aclaró con elocuencia.

Entre la masa de juventud, también asomaron algunos rostro más veteranos;aunque fueron los menos. María Jesús Gómez, vecina de la Cavada, tiene 60 años y había rechazado la vacuna hacía meses por miedo a los efectos secundarios. «No me hacía ninguna gracia AstraZeneca. Pero ahora que puedo venir sin cita a ponerme Pfizer, he accedido», contó.

Dudas sobre la reedición

Por la mañana en Sanidad se hablaba con cautela sobre esta prueba. No se descartaba que todo quedara en una anécdota, en un intento. Ahora, con las cifras en la mano, la Consejería estudiará si merece la pena volver a hacerlo. «Lo primero que hay que hacer es estudiar el resultado que ha tenido y pensar cómo, dónde y cuándo puede volver a hacerse, si es que merece la pena», explicó Celia Gómez, gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS).

No es una idea nueva. Ya se había llevado a cabo en otras comunidades. En Andalucía, por ejemplo. «Allí lo iniciaron con 400 dosis y en algún caso no las cubrieron. Por eso nosotros procuramos ser conservadores y nos limitamos a las 200 de hoy».

«No me pinché antes porque me ponían AstraZeneca y prefiero que sea Pfizer ahora»

María Jesús Gómez | 60 años

Intentarlo era necesario. «Sobre todo con las franjas de personas más jóvenes nos estábamos dando cuenta de que no llenábamos las agendas de vacunación y por eso era imperativo idear nuevas fórmulas para ver si de alguna manera, tal vez poniéndolo así de fácil, podíamos ir completando la inmunización», detalló la responsable del SCS.

Una de las preguntas recurrentes en los dos puestos de vacunación fue la misma: ¿Por qué no pudo acudir anteriormente a vacunarse? «Necesitamos recabar información. Saber qué es lo que está fallando», explicó Gómez. «Estimamos que es la falta de información. Todavía está muy generalizada la creencia de que hay efectos secundarios. Necesitamos explicarle bien a la gente cómo funcionan las vacunas y sus beneficios y saber si está fallando algo a nivel administrativo o a cualquier otra escala».

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