Secciones
Servicios
Destacamos
Al periodista Juan González Bedoya (Tollo, Vega de Liébana, 1945), le gusta que se «sobrevaloren» los artículos que, bajo el título genérico de 'Sin Mala Intención' publicó en su etapa como director de la extinta 'Hoja del Lunes'. Ese periodo, entre 1975 y 1981, coincidió ... con los años en que se gestó la autonomía de Cantabria, y González Bedoya puede reclamar para sí una parte de aquel mérito, aunque nunca formara parte del elenco de protagonistas oficiales.
Esta tarde, con el patio del Parlamento de Cantabria como escenario, explicó su papel, y el del periodismo, en aquel acontecimiento histórico. Su intervención, 'Hacia la autonomía sin mala intención', inauguró las conferencias aniversario, dentro del programa de actos con que la Cámara regional conmemora la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma.
«Periodismo es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente», una definición tan válida en 1975 como ahora y que, junto a una serie de «mandamientos» –contar la verdad, ser independiente respecto a aquellos de quienes informa, ejercer un control independiente del poder y ofrecer un foro público para la crítica y el comentario–, marcó la forma de trabajar y los contenidos de 'La Hoja'.
«Estamos a mediados de 1975. Franco no ha muerto, pero se va muriendo», un momento en que «España es un revoltijo de nervios, de miedos, de ilusiones». «Ya no había censura previa, pero persistían los poderes fácticos (así los llamábamos). Había multas. Se cerraban periódicos por decisión gubernativa. Nos ponían bombas. Quemaban nuestros coches. Ardían librerías. Corríamos riesgos. El poder seguía creyéndose omnipotente. En las calles había atentados y detenciones...».
Fue en ese tiempo cuando 'La Hoja' apostó por hacer periodismo «sin censuras, sin ataduras, sin miedos», urdiendo una red de complicidades que le permitió caminar por esa senda tan arriesgada. «Eran nuestra fuerza: políticos, profesionales liberales, escritores, poetas..., es decir, la sociedad civil, cultural y económica de la entonces provincia de Santander». «Con esos mimbres tenía yo la seguridad de que podíamos emprender cualquier batalla y ganarla, incluso la de la autonomía uniprovincial». «Me entusiasmé con el eslogan que se gritaba en las manifestaciones durante la agonía del franquismo. Lo recuerdan, claro: 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'».
Con ese objetivo, y para preparar el terreno, el periódico empezó apuntando a las razones económicas e históricas que constituían la base de ese proyecto regional. González Bedoya reconoció el trabajo de Miguel Ángel Revilla, entonces director de banco, que llegó a publicar cerca de sesenta artículos «en los que demostraba con cifras irrefutables como el salto hacia atrás de nuestra región no tenía igual en España». José Luis Casado Soto y Rogelio Pérez Bustamante, entre otros colaboradores, pusieron en pie «la idea fuerza de un proyecto regional, es decir, el nombre, la historia, una personalidad propia, etc.».
Para González Bedoya, la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) resultó fundamental «en los primeros años de combate por la autonomía, al menos hasta que Revilla decidió en 1978 crear el PRC». Por allí pasaron Justo de las Cuevas, Leandro Valle y Ambrosio Calzada; los torrelaveguenses Manuel Rotella, José Luis Oria, José Somarriba y José Gutiérrez Portilla, y decenas de dirigentes de toda la provincia. «El lanzamiento se tituló 'Manifiesto de los Cien', publicado en 'La Hoja' el tercer lunes de marzo de 1976». Tanto entusiasmo casi le costó el puesto en el periódico... y a Revilla en el banco «por presiones de Emilio Botín, el abuelo de la actual presidenta del Santander».
«No me gustaría que pensaran ustedes que les estoy contando batallitas del abuelo Cebolleta. Repasando en los últimos días la colección de 'La Hoja' en esos años, me he reafirmado en el desagrado con que escuché a dirigentes de Podemos despreciar la transición para restarle importancia, valor y riesgos. En el recuento, hay más momentos malos que buenos, pero lo que ha importado es el final. La Transición, con mayúscula, fue, globalmente, un éxito, un enorme éxito. Quien lo niegue, o es un malvado, o es un ignorante. La transición que yo les cuento aquí, es decir, el camino hacia la autonomía de Cantabria, fue también un éxito, pese a los incontables estorbos que tuvimos que superar».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.