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Cuando uno llora la muerte de un ser querido al que ni siquiera ha podido acompañar en sus últimas horas o recibe esa temida llamada de teléfono desde el hospital para informarle de que su familiar aislado ya no responde al tratamiento porque el coronavirus ha tumbado a sus defensas, no hay cifras ni datos epidemiológicos que sirvan de consuelo o mitiguen ese dolor. Vaya por delante esa reflexión antes de analizar las gráficas de la evolución de la epidemia en Cantabria, donde el Covid-19 ha matado a 64 personas y aún está poniendo en aprietos la curación de otras 47, que son las ingresadas en las Unidades de Cuidados Intensivos (35 en Valdecilla y 12 en Sierrallana).
Cierto es que los hospitales han notado un leve respiro a medida que ha ido avanzando la semana. Las urgencias con síntomas de infección respiratoria han bajado (suponen un 70% del total, cuando no hace tanto eran el 90%) y el número de ingresos ha descendido por tercer día consecutivo hasta situarse en los 330, que es el dato con el que se cerró el jueves (el balance oficial de Sanidad se da siempre al día siguiente). Pero no hay que olvidar que esta ha sido también la semana más negra en fallecimientos: 37 en cuatro días. Y si se levanta la vista al resto del mapa nacional, las cifras son tan escalofriantes (casi 11.000 muertos, y subiendo) que sirven para recordar que no se puede bajar la guardia. «Tenemos dos datos esperanzadores: van disminuyendo los casos positivos (53 ayer) y el número de altas supera al de ingresos», destacó ayer el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, «pero esto no quiere decir que hayamos superado la enfermedad. Son buenas expectativas que esperemos que se consoliden en los próximos días». Eso indicaría que se ha llegado al pico máximo de contagios y que a partir de ahora se empezaría a dibujar la curva de descenso.
Precisamente, los últimos datos de evolución que maneja el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Salud, sitúan a Cantabria entre las ocho comunidades que empiezan a ver la luz al final de este túnel de incertidumbre excavado de forma vertiginosa y profunda por este enemigo invisible y altamente contagioso llamado Covid-19.
De hecho, la región habría pasado de ser la que más crecía en contagios (ocurría hace poco más de una semana en la comparativa autonómica del nivel de transmisión del virus) a, según los cálculos de dicho informe, a ser de las primeras que puede decir que la epidemia empieza a remitir. Una afirmación que hay que coger con suma cautela, como defienden los expertos, puesto que esa contención se ha conseguido con unas medidas restrictivas severas que, de no seguir respetándose, pueden desencadenar peligrosos repuntes de la enfermedad. Una posibilidad que está ahí, presente, mientras lo siga estando el coronavirus, que parece que ha venido para quedarse.
El informe del Carlos III basa su estudio en lo que se conoce como número reproductor básico (RO), que mide la tasa de contagio. En el conjunto del país, esa cifra es de 1,05, lo que indica que cada nuevo infectado transmite el virus a una persona. En este momento, Cantabria registra el nivel de contagio más bajo de España (0,72), solo por detrás de Extremadura (0,68), y seguida de otras seis comunidades que también han conseguido colocar esa cifra por debajo de 1, el primer indicador del principio del fin de la epidemia: Murcia, Baleares, Canarias, País Vasco, Asturias y Navarra.
El último recuento de casos positivos en la región señala que ascienden a 1.321. Restados los fallecidos y los que han superado la enfermedad (por primera vez son más los segundos), las personas que están en pleno proceso de infección respiratoria por Covid-19 son 1.183, entre ellos 147 profesionales sanitarios. En ese conjunto se incluyen también los 247 afectados detectados en las residencias de mayores, el foco más sensible de esta epidemia. La edad media de los fallecidos en Cantabria es de 82 años.
Entre los diagnosticados a través de la prueba de microbiología (no hay que olvidar que la epidemia tiene otra cara oculta sin cuantificar), hay 853 que permanecen de aislamiento en sus casas. No obstante, los profesionales de la red de Atención Primaria realizan el seguimiento de unas 5.000 personas que comparten los mismos síntomas, aunque la mayoría de ellos no han tenido acceso al test, limitados a los pacientes hospitalizados o con criterios de ingresos -también para aquellos que acuden por causas diferentes al coronavirus, para descartar la infección antes de entrar en el circuito hospitalario-, así como al personal sanitario y sociosanitario, y al resto de profesionales esenciales, como policías, guardias civiles, bomberos, farmacéuticos...
Desde el inicio de la epidemia, en Cantabria se han realizado casi 8.000 pruebas, de las cuales el 17% han resultado positivas. Todas las muestras se remiten al laboratorio de Microbiología de Valdecilla, que concentra todo el proceso diagnóstico y desde hace un par de semanas cuenta con el apoyo del laboratorio instalado en el Idival, lo que ha permitido aumentar su capacidad.
En los últimos tres días ha descendido el número de hospitalizados hasta los 330 actuales, de los cuales 191 se encuentran en Valdecilla (35 en UCI), que ya ha derivado a Liencres a otros 11 pacientes con buena evolución clínica, que precisan estar aislados y no lo pueden hacer en sus domicilios o requieren control de otras comorbilidades. Los demás hospitales también han reducido sus cifras de ingreso, siendo llamativo el caso del Hospital de Laredo, que comenzó la semana con 66 casos y llega al viernes con menos de la mitad (30). De hecho, al crecer la disponibilidad de camas no ha necesitado utilizar aún el área de prealtas recién inaugurado, con 15 plazas. No obstante, pensando en el pico de ingresos que aún puede desencadenarse a lo largo del mes de abril, el hospital pejino ya se ha dotado de cinco puestos para pacientes críticos en el área de reanimación. Hasta ahora, la carencia de UCI obligaba a Laredo a derivar a Valdecilla los enfermos con complicaciones.
En Sierrallana, los pacientes Covid-19, que llegaron a ser 112 en el informe de situación publicado el martes, han bajado a 87, de los cuales 12 permanecen en la UCI. Este último dato es el que más preocupa a la Gerencia del centro, que ha tenido que derivar las cirugías a la clínica Mompía para poder aprovechar los respiradores de sus quirófanos y habilitar cuatro puestos más para pacientes críticos. Tres Mares, por su parte, cuenta con 11 pacientes ingresados. Y si se cumplen los pronósticos, este fin de semana, que se cumplen los 14 días desde el primer pico de contagios en Cantabria, traerá consigo una notable subida de altas.
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