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Habrán escuchado mil chistes. Esos de '¿sabes cuál el colmo de...?'. Pues lo que pasó el viernes encaja en uno. Venir de apoyar una potente oferta de promoción del Año Jubilar en Fitur, en Madrid, de invitar a venir a Cantabria, y quedarse tirado en ... el tren de regreso por un fallo en los frenos. Tres horas parados y final del viaje en autobús. Lo que les ha pasado a miles de cántabros en los últimos años, les pasó esta vez igualmente a consejeros (la de Economía, Ana Belén Álvarez), alcaldes (Puente Arce, Ribamontán al Mar, Villaescusa...) o representantes de los partidos (Félix Álvarez, de Cs), entre otros. Hasta a Revilla le ocurrió una vez. Cogió el tren para ir a la investidura de Mazón como diputado y la catenaria le hizo echar pie a tierra en Bárcena. A eso hay que sumar que la ruta en avión con Madrid no pasa por su mejor momento. La oferta es sensiblemente peor que antes de la pandemia y las cancelaciones en los últimos meses han dado qué hablar. Y a eso, cuando toca -aunque en este caso no esté en manos de nadie-, se une la nieve en la A-67. El caso es que, por seguir con los chistes -o con los cuentos, en este caso-, lo de las comunicaciones con Madrid desde Cantabria es como el de la buena Pipa.
La lista de incidencias con el tren es larguísima. La catenaria (lo que más), los frenos, el atropello de un corzo, la avería de trenes de mercancías... Todo, teniendo en cuenta que no es un viaje especialmente corto. Hoy, por ejemplo, la horquilla en los diferentes horarios entre Santander y la capital supone trayectos de entre cuatro y casi seis horas si se cumple lo previsto (y viajando a Chamartín, no a Atocha, que sería más). Eso, sin meterse a valorar el servicio de Cercanías. «Es normal que nos aticen, no estamos dando ni buen servicio ni de calidad. Hasta es poco lo que nos dan, si tenemos en cuenta el nivel ofrecido», comentaba a ese respecto Javier González Villoria, gerente de Servicio Público de Renfe para Cantabria y Asturias en una entrevista con este periódico hace ahora un año.
Un lento regreso de Fitur. Un «fallo en los frenos» del tren obligó a un viaje rocambolesco a los que regresaban el viernes.
No libra ni Revilla La catenaria: parados en Bárcena de Pie de Concha. El PRC iba a la investidura de Mazón.
Se cruzó un corzo. Cuatro horas parados en junio del año pasado por la avería tras atropellar al animal.
Los Reyes dejaron carbón. La misma mañana de Reyes de este año, en Campoo. Hubo que tomar un regional a Valladolid.
Tres averías en cuatro días. Enero de 2022 fue un calvario. Tres averías en cuatro días. Y antes de acabar el mes, otra.
No se puede aquí, sí allí. Se cancelan dos vuelos y los mismos aviones se usan en otras rutas.
Cuando el viento sopla... Cuando hay viento, una de las cancelaciones más frecuentes es el vuelo a Madrid.
Ayer mismo, retraso. El vuelo que este lunes debía salir a las 0900 horas acabó despegando a las 11.22.
Los ingleses del ferri. La nevada sepultó los coches de 400 viajeros (casi todos ingleses) en Pozazal. Febrero. 2015.
Durante unas obras. El hundimiento de un carril en Barreda cerró la A-67 en julio de 2019 y colapsó el tráfico.
En el avión, pese a una mejora de los horarios desde noviembre, la oferta no ha recuperado los niveles de 2019. El jueves, por ejemplo, sólo hay dos salidas a Madrid. Y causó mucho resquemor que hasta en tres ocasiones -dos con Iberia (noviembre de 2021) y una con Air Nostrum (julio de 2022)- vuelos programados en la ruta cántabra se cancelaron y, a base de reajustes sobre la marcha, los aviones se utilizaron en otras rutas.
Enrique Conde | Ceoe-Cepyme
Jesús tortosa | Cámara de Comercio
Eduardo García | Asociación de agencias de viajes
«Este es uno de los asuntos clave y no nos lo podemos permitir. Si esto sucediera en el País Vasco, me pregunto si estaría o no solucionado. Entiendo que no pintemos nada, pero es que esto pasa de castaño oscuro». La valoración corresponde a Enrique Conde, presidente de CEOE-Cepyme. Señala efectos evidentes en el turismo, las inversiones y, en general, en la competitividad de las empresas y de la región entera. «Lo del otro día en Fitur es la gota que colma el vaso. Venir de hacer una promoción turística y quedarse tirado. La competencia entre comunidades y entre empresas es brutal. Si no conseguimos algo fundamental como poder venir o irte, lo demás tiene poco interés». Para Conde, «hay que exigir soluciones». «Y no para el año 2040. Para ya».
Tanto Eduardo García (de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo) como Jesús Tortosa (de la Cámara de Comercio) entran en detalle en las tres opciones para ir a Madrid. La carretera, bien. Coinciden. Nevadas o accidentes. Poco se puede hacer ahí «y la situación geográfica es la que es». Pero sí que hay margen de mejora en las otras dos vías.
«Partiendo de las complicaciones para reducir tiempos teniendo en cuenta que hay que salvar un desnivel importante, problemas como los de la catenaria hay que solucionarlos», señala García, que va a más al hablar de conexiones aéreas. «Ciertamente mejorables», apunta. «No puede ser que tengamos una buena conectividad con distintas ciudades europeas (algo bueno, que debe mantenerse) y que sea tan justa con Madrid o Barcelona. Somos un aeropuerto con mucha demanda de vuelos a Madrid. Yo sería partidario de más conexiones diarias, a distintas horas, con aviones pequeños, ajustados».
Tortosa recuerda que el daño es menor en época estival. Hay menos inclemencias vinculadas al tiempo y mejores conexiones. «Pero no podemos basarnos sólo en esto. Lo hemos 'egotizado', hemos hecho nuestro el problema y lo damos por hecho. Como algo normal, y perdemos mucha competitividad». Habla de conexiones ferroviarias deficitarias, de trenes antiguos. «Son equivalentes a los que en el País Vasco donan al Sáhara». Y recuerda que, «si queremos ser competitivos, debemos tener servicios equivalentes». «Si queremos primera división, primera división en todo». En los vuelos, a su juicio, sería necesario ampliar la oferta. Pero, de no ser posible, «al menos que respondan a lo que se necesita». Reubicación, ajuste. «Dar prioridad al primero de la mañana y al último de regreso. El de la mañana va lleno. Uno a mediodía, al 30%».
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