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Eran poco más de las seis de la tarde cuando el Centro de Gestión de Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria activó este domingo el operativo de rescate en cuevas. Sin noticias de los cuatro espeleólogos portugueses que a media mañana del sábado ... se habían adentrado en la cueva Cueto-Coventosa (Arredondo), los servicios de emergencia debían tomar una decisión. Sobre las diez de la noche, un jefe de equipo y tres socorristas se enfundaban en sus trajes de faena y se adentraban en las entrañas de la cavidad. «Si hay suerte, en cuatro o cinco horas estaremos de vuelta», aseguraba Martín González Hierro, jefe del Equipo de Espeleosocorro de Cantabria.
Los cuatro espeleólogos, pertenecientes a un club de montañismo portugués, habían llegado a Cantabria el viernes con otros tres compañeros, dos chicas y un chico, que finalmente decidieron no hacer el recorrido y que esperaban con ansia buenas noticias. Los cuatro deportistas se habían adentrado en la cavidad por Cueto a las once de la mañana del sábado. Nada hacía suponer que las cosas pudieran torcerse, así que los tres pasaron un buen día en la zona y pasaron la noche en el albergue de Rocío, en donde anoche trataban de insuflarles ánimo. Sin embargo, a mediodía de este domingo, cuando vieron que no regresaban, decidieron acudir en su búsqueda. Entraron por Coventosa esperando encontrarlos cuando el agua acumulada en la zona de los lagos hizo imposible continuar la marcha. Poco después, sobre las cuatro y media de la tarde, dieron aviso al 112. A partir de ese momento, la maquinaria se puso en marcha.
Efectivos de Equipo de Espeleosocorro de Cantabria, técnicos de la Dirección General de Interior del Gobierno de Cantabria, agentes de la Guardia Civil y voluntarios de la Agrupación de Protección de Civil de Arredondo ocuparon el Puesto de Mando Avanzado (PMA) de la zona.
«Creemos que puede estar bloqueados en la zona del lago Tirolina. Los socorristas entrarán con el equipamiento adecuado y aletas largas para salvar los dos kilómetros río arriba que les llevarán al otro lado. Si hay suerte, en cuatro o cinco horas estarán de vuelta», aseguraba Martín González, poco antes de que su equipo se perdiera en la oscuridad de la cueva.
Tanto él como el resto de los expertos que integran el operativo de rescate, coinciden en que lo más probable sea que el agua caída durante el día había elevado no menos de tres metros el nivel de agua en la zona de los lagos. También, en que los espeleólogos son expertos, estaban bien equipados y, aunque es la primera vez que visitan la cueva cántabra, lo han hecho perfectamente informados. «Esta misma semana nos llamaron pidiendo consejo. No era previsible que cayera tanta agua. De hecho, un equipo nuestro hizo la travesía dos horas antes sin ningún problema», explicaba González, confiando en que la lluvia, que aún caía levemente en la zona a la hora de iniciarse el rescate, cesara de una vez por todas.
En opinión de Vitorino Abascal, uno de los efectivos de Protección Civil de Arredondo que permanecía en el puesto de mando desde primera hora de la tarde , aseguraba que había sido la lluvia la responsable de complicar las cosas en la que es, por otra parte, la cavidad de Cantabria que más accidentes atesora desde que en 1975 comenzaron los registros.
De hecho, entre 2004 y 2008, la media anual se situó en 87 accidentes, según un análisis estadístico elaborado por el propio Martín González. Un análisis que atestigua que las crecidas de agua y el agotamiento de los espeleólogos están detrás de la mayor parte de las intervenciones que se ven obligados a llevar a cabo. «Lo más probable es que sea eso lo que ocurrido también esta vez, que el agua ha subido lo suficiente como para no permitirles la salida. Lo lógico es pensar que estarán atascados. Si deja de llover el agua no tarda demasiado en bajar de nivel y facilitar las cosas», explicaba ayer Abascal mientras esperaba órdenes y se decidía si finalmente había llegado el momento de que el equipo de rescate se adentrara en la cueva.
Una cavidad vertical que exhibe con orgullo ser una de las más profundas de Europa, con un recorrido de 6,7 km, bajadas de hasta 600 metros y un desnivel de 815 metros. Un reto para los deportistas que llevan décadas reivindicando Cueto-Coventosa como una suerte de Mont Blanc que, en lugar de mirar hacia el cielo, mira hacia las entrañas de la tierra. «Cuando hay lluvia siempre puede surgir un momento conflictivo en la zona de los tres lagos encadenados», señala uno de los miembros más antiguos de la Agrupación Espeleológica de Ramales que asegura que cuando el agua se mantiene a su nivel pasas sin más problemas, pero que cuando llueve es fácil que las cosas se compliquen. «Hablamos de una zona en la que, además, el río tiene fuerza, por eso es algo relativamente habitual este tipo de incidentes. Lo que hay que pensar es que se habrán quedado a un lado esperando a que baje el nivel de agua y que, simplemente, pasarán un poco de frío».
La realidad es que todos los expertos coinciden en describir Cueto-Coventosa como una cueva «difícil, profunda y muy dura». Así la ha definido Leoncio Carrascal, el alcalde de Arredondo, al que informaron a primera hora de la tarde que el protocolo de rescate en cuevas estaba a punto de activarse y que anoche seguía expectante los acontecimientos. «Para entrar hay que estar muy bien preparado físicamente porque la cueva es difícil y dura, pero las informaciones que tenemos es que los espeleólogos portugueses que están dentro son expertos. Habrá que esperar un poco a que el río baje. Lo bueno es que aún no hay nieve, porque eso complica bastante las cosas», aseguraba sumándose a todos los que rezaban para, al despertar, los cuatro espeleólogos estuvieran listos para volver a casa.
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