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En el último año todas las ramas de la ciencia y del conocimiento se han puesto al servicio de la pandemia. Para tratar de explicar el comportamiento del coronavirus y para luchar contra él y sus efectos. En ambos aspectos profundiza el grupo de investigación ... de la Economía de la Salud que coordina en la UC y el Idival el profesor David Cantarero. Conocer mejor cómo actúa el covid en Cantabria para que los poderes públicos tengan la mejor información para hacer frente a una cuarta ola que está en ciernes.
-Desde el principio se ha dicho que el covid es un virus desconocido e imprevisible. ¿Un año después del inicio de la pandemia, esa afirmación sigue vigente?
-Quizás al principio nos pilló de improviso, pero con las sucesivas olas hemos ido aprendiendo, si bien aún existen interrogantes. No está claro, por ejemplo, por qué la severidad es menor en las edades más jóvenes, o el hecho de por qué unas personas son asintomáticas y contagian mientras que otras no. O por qué unas personas desarrollan la enfermedad de forma más grave. Estos aspectos se van aclarando pero hay bancos de niebla aún por despejar y obviamente eso afecta a la normal evolución socioeconómica de cualquier región.
AYUDAS DIRECTAS
EL MAPA DEL COVID REGIONAL
-Aparentemente, Cantabria ha aguantado mejor que la mayoría de territorios en las tres olas pandémicas. ¿Cuáles son los motivos?
-Hay algunas cosas que se están haciendo bien, sobre todo el sistema de rastreo. Es algo que en las tres primeras olas hemos sabido gestionar mejor que otras comunidades autónomas. Ahora, aunque hayan bajado mucho los contagios y las hospitalizaciones, hay que estar atentos a ver cómo avanza la cuarta ola. Los contagios van a afectar a la población más joven y está el nuevo factor de la vacunación, que ya está en marcha.
-La tesis que defiende su grupo de investigación es que el comportamiento del virus en la comunidad autónoma ha sido relativamente previsible. Hasta ahora, se ha repetido en las tres olas. ¿Por qué?
-Lo que encontramos es un patrón socioeconómico bastante claro. Lo que demostramos es que dos tercios de la incidencia del virus se concentran en los mismos polos o puntos calientes. Además, el virus incide todavía más en determinadas familias que tienen condiciones de vivienda bastante hacinadas, menos ventilación... Que tienen trabajos que implican bastante presentismo y que tienen más dificultades para teletrabajar. Afecta mucho más a un tipo de familia con rentas por debajo de los 11.000 euros y se aprecia que la propagación es mayor en hogares a partir de más de dos miembros. Estos datos socioeconómicos, donde mejor se demuestran es en grandes ciudades como Santander y Torrelavega. Encajan perfectamente.
-Entonces, aunque parece lógico pensar que en grandes localidades es más fácil que llegue el virus por la mayor movilidad, dentro de las zonas urbanas también hay que tener en cuenta otros factores.
-La mayor concentración de casos se produce a mayor densidad de población. Pero después nos queda mucho por explicar. Más allá de brotes particulares que hemos visto en pueblos como puede ser a raíz de un cumpleaños, hay diferencias entre municipios rurales y urbanos. Lo que encontrábamos en las primeras olas es que, al conocer menos del virus, una manera de desescalar fue por tamaño municipal. Hoy sabemos mucho más y se podría hacer de forma más selectiva. De manera selectiva incluso de forma intraurbana, en el caso de Santander.
-¿Que hubiera unas restricciones u otras según el barrio y su situación pandémica?
-Es verdad que dentro de las ciudades, en términos generales, hay una serie de factores económicos que afectan al comportamiento del virus. Renta disponible, las viviendas con más densidad familiar... Pero hay que tener mucho cuidado en ese sentido para no estigmatizar.
-¿Qué podríamos anticipar de la cuarta ola?
-En esta meseta de casos que tiene Cantabria ya se está viendo que se producen menos contagios, pero en población más joven. La edad de contagiados y hospitalizaciones es también menor. En una cuarta ola hay que ver qué puede pasar con esa población si aparecen cepas más contagiosas y también más virulentas. De cara a esa ola, el cierre perimetral puede ayudar a contenerlo, pero hay que intentar vacunar cuanto antes a todas las personas mayores que no están en residencias.
-Hay ejemplos como Extremadura que demuestran que las medidas estrictas dan buenísimos resultados y otros como Madrid donde son muy laxas y los datos no están desbocados. ¿Con qué nos quedamos?
-El punto intermedio que ha aplicado Cantabria no es tan malo vistas las cifras. Los resultados están ahí. Los cierres estrictos son efectivos, pero lo que ocurre es que algunos sectores, cuando les paras durante mucho tiempo, en algunos casos no pueden regresar y si regresan no lo hacen en las mismas condiciones. Nuestro grupo de investigación estimaba que un 15% de empresas cántabras son vulnerables a la crisis económica del covid y quizás no sobrevivan.
-Si la cuarta ola será distinta, ¿hay que aplicar las mismas medidas que en las anteriores? ¿Hay margen para ser original?
-Sería un error hacer lo mismo. Hay mucho margen de mejora. Y todos tenemos que poner de nuestra parte, pero es verdad que los que deciden deberían ser más audaces en las medidas. Lo que se espera en la cuarta ola es que estén inmersas algunas nuevas variantes. También estamos viendo que los contagios, aunque menores, se están produciendo en poblaciones más jóvenes y con algo menos de hospitalización. Y las vacunas no llegan a tiempo, aunque se espera que casi coincidiendo con la Semana Santa se puedan duplicar los envíos.
-¿Distintas medidas sanitarias y también económicas?
-Tendría que ser algo distinto. Hacen falta esas ayudas directas a los sectores con más presentismo donde no se puede teletrabajar. En Alemania se planteó cierta fiscalidad a aquellos sectores que como consecuencia de la pandemia están trabajando más para ayudar a aquellos que tienen que parar obligatoriamente. Tenemos las cuentas públicas con un nivel de deuda bastante elevado y esto lo van a acabar pagando las generaciones futuras, pero ese no tiene que ser el debate ahora, sino preservar la salud y la economía. Todo el mundo se ha vuelto neokeynesiano al no tener reparos en que lo público intervenga más la economía siempre que dicho gasto vaya a inversiones eficientes.
-¿Le parece adecuada la decisión que se ha tomado en relación a la Semana Santa?
-Esto es como el test de la golosina con el niño. No te la comas y si esperas luego te daré dos. Pues aquí luego tenemos un periodo más largo e importante que es el verano. En ese sentido sí está bien porque hemos aprendido que reduciendo la movilidad, una posible cuarta ola será más atenuada. El problema es que esta cogobernanza, sin un mando único, genera dudas sobre la medida. Se entiende mal que Canarias y Baleares estén abiertas y Cantabria no. No sé otras autonomías, pero los datos dicen que los cántabros no somos unos grandes defensores de hacer turismo dentro de la región.
-Este asunto de la Semana Santa ha vuelto a poner sobre la mesa el debate de la búsqueda del equilibrio entre salud y economía.
-La movilidad menor lo que hace es que disminuye la probabilidad de propagación y contagio. Y eso también es fundamental para que no pare la actividad económica y social. Pero también hay perjudicados a corto plazo. Tras un año de pandemia, las ayudas, a mi juicio, tienen que ser directas a los sectores más afectados. Ahora lo importante, como si fuera un incendio, es hacer cortafuegos para que las empresas de servicios puedan aguantar, para conseguir que la paralización de la actividad sea coyuntural y no permanente.
-Las consecuencias directas en la economía se notarán durante mucho tiempo pero, ¿cuándo volverá al punto inicial el gasto sanitario?
-Esta pandemia ha generado listas de espera de más de un año. Afortunadamente, la decisión de hospitalizar no se toma por los costes, pero la estancia media por covid es de 10 días y cuesta entre 6.000 y 10.000 euros. En UCI pueden ser tres semanas y se pone por encima de los 60.000 euros. Los hospitales públicos de Cantabria han respondido muy bien a la pandemia, pero a base de más recursos.
Defiende las ayudas directas que pide la hostelería. ¿También comparte su afirmación de que ellos no son foco de contagio?
–Hay muchas evidencias sobre los contagios en las zonas cerradas. Cantabria fue pionera en la distribución de las terrazas. Cerró el interior de los locales y ha tenido datos mejores que otros territorios. Existe correlación entre una cosa y la otra, pero no tenemos claro si también hay causalidad. ¿Lo segundo es consecuencia de lo primero? No me atrevería a decirlo.
–¿Es bueno que los gobernantes anticipen las medidas o se genera un efecto negativo?
–Creo que es positivo hacerlo de forma anticipada. Avisar con cierta antelación de los posibles escenarios. También en el aspecto económico porque las empresas necesitan cierto horizonte de certidumbre. Hay que recordar que en los sectores que más pierden, no todos retroceden lo mismo. Por ejemplo, el colectivo joven y los sectores con más presencialidad en el trabajo. ¿Pero necesitamos tener más información o que esta sea más selectiva? Los que tienen que tener toda la información son los científicos y los gestores que toman decisiones. No es que haya que limitar la información, pero sí que la que llegue sea clara, transparente y actual. Se necesitan mensajes más empáticos con la población porque eso ayuda a que las restricciones funcionen mejor.
–¿Es partidario del pasaporte de vacunación?
–Existen bastantes dudas. Está la cuestión de equidad para moverse entre fronteras porque hay personas que se quieren vacunar y no pueden porque no les toca por calendario. Además, las vacunas evitan los efectos de la enfermedad pero no sabemos si también el contagio. Y luego están los problemas dentro del país. Si con ese pasaporte podemos evitar los cierres perimetrales y de interiores, podría aplicarse a eventos deportivos, culturales, universidades... Espacios a los que solo podrían acceder algunas personas. Lo que me parece aún más preocupante es que el mercado laboral pueda diferenciar a aquellas personas que cuentan con ese certificado.
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