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Durante meses el Instituto Cántabro de Estadística nos estuvo interpretando la economía de Cantabria de 2017 con este mensaje: una secuencia decreciente desde el 2, ... 9% a principio de año al 2,4% a finales, que estaba evolucionando peor que la media nacional. Sin embargo, la semana pasada anunció una fantástica revisión que afirma todo lo contrario: la economía cántabra avanzó en ritmos crecientes por encima del 3% y rebasó constantemente la media española. La estimación del PIB interanual en el último trimestre de 2017 pasó del 2,4% a (nada menos que) un 3,2%. De pronto el PIB cántabro ha sido 100 millones de euros más grande. Como si hubieran descubierto el presupuesto de la Universidad de Cantabria escondido en un pajar.
De ahí esta de fe errores. Confieso el error de haberme fiado de sus estimaciones iniciales, que ahora ellos mismos enmiendan tan 'ostentóreamente', como decía el inefable Jesús Gil y Gil. Pero, naturalmente, puesto a tomar precauciones ante futuras autoenmiendas de totalidad, he decidido abandonar el Icane como fuente fiable sobre la realidad de Cantabria. No me parece de recibo que se cambie en casi un punto la estimación del PIB sin más explicaciones ni disculpas (como si no nos las debiera un instituto que financiamos con nuestros impuestos).
Ahora que suena para el PIB de 2017 la marcha nupcial de Lohengrin y no el réquiem de Mozart, se vuelven incomprensibles otros datos: que según la EPA Cantabria acabó el año con 3.200 puestos de trabajo menos que al acabar 2016, o que la Seguridad Social indica de forma constante que nuestro ritmo de creación de empleo está por debajo del general español (ratificado esto en mayo nuevamente). ¿Crecemos más, pero destruimos empleo o creamos menos? ¿En serio?
Si la nueva ministra de Economía emergiera súbitamente de su despacho para notificarnos que España no creció un 3,1% sino un 4%, lejos de alegrarnos por la marcha de España empezaríamos a preocuparnos por la marcha del Ministerio de Economía. Es una lástima, pero una de las pocas autonomías temáticas a que podíamos aspirar dentro de nuestra autonomía heterónoma, a saber, la autonomía estadística, acabamos de perderla como referente. Descanse en paz. Y compadezco a quienes en un futuro tengan que escribir la historia económica de Cantabria. Ya pueden ir estudiando la Cábala.
Hay fe de errores porque hubo errores de fe. Tendré que recolocar la mía en fuentes informativas que no generen universos paralelos ni saltos cuánticos, pues ya no sabemos si el error era lo enmendado o lo será la enmienda. El saber no es solo información, sino el grado de certeza sobre ella. Y se acaba de ir a un largo viaje del que, en mi personal impresión, tardará bastante en regresar.
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Ana del Castillo
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