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La escasez de vacunas por los incumplimientos de la farmacéutica Pfizer obligará a Sanidad a replantear la administración de las segundas dosis, necesarias para completar la inmunización, ante el riesgo de que no alcancen para todos los que ya recibieron la primera. Si ... el vicepresidente regional, Pablo Zuloaga, garantizaba ayer que todos los vacunados contra el covid 19 en la región recibirán la segunda dosis en el plazo oportuno, lo hacía con una condición: que las farmacéuticas cumplan su acuerdo de distribución y no haya recortes adicionales en los suministros.
Lo único cierto a día de hoy es que en Cantabria solo hay 1.541 personas totalmente inmunizadas, mientras que son 20.954 las que están a la espera de recibir su segunda dosis, sin la que el proceso de vacunación quedaría incompleto y no sería efectivo, con lo que se echaría por tierra todo el esfuerzo realizado. En las residencias de mayores, el objetivo inicial y prioritario de la campaña, solo 785 personas, entre ancianos y trabajadores, están protegidos contra el coronavirus, y hay 9.763 que esperan la segunda inyección que asegure su inmunidad. En los centros sanitarios las cifras son similares, con 756 personas que han recibido las dos dosis y 10.667 que aguardan la definitiva. Son los datos de Sanidad.
Es probable que los problemas de suministro de las vacunas, comunes a toda Europa, hayan tenido que ver con la nota emitida por la Agencia Española del Medicamento en la que indica que la segunda dosis de la vacuna puede administrarse entre 21 y 28 días después de la primera, «sin que se espere que esto influya en su grado de eficacia», cuando la ficha técnica de Pfizer recomienda un plazo más reducido, entre 21 y 24 días.
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Incluso con este margen añadido, la campaña de vacunación en Cantabria se encuentra en apuros, tantos que Sanidad deberá reorganizar una vez más su estrategia para dar prioridad a los grupos más vulnerables y expuestos a la hora de decidir a quién se administran las dosis. Hay que recordar que tras el lento inicio de la inmunización en la región -fue la Comunidad que menor porcentaje de vacunas administró en el arranque-, y ante las críticas por tal tardanza, Sanidad optó por desentenderse del plan previsto, y acometer la vacunación de sus centros sanitarios al tiempo que los de mayores, alcanzando en poco tiempo registros récord de pinchazos y pasando de las posiciones de cola a las de cabeza del país.
INMUNIZADOS
PLAZOS
GARANTÍA
Ahora se cumplen las tres semanas de aquellas jornadas de vacunación intensivas, y las previsiones de entrega de dosis -5.850 el próximo lunes, otras tantas el 8 de febrero y 8.190 el día 15, cuando vuelvan a normalizarse los envíos-, a duras penas alcanzan para concluir el proceso: si no se hace así, se habrán desperdiciado todas esas dosis administradas.
En el Hospital Valdecilla esta semana están revacunando a quienes recibieron su primera dosis entre el 5 y el 10 de enero. «No podemos planificar nada hasta que no tengamos aseguradas las vacunas», explica su director gerente, Rafael Tejido. «Si no sucede nada raro vamos a poner la segunda dosis siguiendo una estrategia priorizada por grupos, en función de la exposición. El objetivo es garantizar la revacunación de todos durante las dos semanas siguientes».
En Sierrallana también tratan de reorganizarse. «Estamos gestionando la incertidumbre de los incumplimientos de Pfizer», reconoce Pedro Herce, director gerente del centro hospitalario de Torrelavega. Su intención es apurar el plazo ampliado para administrar la segunda dosis de la vacuna. Esta semana se inmunizará por completo a medio millar de personas, y en las dos siguientes a otras mil. «Aquí de lo que se trata es de que nos mantengamos dentro de las indicaciones de la Agencia del Medicamento para no comprometer la inmunización de la gente. Hay que poner la segunda dosis e intentar hacerlo en el plazo establecido. Se trata de un problema mundial causado por el incumplimiento de los pactos de entrega de Pfizer, y nosotros hacemos lo que podemos».
Mucho más crítica con la situación se muestra Margarita Ferreras, presidenta del sector de Sanidad de CSIF, quien, aun reconociendo que la farmacéutica es la principal causante del problema, culpa a la Consejería de Sanidad, y en concreto a su titular, Miguel Rodríguez, de «negligencia y falta de previsión». «Ha llegado a un punto de incompetencia tal que exigimos su cese o dimisión».
Según Ferreras, ya desde el inicio de la campaña se intuían futuros problemas de abastecimiento, algo que, por ejemplo, llevó al País Vasco a reservar la mitad de las vacunas que recibía para asegurar la administración de las segundas dosis. «Aquí no se hizo una previsión y todo ha saltado por los aires por el interés de la Consejería de inflar los números. Se ha seguido vacunando sin tener garantizada la segunda remesa de dosis y ha ocurrido lo peor que podía pasar, que ha llegado la semana de la segunda dosis y no hay». «Por poner un caso concreto, hoy mismo se me ha notificado que el lunes no me van a poner la segunda dosis, ni a mí ni a nadie, y se me ha dado cita para el día 8 de febrero sin tener garantizado el envío. Si finalmente llega, ese mismo día nos tendrían que vacunar a un montón de gente. Falta orden y planificación y solo se ponen parches».
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