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Jaime Domínguez | Presidente de la Real Academia de Ingeniería
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Jaime Domínguez | Presidente de la Real Academia de Ingeniería
«Las escuelas de ingeniería son un factor de desarrollo y mejoran el tejido productivo»Una delegación de la Real Academia de Ingeniería (RAI) ha estado de gira por Cantabria a comienzos de semana. Su agenda, intensa, ha incluido una ... charla para bachilleres en el IES Santa Clara, una sesión plenaria en Santander –la primera 'extramuros'–, una conferencia con el investigador Antonio Huerta, una visita al IHCantabria y un homenaje póstumo al profesor Miguel Ángel Losada. ¿Objetivo de este primer desplazamiento? «Que nuestro mensaje llegue a todos los puntos del país: la importancia de la ingeniería en la mejora de la calidad de vida de la sociedad. La ingeniería es fundamental para la transformación, el crecimiento y el desarrollo del país», dice Jaime Domínguez Abascal (Sevilla, 1951), presidente de la RAI y portavoz de unos profesionales con mucho que decir en la obra civil, en la biomedicina, en las misiones espaciales o la salvaguarda ambiental.
–La RAI ha insistido en Cantabria en la idea de que la ingeniería está al servicio de la sociedad y resuelve sus problemas.
–Es fundamental. Si uno piensa en las infraestructura de transporte y urbanas, en las telecomunicaciones, en los equipos médicos... Todo requiere de la ingeniería. Y todo eso transforma, de alguna manera, la sociedad. Yo suelo definir la ingeniería como una herramienta para la transformación de la naturaleza al servicio de la mejora de la calidad de vida de la sociedad.
–A veces es obvia, pero, otras, la huella de la ingeniería es invisible. Lo es, por ejemplo, en un gesto tan sencillo como encender la luz.
–Si uno enciende la luz piensa que es lo más normal del mundo, pero se requiere una central de generación de la energía –térmica, de energías renovables, fotovoltaica...–; se requiere una transformación, una distribución, una instalación eléctrica... Y todo esos son proyectos de ingeniería, tienen que hacerlos los ingenieros. Con el agua pasa lo mismo, con todo el tema del estudio de las costas... La ingeniería es imprescindible para el progreso, y cada vez que ha habido un tema nuevo se ha creado un tipo de ingeniería nueva para ser capaces de resolver esos problemas.
–La disciplina se ha ido adaptando a los cambios sociales.
–Inicialmente, a principios del siglo XIX, existían las ingenierías de minas y caminos; después se creó la de industriales; mucho después se creó telecomunicaciones, ya en el en el siglo XX. Después llegaron los ingenieros aeronáuticos, los informáticos... Se crean las ingeniería para seguir siendo capaces de resolver determinados problemas no planteados hasta el momento.
–En la charla organizada en el IES Santa Clara, María Vallet, Javier Ventura-Traveset e Íñigo Losada dejaron clara la versatilidad de la ingeniería, con aplicación en la medicina, en las misiones lunares o en la gestión del agua. ¿La sociedad es consciente?
–No, no... Por ejemplo, ahora mismo han empezado los primeros grados en bioingeniería, que tienen distintas denominaciones, todas alrededor de la tecnología al servicio de la biología y la medicina. Esa parte se tiene que desarrollar más y se crearán titulaciones más reconocidas, con más alumnos y con mayor desarrollo y mayores aplicaciones.
Hay que abrir más el foco. Un problema de ingeniería es una labor de equipo. Parte del reconocimiento de la necesidad, de planificar cómo resolverla, hacer el diseño de los sistemas correspondientes y ejecutarlo. Todo eso no lo hace una sola persona, no se tiene esa visión de conjunto. Es un proceso de transformación de la naturaleza para resolver los problemas de la sociedad.
–Para tener una foto real, la RAI desarrolla el programa 'Mujer e Ingeniería'. ¿Cómo articula esta estrategia?
–El programa tiene una vertiente importante que pasa por incorporar a más mujeres a la ingeniería. En ingeniería no hay más del 20% o 25%. La ingeniería no se puede permitir perder el talento de las profesionales en el desarrollo de sus distintas ramas. Hay otro aspecto fundamental y es que, cuando se plantea la solución de problemas, si el grupo es diverso, el número de posibles soluciones es mayor y mucho más rico.
Por otro lado, tanto en mujeres como en hombres, está el problema del aumento de las vocaciones. Ahora mismo hay un problema de falta de ingenieros.
–¿Es un problema cuantificable?
–Es un número aproximado, no es la cantidad exacta, pero se habla de que van a hacer falta en los próximos diez años 200.000 ingenieros más. Ahora mismo en España hay 750.000 ingenieros aproximadamente. Se habla de que harán falta 200.000 ingenieros más en los próximos diez años.
Las escuelas pueden aumentar su capacidad porque quedan plazas, en algunos sitios quedan vacantes y, si no, se pueden crear otros centros. Pero ahora mismo, al ritmo que van saliendo los alumnos de las escuelas, no se va a llegar más que a 100.000 ingenieros en los próximos diez años. Salen más de 20.000 al año en España, pero se jubilan alrededor de 10.000. Así que en diez años son 100.000. Es un problema que está pasando prácticamente en todo el mundo, excepto en algunos países asiáticos.
–¿Hay especialidades donde se requiera la incorporación urgente de más profesionales?
–Ahora mismo, en las nuevas tecnologías es donde se requieren más ingenieros, pero hacen falta prácticamente en todas. Es decir, que los ingenieros navales, que no son muchos, tienen un programa para intentar fomentar vocaciones porque salen menos de los que necesitan. Los ingenieros de Minas, que tampoco son tantos, también. Los de Caminos, que se habían venido abajo con la crisis, están recuperando y ya empiezan a faltar. Y desde luego en Telecomunicaciones y en Informática faltan, y en Industriales también. En las especialidades más asociadas a las nuevas tecnología se nota más esa falta.
–Habrá diferencias entre ramas, pero ¿en qué cifras de empleabilidad se mueve la ingeniería en España?
–Tienen trabajo, yo diría, que al 100%, al 'noventa y mucho' por ciento. Todo el que quiera encontrar trabajo, prácticamente en seis meses encuentra trabajo en España. Claro, si no se quiere mover de su domicilio, entonces tarda algo más. Pero si está dispuesto a moverse, en unos meses encuentra trabajo en cualquier sitio del país.
–Han estado en la Escuela de Caminos, el IHCantabria... ¿Qué impresión se llevan del tejido ligado a la ingeniería en Cantabria?
–La Escuela de Caminos, por ejemplo, siempre ha sido junto con Madrid, Barcelona y Valencia, referencia. Fue de las primeras que se creó, siempre ha sido una referencia. Industriales también es una escuela que está, digamos, entre las diez primeras de España... Yo creo que eso ha servido también para el desarrollo de Cantabria. Se crean ingenierías, se crean estudios, y, al final, son capaces de resolver problemas, encuentran necesidades que tiene la región y plantean posibles soluciones. Al final, es una fuente de desarrollo. La existencia de escuelas de ingeniería es un factor para el desarrollo de las regiones.
–Menciona de nuevo la idea inicial: la ingeniería al servicio de la sociedad.
–Claro. Yo conozco más el caso de Sevilla. En Sevilla se ha notado muchísimo el nivel de desarrollo. A partir de crearse la escuela, el desarrollo industrial mejoró bastante. Y no solo en Sevilla, en toda la comunidad de Andalucía, en las provincias de Cádiz, Huelva, Córdoba, toda esa zona es donde más se extendió y se produjo, sobre todo, una mejora del tejido industrial, de la capacidad y del nivel de competitividad. Eso mejoró mucho y en cualquier sitio donde haya escuelas, al cabo de unos años, se nota la mejora que se produce, en general, en el tejido productivo.
Ante el cambio climático, la ingeniería tiene mucho que decir. «Para afrontarlo hay que hacer transformaciones de la naturaleza» y ahí emergen sus profesionales, en ramas como la ingeniería química, civil, industrial, de montes... y más, enumera el presidente de la RAI. «Desde luego, la ingeniería es fundamental en la lucha contra el cambio climático, tanto para evitar que sea tan acusado como para buscar medidas que reduzcan sus efectos», fundamentalmente, energías «más limpias», explica Jaime Domínguez Abascal, que recuerda aquí que la ingeniería puede actuar desde la aplicación o la experimentación. «El ingeniero también investiga».
¿Y qué otros retos tiene ante sí la disciplina en el presente? El responsable de la Real Academia apunta en varias direcciones, entre ellas, a la computación cuántica o a todo lo que envuelve a la inteligencia artificial. También cita la ingeniería biomédica. «Cada vez hay más ingenieros trabajando ahí y cada vez se ve más la necesidad de recurrir a ellos» para los equipos médicos y para «la aplicación de aspectos de ingeniería al comportamiento del cuerpo humano: en implantes, sensores, métodos de regeneración... Todo eso requiere la participación de los ingenieros».
En este sentido es «fundamental» la labor de grupos como los que capitanea María Vallet Regi, vicepresidenta de la RAI, y científica de referencia en España en biotecnología y medicina, donde, entre otros, es pionera en el uso de materiales cerámicos. Como ha contado la investigadora en Santander, en una charla con bachilleres, la medicina regenerativa es cosa de este siglo. «Y eso requiere también de la participación de los ingenieros en estrecha colaboración con biólogos o médicos», apunta Domínguez, que recuerda que el avance científico tiene que ser «interdisciplinar».
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