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Francisco Montalbán (Madrid, 1958), embajador para la Agenda 2030, imparte este jueves en el Ateneo de Santander (19.30 horas) la conferencia ‘La construcción del ... desarrollo sostenible en España: una visión desde la diplomacia’. Montalbán, con más de 30 años de experiencia diplomática −entre otros, ha sido director del Instituto de Cooperación Iberoamericana y embajador en El Salvador, Bolivia o Cuba−, profundizará en la estrategia que España teje en torno a la sostenibilidad medioambiental, el crecimiento económico o la justicia social. Este jueves contará lo que España quiere aportar a esa Agenda; en julio, ante Naciones Unidas, realizará la presentación del proyecto, y entre el 23 y el 25 julio dirigirá un curso de la UIMP en La Magdalena «para contar, como primicia, cómo ha ido ese examen y hacer balance».
–¿Qué función tiene el Cuerpo Diplomático de un país?
–Tenemos dos tipos de funciones. Cuando estamos destinados en el exterior tenemos la función de representar al Estado, negociar, proteger a los españoles y los intereses de nuestras empresas, la difusión cultural, conseguir estrechar los vínculos entre España y el país de destino... Cuando estamos trabajando aquí, en la sede del Ministerio, construimos o colaboramos en el diseño de la política exterior, como de la cooperación.
–¿Qué escollos encuentran?
–Normalmente, las relaciones con los países tienden a ser de cooperación. En algunos casos de conflicto es más complicado actuar cuando hay alguna tensión política, empresarial, de tipo consular. Creemos en la cooperación, las alianzas y la solidaridad, pero, en ocasiones, para defender los intereses nacionales o la estabilidad internacional tenemos diferencias con otros países. En esas circunstancias es más difícil trabajar, pero es la esencia de nuestra labor.
–¿Entonces Venezuela plantea estos problemas al Cuerpo Diplomático?
–Es un caso en el que nuestro embajador no puede desarrollar su labor allí porque ha sido expulsado hace ya algunas semanas [queda el segundo de la Embajada para mantener la interlocución]. Es un caso claro en el que tenemos que desarrollar las relaciones con Venezuela intentando superar las diferencias.
Cuerpo Diplomático
–Exembajador en Cuba, ¿qué opina de los cambios, de la presencia empresarial española en la isla?
–La presencia empresarial de España siempre ha sido muy potente. Somos el tercer socio comercial por detrás de Venezuela y China; somos el país con más empresas y una presencia muy sólida en el sector turístico. Nos gustaría crecer y estamos haciendo esfuerzos en ese sentido. Entendemos que el crecimiento económico genera empleo y riqueza en la isla y eso es bueno para España y Cuba. Estamos pendientes del relevo en la Jefatura del Estado −en abril−, y de los anuncios del nuevo gobierno. España tiene una voluntad de máxima vinculación con Cuba, somos países hermanos, y en eso trabajamos.
–¿Le gustaría asistir a este cambio?
–Todos los que hemos pasado por Cuba seguimos de por vida las relaciones bilaterales, es un país que sentimos muy cercano. He tenido la inmensa suerte de representar allí a España durante cinco años. Impulsé la amistad entre los dos países con todos los instrumentos que tenía a mi alcance, siguiendo las instrucciones de nuestro Gobierno.
–El 27 abril se encontrarán Donald Trump y Kim Jong-un. ¿La diplomacia hará que esta cita EE UU-Corea del Norte llegue a buen puerto?
–Conozco poco la política asiática, pero todo lo que sea un encuentro al más alto nivel tiene todo el significado político y diplomático, da la entrada para que luego los equipos técnicos puedan hacer su trabajo. Lo fundamental es rebajar la tensión, alejar el peligro nuclear y conseguir que Corea del Norte siga las pautas de la convivencia internacional.
–¿Qué papel juega la diplomacia en casos como el apresamiento, en Italia, del barco de Open Arms que salva a migrantes en el Mediterráneo?
–La diplomacia busca la relación entre países y pueblos. A menudo son relaciones de acercamiento, de intercambio. En otras hay que gestionar diferencias. En el caso de la crisis de los refugiados no sólo se manifiestan los países, los gobiernos, también las sociedades. Es un tema con muchas aristas. Iniciativas como Open Arms son resultado de una iniciativa de la sociedad. Ignoro, de todos modos, los detalles del caso.
-¿Cuál ha sido su situación más complicada como diplomático?
–Una situación que es especialmente delicada es defender los intereses de los españoles que pueden tener problemas jurídicos o penales en el exterior, y a los que, con respeto a las leyes del país, hay que intentar apoyar si se considera que las acusaciones en contra no son sólidas. Esas situaciones siempre son complicadas, hay que encontrar un equilibrio entre el respeto a la norma del país y el apoyo al ciudadano. Hay cárceles en el mundo, ademas, con condiciones atroces de detención. Esos casos han sido especialmente delicados, pero los hemos conseguido resolver.
Relaciones bilaterales
–¿La Agenda 2030 ayudará a la ‘construcción sostenible de España’?
–La Agenda tiene que ver con un compromiso asumido en Naciones Unidas, en 2015, para establecer un pacto internacional orientado a conseguir un desarrollo sostenible por aquello de la globalización, la interdependencia, la interpelación de los países. Se hacía necesario repensar todas las relaciones internacionales de una manera pactada, atendiendo especialmente a la sostenibilidad del planeta. La Agenda pretende que cada país avance y haga desarrollo sostenible nacional, que se establezcan pactos sobre los bienes públicos globales, que se proteja el planeta, que los países desarrollados colaboren con los países en desarrollo.
–¿Tiene España un buen Cuerpo Diplomático? ¿Tendría que crecer?
–Tenemos un despliegue acorde con la dimensión de potencia media. Tenemos algunos puntos especialmente sólidos como principal potencia turística; una fortaleza exportadora que se está haciendo ver; gran fortaleza cultural; capacidad para colaborar en la resolución de los conflictos internacionales, un gran despliegue en cooperación al desarrollo… Eso nos permite pensar que nuestra diplomacia es eficaz y se nutre de valores específicos en la comunidad iberoamericana, Mediterráneo, zona subsahariana o la UE.
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