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Los coches de la Guardia Civil llegaron al anochecer a El Astillero y tomaron el aparcamiento que rodea al Club de Remo de la localidad, junto a la ría. El objetivo: sorprender a una banda organizada de ladrones que ha perpetrado diferentes robos en Cantabria ... desde hace meses. Un tiempo en que actuaron sin límites, porque no había especialización, lo mismo daba viviendas, centros comerciales, almacenes o naves industriales. De nacionalidad croata, más de una docena de personas, también mujeres, fueron este martes detenidas. Durmieron en el calabozo.
Los efectivos de la Guardia Civil cubrieron las salidas al llegar. Nadie podía escapar. En el centro, acorraladas las cinco roulottes donde vivían las familias que conformaban esta banda organizada. Protagonista de decenas de hurtos durante los meses que ha durado la investigación que ayer terminó con su desarticulación. El último, el espectacular robo de cobre molido en el polígono industrial de Barros el pasado domingo, para el que derribaron las paredes de hormigón de una nave con un gigantesco butrón. Allí se apropiaron de vestimenta de trabajo que se almacenaba para después cargar con los sacos del preciado metal. Lo que no sabían era que a estas alturas de la historia la investigación de la Guardia Civil estaba ya muy avanzada. Literalmente les pisaban los talones.
De modo que ayer la sorpresa fue tal que no ofrecieron resistencia. La Guardia Civil, unos treinta efectivos desplazados en cerca de siete coches, invitó a las familias a salir de las roulottes por grupos. En el exterior, los adultos fueron identificados e inmovilizados. Todo sin hacer ruido. Pese a lo espectacular del despliegue, apenas despertó la curiosidad de algún vecino que transitaba por la zona. Las conversaciones de los investigadores con algunos de los detenidos se prolongaron durante varios minutos y finalmente fueron conducidos al calabozo.
En total, más de una docena de adultos durmieron anoche entre rejas, entre ellos varias mujeres. Aunque la investigación continúa, según fuentes de la Guardia Civil, y no es descartable que se efectúen más detenciones a lo largo de esta semana.
La intervención de este martes pone fin a una investigación que se ha dilatado a lo largo de meses por toda Cantabria. Lo difícil del caso fue la nula especialización de la banda. Esa circunstancia complicaba la manera de seguirles la pista. No tenían un modus operandi claro. Tampoco mostraban predilección por objetivos concretos. Probablemente acudían allá donde veían una ventana para el hurto. Eso incluía casas particulares, naves industriales, centros comerciales y almacenes.
La intervención de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) parecía avanzar una posible reacción violenta por parte de los ladrones; pero nada de eso ocurrió. En todo momento se mostraron colaborativos. Apenas hubo un instante de tensión en el ecuador de la operación, cuando una mujer pareció pedir un móvil a una de las menores para efectuar una llamada, probablemente para solicitar ayuda; pero todo quedó en un amago. La actuación de la Guardia Civil fue tan rápida y tan certera, que no hubo tiempo para pensar, sólo para responder a las preguntas y aceptar la inmovilización y el arresto. Los agentes entraron en las roulottes, registraron todos los enseres. La preocupación al final de la operación fue organizar a los menores, que pasarían la noche sin buena parte de los adultos.
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