Estatuas de pon y quita
Raúl Gómez Samperio
Lunes, 5 de marzo 2018, 07:46
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Raúl Gómez Samperio
Lunes, 5 de marzo 2018, 07:46
El entorno urbano también es cambiante. Es algo a lo que cuesta amoldarse entre satisfacciones de unos y berrinches de otros. Pero es que el ... progreso es renovador, aplasta lo obsoleto, se adapta a las nuevas situaciones y siempre busca el supuesto beneficio colectivo que, aunque no lo aceptemos, cada vez más está dominado por las nuevas generaciones, esas mismas que ya no son las nuestras. Así que las calles se transforman y a menudo rompen la tranquilidad de su paisaje con nuevos usos o apariciones arquitectónicas que envuelven nuestras discusiones: que si las calles peatonales, que si el Centro Botín, que si los carriles bici, que si el metrobús (aunque eso es otro cantar), etcétera, etcétera.
Pero por encima del progreso y la funcionalidad del devenir de los habitantes en las ciudades, la retirada de las estatuas ha desbordado todas mis previsiones con la polémica del monumento al marqués de Comillas que se pretende retirar en Barcelona. No voy a entrar en el charco de la memoria histórica para no salpicar a nadie, pero aplicar cuestiones ideológicas a personajes del siglo XIX y anteriores es un riesgo que amenaza con la retirada de todas las estatuas del mundo, siempre en el caso de que se aplicase la doctrina de Ada Colau. El primer marqués de Comillas, Antonio López y López, fue un personaje notable que entre otras muchas cosas creó la potentísima Compañía Transatlántica y el denominado grupo catalán de Barcelona, algo esencial para el desarrollo económico de aquella ciudad. Ésa fue la razón por la que los barceloneses decidieron subirle en un pedestal, no por ninguno de los pecados de los que se le acusa. No conozco, ni creo que exista ni que haya existido, ningún ser humano que habiendo alcanzado el éxito y la fama se haya librado de haber cometido alguna fechoría inconfesable. Acaso algún santo que otro, pero no es cuestión ahora de recurrir al carácter laico de las calles y arremeter, por ejemplo, contra la iglesia de la Sagrada Familia, aunque será cuestión de no dar ideas a la alcaldesa de Barcelona, que es muy capaz.
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