Borrar
La estela de El Cid antes de partir al destierro

La estela de El Cid antes de partir al destierro

En el último tramo se halla Vivar del Cid, el pueblo que vio nacer y vivir al Cid Campeador y desde donde tuvo que marchar al exilio

Rafa Torre Poo

Santander

Domingo, 26 de diciembre 2021

El viajero se topa de repente con un cruce. Parece que la N-623 se acaba, pero no es así. La Ruta 623 continúa hacia la izquierda. En San Martín de Ubierna se funde con la N-627 y juntas discurren hasta el centro de Burgos abriéndose paso entre retazos de historia. En esta zona nació y vivió Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador. Y de aquí partió hacia el destierro al que le condenó Alfonso VI. Su estela sigue vertebrando la senda que ahora recorren cicloturistas y senderistas, al estilo del Camino de Santiago, siguiendo sus pasos hasta Alicante y Valencia. En Vivar del Cid se encuentra la legua cero de un viaje que evoca la figura de uno de los más ilustres personajes históricos del país.

Puntos de interés

  • San Martín de Ubierna. Es el punto en el que confluyen la N-623 y la N-627, que discurre hasta Aguilar de Campoo. Ambas comparten trazado hasta el centro de Burgos, al pie de la N-I. Destaca por poseer un par de cuevas comunicadas y una zona de escalada deportiva.

  • Ubierna . Pegada a San Martín se encuentra la localidad que da nombre a la zona. Posee un castillo que, en la actualidad, se encuentra en ruinas.

  • Sotopalacios. La capital de la morcilla en Burgos es Sotopalacios. Punto de parada obligatoria para disfrutar de uno de los manjares más reconocidos de la gastronomía burgalesa.

  • Vivar del Cid. Localidad en la que vivió El Cid y de la que partió hacia el destierro. Allí se encuentra la Legua 0, punto de partida para senderistas y ciclistas que la recorren hasta Valencia.

  • Burgos. Punto final de la Ruta 623. Es recomendable visitar su Catedral y el Museo de la Evolución Humana.

Antes de emprender los últimos 21 kilómetros de la sexta etapa, es necesario detenerse en San Martín de Ubierna. Es el punto de unión de la N-623 y la N-627 –que discurre hasta Aguilar de Campoo, en Palencia–. Esta última era antiguamente una carretera comarcal que los gobiernos burgaleses fueron ampliando en la búsqueda de la línea más recta y rápida posible hacia el puerto de Santander. Aunque está oculta a primera vista, esta localidad esconde una pequeña garganta excavada a lo largo de los años por el arroyo Rucios. Hay dos cuevas que están comunicadas y ofrecen una buena excursión para recorrer en familia.

Un poco más adelante se encuentra Ubierna, donde aún se pueden observar las ruinas de lo que fue su castillo. Situado en una zona denominada 'El Castro', fue una gran fortaleza de la que apenas queda una pequeña parte de sus muros, ya que las piedras fueron reutilizadas para otras construcciones en el siglo XX.

Imagen. Estatua ecuestre en honor a El Cid, en pleno centro de Burgos.

Ver fotos

Imagen. Estatua ecuestre en honor a El Cid, en pleno centro de Burgos. Juanjo Santamaría

Según la relación histórica, el castillo figuró entre las propiedades del padre de El Cid, Diego Laínez, como donación de Fernando I tras recuperarlo para la Corona de Castilla en la batalla de Atapuerca.

La siguiente parada se encuentra en Sotopalacios, un buen lugar para descansar y reponer fuerzas. Antiguamente, cuando aún no estaba en servicio la autovía A-73 que ahora bordea el pueblo, era uno de los puntos en el que los viajeros solían detenerse en su camino a Burgos.

El pueblo de las morcillas

Si por algo es conocido Sotopalacios, es por su excelente morcilla. Un manjar que sigue sirviendo de reclamo para que los conductores abandonen por un momento la autovía para probar uno de los productos estrella de la gastronomía burgalesa. En el pueblo hay varias fábricas y despachos en los que, a buen precio, se pueden adquirir. Otra opción recomendable es entrar en alguno de sus restaurantes para probar las diferentes maneras en que la sirven. «Los ingredientes son los de siempre: arroz, manteca o sebo y sangre de cerdo, cebolla, sal, pimienta y pimentón», cuenta Jesús Puente, encargado del Restaurante Sotopalacios. «Pero cada fabricante o incluso cada zona, le dan su toque particular con las especias», añade.

Vídeo. Aunque la morcilla de Burgos guarda unos cánones comunes, la de Sotopalacios tiene un aroma particular que la distingue del resto. Juanjo Santamaría

Esta característica le da un sabor particular. Aunque la morcilla de Burgos guarda unos cánones comunes, la de Sotopalacios tiene un aroma particular que la distingue del resto. Otro toque de distinción es la forma en la que se elabora. Todos los ingredientes se cuecen a la vez, a una temperatura inferior a cien grados, lo que le proporciona más suavidad. La altitud de Sotopalacios –se encuentra a 857 metros sobre el nivel del mar– y el clima fresco ayudan en el proceso de secado natural.

Antes de reemprender el camino, se puede caminar para bajar la comida hasta el castillo de Sotopalacios que se encuentra junto al cauce del Molinar. Es una construcción de los siglos XIV y XV considerada como una de las mejores conservadas de toda la provincia burgalesa. Es de propiedad particular y se usa como vivienda, aunque las vistas desde el exterior merecen el paseo hasta allí.

La Ruta 623 tiene en Vivar del Cid, para los amantes de la historia, una parada obligatoria. Este es el pueblo donde aseguran que nació y vivió de joven Rodrigo Díaz, conocido como El Cid Campeador por sus heroicas gestas en el campo de batalla. Aquí todo gira en torno a él. Estas tierras se encontraban bajo la protección de su padre, Diego Laínez. En el centro de la plaza hay una escultura de El Cid que le muestra más humano. Justo enfrente hay una edición paleográfica –con la grafía original– de los primeros versos de 'El Cantar del Mío Cid'.

El Museo de la Evolución Humana es uno de los reclamos de Burgos. Juanjo Santamaría

No demasiado lejos de allí, en el Convento del Espino, se puede observar el cofre donde se guardó el único manuscrito que se conserva de la obra, considerada como el primer libro narrativo extenso de la literatura española en lengua romance. 'El Cantar' se custodia ahora en la Biblioteca Nacional.

Caminando desde el convento se llega hasta lo que era un viejo molino harinero. Allí está el mojón que muestra la Legua Cero, el punto simbólico de partida del camino hacia el destierro que inició El Cid, según 'El Cantar', «con lágrimas en los ojos». Rodrigo Díaz de Vivar tuvo que abandonar Burgos después de que Alfonso VI le diese nueve días para salir de Castilla. Esta condena se ha convertido en uno de los caminos de peregrinaje preferidos por cicloturistas y senderistas. En Vivar del Cid comienza una ruta que termina en Valencia (unos 1.400 kilómetros por senderos o 2.000 por carreteras) y permite al viajero rememorar las andanzas de uno de los iconos de la historia española.

Junto al mojón hay un mesón que cuenta con un pequeño museo y donde los caminantes y ciclistas pueden poner el primer sello al salvoconducto que tiene como imagen una corneja. Esta ave fue, según 'El Cantar', lo primero que se encontró El Cid a su salida de Vivar. Él interpretó su vuelo como buen augurio del camino que acaba de iniciar.

Este itinerario turístico y cultural, en realidad, es un sendero de gran recorrido (GR-160) que atraviesa ocho provincias españolas (Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Alicante y Valencia) de cuatro comunidades autónomas diferentes (Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón y Comunidad Valenciana).

Vídeo. Cobos Estratos, el restaurante que regenta y dirige el chef cántabro Miguel Cobo, tiene un menú que se llama N-623 con lo mejor de la despensa cántabra y castellana. Juanjo Santamaría

El final

El viajero que retome la Ruta 623 sólo tendrá que recorrer siete kilómetros más antes de llegar a su final. En Burgos, junto a la N-I, muere la N-623. Precisamente lo hace en un vial que lleva por nombre Avenida de Cantabria, en un guiño a su norteño punto de partida. La majestuosa Catedral, el Museo de la Evolución Humana o su amplia y rica gastronomía son tres de los encantos que no hay que perderse. Una buena idea es visitar Cobos Estratos, el restaurante que regenta y dirige el chef cántabro Miguel Cobo. Incluso tiene un menú que se llama N-623 con lo mejor de la despensa cántabra y castellana.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes La estela de El Cid antes de partir al destierro