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Cantabria no es un destino especialmente saturado, aunque es comprensible que no queramos que lo sea. Estamos lejos de la densidad de turistas de otros destinos, aunque puede haber puntos de especial saturación». Pero, unido a esto, «hay una parte de turismo opaco». Que no ... sale en los números y que tiene que ver con el fenómeno de los alojamientos ilegales, «una realidad, pero no un modelo perseguido». Con los datos reales y una vez conocido este contexto sobrevenido, toca decidir el modelo, «más o menos restrictivo». «No se trata tanto de prohibir como de garantizar la calidad». Así arranca el análisis de Ángel Herrero, catedrático de Marketing de la Universidad de Cantabria y experto en Turismo.
Aporta varias ideas. Que existe ese «consenso» en la apuesta por la sostenibilidad, aunque los intereses no siempre coinciden. En una estrategia «más basada en la calidad que en la cantidad». «Hasta donde yo sé, administraciones locales y regionales comparten esta idea». También que es importante regular, pero «sobre todo inspeccionar y controlar». «Hay que tener buenas leyes, pero, sobre todo, hacerlas cumplir», advierte.
Ángel Herrero
Catedrático de Marketing de la Universidad de Cantabria y experto en Turismo
Herrero detalla que la saturación aquí se da «en picos de tiempo (es muy estacional) y en zonas concretas». Por eso, «no todo el territorio puede requerir las mismas medidas» y –también por eso– al objetivo tradicional de desestacionalización (presente en los discursos desde hace años), se une con más fuerza el de «descentralización». «No es sencillo, pero se puede hacer progresivamente. Y en territorios con pocos visitantes, las pequeñas cifras tienen un gran impacto». ¿Cómo hacerlo? Habla de «generar productos (ecoturismo, experiencias agroalimentarias, turismo activo...)» y de «promoción». Y lanza que la «sostenibilidad a veces pasa por una gestión adecuada de la demanda en lugares puntuales». Tomar medidas, reconoce, que «a veces no son populares cuando se implantan, pero que se acaban percibiendo como positivas». Y pone los ejemplos de la Ola en Santillana o en la playa de Loredo, o el control de los aforos, «algo fundamental, que puede ser informativo o restrictivo». ¿Tasas? Es un debate «controvertido», pero «lo importante –incide– es la transparencia, que quede claro que, si se pone, ese dinero va a políticas turísticas, que se informe de que se dedica a la limpieza de playas o al mantenimiento del patrimonio».
Teniendo en cuenta que en torno al turismo hay «intereses y visiones de la realidad diferentes», «la masificación actual, las crecientes protestas y las alertas por parte de expertos y de ciertas asociaciones indican que es imprescindible analizar la situación con rigor y, sin perder tiempo, tomar medidas con el propósito de reorientar el sector turístico, lograr un desarrollo sostenible y, que nunca se olvide, proteger a los sectores de la población más débil», opina Juan Carlos Zubieta, del Taller de Sociología de la UC.
El catedrático y sociólogo pone el foco en la presión sobre los servicios municipales. «Cuando la llegada de visitantes no va acompañada de un crecimiento proporcional de los servicios y equipamientos, los problemas surgen de forma inmediata y, por tanto, se agrava el deterioro de la calidad de vida de la población». Y ahí hay un choque de intereses. «La mayoría de los habitantes de una localidad admite unos días de fiesta; pero también es normal que no admita que la fiesta sea permanente».
Juan Carlos Zubieta
Taller de Sociología de la Universidad de Cantabria
Partidario de «planificar», de «diversificar» y, para ello, «escuchar a todos los grupos de la población y a todos los sectores» implicados en el debate, Zubieta defiende que la actividad económica relacionada con este ámbito se debe «regular». «Me sorprende que a algunos les asuste el término regular. ¿No sé regula la pesca, la caza o la extracción de madera de un bosque? ¿No se controla el acceso a un parque natural? ¿No se impide construir en un acantilado?», se pregunta. Así, no le resulta «extraño» pagar una tasa que sirva «para mantener los servicios y equipamientos » y considera necesario regular igualmente los pisos turísticos escuchando «a los vecinos».
«La clave –concluye– no es más turismo, el reto está en procurar un turismo durante todo el año, diverso, planificado, educado y de calidad».
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