El estreno del crucero Evrima, que ultima detalles en Astander, se retrasa a octubre

La construcción del crucero más ambicioso hasta la fecha en la trayectoria del naval español arrancó en Vigo, con un presupuesto de 250 millones que rápidamente acumuló un sobrecoste de otros 80. Los problemas del astillero gallego Hijos de Barreras, así como la cadena de impagos a la industria auxiliar local, derivaron en el traslado del crucero a Cantabria, en marzo del año pasado.

El objetivo era que en julio de 2021 estuviera surcando los mares. Entonces se apuntó Venecia como primer destino de un itinerario de siete días que llegaba hasta Atenas. Aunque estaba lejos de estar listo, el brote de covid sufrido a bordo entre sus operarios en el marco de la quinta ola alimentó la demora. Hubo al menos medio centenar de positivos y otras tantas personas cuarentenadas como contacto estrecho. Después se anunció que el viaje inaugural partiría de Lisboa en mayo de 2022, fecha que se retrasó posteriormente al 31 de agosto por culpa de la huelga del metal en Cantabria y ahora, por los problemas de suministro, a octubre.

El crucero, de 190 metros de eslora, ultima detalles en Astander después de que en junio realizara con éxito las primeras pruebas en la bahía de Santander bajo el mando del capitán Steven MacBeath, que dirigirá el Evrima, en colaboración con un equipo de oficiales superiores, ingenieros, contratistas y personal del astillero cántabro.

Según ha trascendido, la planificación de rutas incluye escalas en las islas griegas, las Baleares y la Riviera Francesa, destinos mediterráneos por excelencia, pero también a otros puertos más inusuales, como Sevilla, Cerdeña, Syros o Trogir y pernoctaciones en Casablanca, Montecarlo (durante el Gran Premio de Fórmula 1), Dubrovnik y Portofino.

Los trabajos en el crucero han supuesto un gran impulso a la hostelería de Cantabria durante todo el año. Hay que tener en cuenta que la construcción del crucero ha empleado a más de mil personas, entre las 44 empresas contratadas por el armador (unos 800 trabajadores) y las 45 firmas dependientes de Astander (unos 250 operarios de media) aunque no todos hayan coincidido de forma simultánea. Operarios que se han alojado en hoteles, no solo de Santander (los han tenido que abandonar durante el verano), sino de toda Cantabria, que han utilizado autobuses para desplazarse hasta los astilleros y que han gastado en tiendas, bares y restaurantes de la región. El impacto económico del crucero no ha pasado desapercibido para Hostelería.