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De los cinco etarras que estuvieron implicados en el atentado de La Albericia, cuatro, Ignacio Recarte Ibarra (luego pasó a llamarse Iñaki Rekarte), Luis Ángel Galarza (alias Koldo), Gonzalo Rodríguez Cordero y José Gabriel Zabala Erasun, ya salieron de prisión hace años tras cumplir sus ... penas los dos primeros, y beneficiados los dos últimos por la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2013 de derogar la doctrina Parot. La única participante directa en el atentado que aún sigue en la cárcel es Dolores López Resina, (alias Lola), que fue condenada en 2008 a 102 años de prisión y fue ingresada en el centro penitenciario mixto de Soto del Real. Allí estará al menos hasta 2028. El por aquel entonces jefe de ETA -que ordenó la matanza en Santander- fue Francisco Mújica Garmendia, alias Pakito, que fue detenido un mes después del atentado en La Albericia en una operación contra la cúpula de la banda en Bidart (Francia). Pakito fue el autor intelectual y debería haber terminado de cumplir su condena en abril de 2021, pero la Audiencia Nacional aceptó liquidar su pena en diciembre de 2020. Su salida se produjo coincidiendo con la fecha del 33º aniversario del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, uno de los ataques más sangrientos de la banda y que él mismo ordenó cuando dirigía la organización.
Iñaki Rekarte, natural de Irún y el jefe del llamado comando Mugarri, fue el que apretó el botón del mando que activó la bomba al paso de la furgoneta de la Policía Nacional y que mató a Eutimio Gómez, Julia Ríos y Antonio Ricondo. Según relata él mismo en su libro 'Lo difícil es perdonarse a uno mismo: Matar en nombre de ETA y arrepentirse por amor', «en ese momento no teníamos la sensación de haber matado a tres inocentes». De lo que sí era consciente Rekarte entonces es de que no habían cumplido al pie de la letra el objetivo marcado por 'Pakito', que les había dicho «matad todo lo que podáis». De hecho, la Policía Municipal de Santander recibió un mensaje tres horas después del atentado, en el que ETA reconocía la autoría. Decía textualmente: «No pasó lo que queríamos, no cayó quien queríamos. Gora ETA». Al día siguiente, Rekarte, Galarza y Dolores intentaron hacer explotar otra bomba en el cuartel viejo de la Guardia Civil en la calle Alta de Santander. Tuvieron que abortar la operación por el fallo del transmisor.
La Guardia Civil detuvo a Rekarte en Bilbao el 18 de marzo de 1993. Fue condenado a 203 años de prisión por las tres muertes, pero cumplió 21 en la cárcel. Salió en 2013, casado con una trabajadora social del penal gaditano en el que estaba y después de haber pedido perdón por sus delitos de sangre. Nada más salir escribió un libro en el que cuenta, en primera persona y sin omitir detalles, qué le llevó a formar parte de la banda terrorista y sus acciones terroristas. Lo último que se sabe de él es que, junto a su mujer, regenta una taberna en un pueblo de Navarra.
Si ponemos el nombre de Iñaki Rekarte en el buscador de Google, sale que es novelista. En muchas entrevistas, Rekarte ha pedido perdón de mil formas y maneras, ha mostrado su arrepentimiento por los crímenes que cometió y ha pedido una segunda oportunidad para vivir el resto de su vida. Tras una de esas entrevistas, Silvia Gómez Ríos, hija de Eutimio y Julia, que nunca ha hablado en público acerca del atentando, escribió una carta que se publicó en un diario nacional en la que le contestaba: «Ni con tres vidas que vivieras cumplirías tu condena, hoy serás exetarra, pero siempre serás un asesino. Y aún así, yo no te deseo ningún mal. Espero que vivas todo lo que puedas en compañía de tus seres queridos. Tú, Iñaki, que puedes disfrutar de esta segunda oportunidad que, como bien dices, te ha dado la vida. Pero por favor, sólo te pido que nos evites el tener que verte y oírte más, pues duele demasiado. Si a mí me condenaste a hacerlo en el silencio de mi casa, hazlo tú en el silencio de la tuya», decía la misiva de Silvia, que ha declinado participar en este reportaje por el 30º aniversario de la muerte de sus padres.
Al contrario que su compañero de banda, Luis Ángel Galarza Quirce (alias Koldo), coautor material del atentado de La Albericia, salió de la cárcel en octubre de 2016 sin arrepentirse de ninguno de sus crímenes y tras cumplir 24 años de cárcel. La Audiencia Nacional le había condenado en enero de 1998 a 203 años y seis meses de prisión. Nada más salir del penal, en la misma puerta de la prisión de Valencia, el terrorista fue homenajeado con un 'aurresku', el baile con el que se rinde honores en el País Vasco, y también tuvo «un recibimiento de 'gudari'» a su llegada a Zamudio (Vizcaya), su localidad natal. Esto causó una enorme indignación entre las víctimas de ETA.
Gonzalo Rodríguez Cordero y José Gabriel Zabala Erasun eran los 'conseguidores' que procuraban los vehículos para que ETA actuase con coches bomba en sus atentados. Su labor consistía en robar coches, principalmente en el País Vasco, para guardarlos en unos garajes. Pasado un tiempo, les colocaban unas placas falsificadas, con una numeración convenida y dejaban los vehículos, cargado de explosivos, con las llaves escondidas en un lugar acordado con la dirección de ETA, que a su vez se lo comunicaba a los miembros del comando que iba a actuar sobre el terreno. Los autores materiales de los atentados solo tenían que recogerlo y cometer su crimen. Rodríguez y Zabala fueron los encargados de traer hasta Santander dos vehículos que habían sustraído en San Sebastián: uno de ellos cargado de explosivos y un segundo que Rekarte y Galarza usaron para moverse y en el que también huyeron.
Ambos fueron sentenciados a 162 años de prisión. Cuando llevaban 20 cumplidos, la anulación de la doctrina Parot por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2013, les permitió salir de la cárcel en noviembre de ese año, aunque según una asociación de presos etarras, los dos ya habían cumplido su condena completa.
La única colaboradora necesaria que sigue tras las rejas es la 'etarra almeriense' María Dolores López Resina, ingresada en la cárcel de Soto del Real. Ella fue la encargada de organizar la vigilancia a la Policía Nacional antes del atentado. Había alquilado un piso donde vivían Rekarte Galarza y ella misma y desde el cual se veía bien el cruce de La Albericia. Los policías pasaban por allí todos los días, casi a la misma hora, y la etarra lo sabía. López Resina les pasó la información a sus colegas de banda para que el atentado fuera lo más dañino posible.
Lola, como se la conoce en sus círculos próximos, cumplió una década de condena en la cárcel francesa de Rennes por diversos crímenes cometidos y juzgados en Francia. Durante el tiempo que estuvo en el país vecino, Lola fue trasladada en varias ocasiones a España para responder ante la justicia española por sus delitos en este país, aunque una vez juzgada era devuelta a Francia sistemáticamente.
La terrorista, que cumplirá este domingo 71 años, es conocida como 'la presa catalana de ETA' porque a pesar de nacer en Almería emigró muy joven a Cataluña. Con 18 años empezó a militar en grupos de la izquierda radical de Granollers, entre ellos el Partido Comunista Internacional (PCI). En 1980 fue acusada de colocar un explosivo en el monumento a los caídos, en Pedralbes. Pasó nueve años en tres cárceles y en el penal de Yeserías trabó amistad con otras presas de ETA.
Tras salir de prisión se sumó al comando Barcelona. Formaba parte de este grupo cuando se produjo el atentado contra la casa cuartel de Vich que se saldó con nueve muertos, entre ellos cinco niños. En 1992, la Guardia Civil la identificó como uno de los miembros del Comando Mugarri, que puso el explosivo en La Albericia y se echó otros tres muertos a sus espaldas, pero ella logró huir de nuevo a Barcelona y allí continuó con su sanguinaria carrera durante la década de los 90. Tras eso, encontró refugio en Francia, donde permaneció escondida hasta que en 2001 fue detenida y extraditada a España. Desde entonces vive en la cárcel de Soto del Real.
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