Eva Guillermina Fernández: Una consejera de Cultura perseguida por la polémica dentro y fuera del Ejecutivo

Arrancó fuerte, escrutando la gestión de sus antecesores y lamentando la herencia recibida. A Pablo Zuloaga (PSOE) le acusó de dejar temblando las cuentas de la Sociedad Regional de Cultura e insinuando una 'mala praxis' en la administración del dinero público que después no concreto. «Quiebra técnica», afirmó. Con Javier López Marcano (PRC) hizo algo similar, en este caso echándole en cara el despilfarro por la celebración de eventos relacionados con el Año Jubilar. Un Año Jubilar cuya segunda mitad diseñó Fernández y en el que el plato fuerte fue un ciclo de música sacra que no tuvo ni mucha repercusión, ni muchos visitantes.

Prometió que el decreto de pisos turísticos estaría en vigor antes de este verano y no cumplió. No solo eso, sino que el documento que ha puesto sobre la mesa recientemente no gusta a ninguno de los agentes implicados y, lejos de crear un marco común, «se lava las manos» porque deja toda la responsabilidad a los ayuntamientos. Tampoco a la parte de la sociedad que, por primera vez, ha salido a la calle para protestar contra la masificación turística.

Más 'hitos' sin salir del área turística. El endurecimiento de las condiciones para ser fiesta de interés regional que cabreó a los alcaldes, el intento de dejar a Santillana sin el Plan de Sostenibilidad que le concedió el Ministerio, que no pudo consumar, entre otras cosas, por la posición de Madrid, la polémica del plagio en el diseño del nuevo logo de 'Cantabria Infinita'... Resulta gracioso –desde luego, no para ella– que la ya exconsejera desautorizara a su ahora sucesor cuando este anunció la intención de Cantur de crear un tobogán alpino en Cabárceno, algo que Fernández redujo a «una idea pendiente de estudio». Escarmentada y ya cuestionada internamente, de los problemas de gestión en el Plan Turístico del Saja Nansa no quiso apenas hablar después de que su departamento enviara una carta avisando del riesgo de que se perdiera el dinero.

Tampoco le ayudaron a cambiar su suerte declaraciones como aquella en la que hablaba de la posibilidad de sancionar a Santander por las obras del Parque 2020 que sentaron especialmente mal en la Alcaldía de la capital, con la que no tenía especial sintonía desde la etapa de Fernández en el consistorio, entonces con Ciudadanos.

No le dejaron salir sola –estuvo con el consejero de Fomento– a anunciar uno de los grandes proyectos de legislatura del PP, la recuperación del teleférico de Vega de Pas con una inversión de 30 millones. Precisamente Roberto Media fue quien se hizo cargo, como titular de Transportes, de gestionar todo lo que tenía que ver con el aeropuerto tras la pérdida constante de pasajeros en el Seve y el agradecimiento de Fernández a Iberia por su labor solo unos días después de conocerse las sanciones por sus incumplimientos.

La consejera, que aunque se centraba en la Cultura –al menos una parte de ella– era también de Deporte, se va sin que nadie la reconozca en las boleras por su escasa presencia en los corros, reconciliada con los organizadores de festivales de folk a los que antes había enfurecido por la reducción de las ayudas y con tres de los cuatro contratos para la rehabilitación del entorno de La Engaña adjudicados.