
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Raquel dice que nunca se pone nerviosa, pero que sí que lo está notando. Que no ha dormido nada bien. Quedan casi dos horas para ... empezar a contestar las cien preguntas del test y se le nota ese nudo en el estómago. «Tengo estudios universitarios, pero no acabé. Trabajo en un súper y me juego mucho moralmente porque necesito cambiar de trabajo». Y suena muy sincero. Luego, su historia se mezcla con otros cientos de relatos cuando la muchedumbre se acerca a la puerta del Palacio de Exposiciones porque ya empiezan a llamar. Son 2.405 aspirantes para 55 plazas al Cuerpo Administrativo. Son 2.405 historias y un espectacular montaje para organizar los exámenes de una oposición multitudinaria. Sólo en el Palacio de Exposiciones, 2,6 kilómetros de tableros. De mesas para dos gigantescas aulas improvisadas. «Impresiona ver esto». Y tanto.
A las nueve llama la atención una escena. Cuatro coches aparcados seguidos frente al campo de fútbol. Con cuatro conductores que no se bajan. Todos, en su asiento, miran hacia abajo. Están repasando. Es el fin de semana de la mayor oferta pública de empleo de la historia regional. Tres días de prueba para 16.000 aspirantes. Los que se presentan al Cuerpo Administrativo, los del sábado por la mañana, se reparten entre el Palacio de Exposiciones de Santander y la Feria de Muestras de Torrelavega.
Lola Herrera | 54 años
Ana Muñoz | 32 años
Organizar esto lleva lo suyo. El personal de Talleres del Gobierno de Cantabria se vino el miércoles a montar el escenario. «Pensábamos que nos iba a llevar un día por sala -son dos-, pero pudimos hacer una por la mañana y otra por la tarde». Ahí están esos 2,6 kilómetros de tableros. Casi todos de tono blanco. Pero no todos. Era tanto que «faltó algo de material» y hubo que tirar de lo que había disponible. Y más datos para hacerse una idea del volumen. Entre el Salón Sardinero (planta de arriba) y el Bahía (abajo), además de las tareas necesarias en el hall, 37 personas. Empleados públicos del Gobierno de Cantabria. Unos parte del tribunal y otros, colaboradores de diferentes áreas. Y a esos hay que sumar la gente de seguridad del Palacio, los operarios de una ambulancia de Cruz Roja, de otra del 061... El dispositivo de organización.
Juan Fernández | 38 años
Rafael Alonso | 35 años
«Hay cuatro mesas de control por salón, tienen que enseñar el DNI y quitarse un momento la mascarilla para la identificación. Se les busca en el listado, se les pregunta si necesitan certificado de asistencia...». Eso va explicando a sus compañeros la coordinadora desde primera hora. También tienen un protocolo para las incidencias. Si alguien viene sin el DNI, si alguno tenía que haber ido a Torrelavega y se ha presentado en Santander...
«Ya sé que estáis nerviosos, pero hay que esperar fuera hasta que empiece el llamamiento». Lo dicen en la puerta mientras en las inmediaciones del edificio empieza el deambular. Lola y Ana están sentadas junto al estanque exterior. Haciendo tiempo. «Yo estudié derecho y he hecho muchas cosas. Tuve una tienda de moda pero, con la crisis -no la del covid, la anterior-, tuve que cerrar y decidí empezar a opositar», cuenta la primera. Ocho años lleva ya con ello. «Trabajo en la administración, pero soy funcionaria interina, no tengo plaza». No está nerviosa -«al principio, sí, pero ya no»-, pero dice que toda la espera previa (la llamada, la cola, el acceso...) «es una pesadilla». «Lo que quieres es hacerlo ya». Ana sí que siente los nervios. Estudió periodismo y buscó trabajo, pero no salió. «O lo que encontré no era lo que estaba buscando». Se fue a estudiar inglés a Irlanda y a Londres, y luego continuó formándose por la rama de las finanzas. También está como «interina en la administración y aquí hay gente que lleva mucho tiempo».
-¿Y cómo lo ves?
-Complicado. Es una oposición, sobre todo, para consolidar puestos y sabes que el que lleva más tiempo tiene ventaja.
Hay corrillos. Raquel, la chica que trabaja en el supermercado y que quiere cambiar de empleo, está en uno de ellos en el aparcamiento. «Para estudiar hay que sacar horas de sueño, no se puede hacer magia». Charla con Rafael y con otro par de aspirantes. Él está «dedicado al 100%» a los exámenes. «Ahora no estoy trabajando. Estuve viviendo en Londres y, al volver, viendo el panorama laboral, pensé que tirarme a preparar oposiciones era la mejor alternativa para encontrar un trabajo estable». Estudió Geografía en la UC, «pero de lo nuestro hay poco trabajo y lo que hay es fuera». Cree que está «bien preparado». «Pero en esto -añade- nunca se sabe y nunca parece el momento adecuado». Es muy gráfico al definir cómo se encuentra antes de entrar: «Acojonado».
Raquel Cereceda | 42 años
Juan está un poco más lejos. Sentado en la base de una de las torres de iluminación del estadio. Ingeniero. Cuando se apuntó para aspirar a una plaza no tenía trabajo. Ahora sí. «Pero ya que estaba apuntado, no quería perder la oportunidad de venir». Por eso, explica que sí, que se preparó al principio, pero que la pandemia y su nuevo empleo le restaron tiempo para seguir. No descarta nada. «Vengo por probar y, si sale, sale».
Las diez. Llega la hora. «Vamos a ir entrando despacio. Haced una fila, por favor. Para no amontonarse». Están citados por tramos horarios y van accediendo por dos puertas (una para cada salón con sus correspondientes cuatro mesas de control). Hay muchísima gente y encaja eso tan de aquí de «estaba medio Santander». Cualquiera se encontraría con un conocido. En la fila, alguna anécdota. «Ahora tengo barba, que no me he afeitado estos días, pero de verdad que soy yo», dice un joven al quitarse la mascarilla para ver si su cara es la de la foto del DNI. Muchos pasan primero por el cuarto de baño. Y ahí, entre nervios, algún chiste para relajar tensiones. «Las cosas importantes hay que hacerlas antes».
Parece imposible que, viendo la fila, consigan empezar a la hora prevista. Muchísima gente. Pero la gente de las mesas de control obra un pequeño milagro. A las 11.04 todos están en las dos aulas. Se escucha hasta un pequeño aplauso en el equipo. Dentro, todo es silencio. Cien preguntas tipo test, noventa minutos. Y el futuro.
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