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En el despacho del nuevo director general de Industria hay dos maquetas de unos aerogeneradores. El conflicto eólico es uno de los que le toca gestionar, pero también La Pasiega, la mina de zinc, la transición ecológica... Casi todos los temas fundamentales de futuro de ... la región pasan por las manos de Daniel Alvear (Santander, 1976), un investigador de la UC reconvertido en gestor al que Marcano le ha encargado, entre otras cosas, diseñar el Plan Industrial para la próxima década. Un documento que unificará todos los planes que han elaborado distintas instituciones: «Tenemos un sistema industrial interesante rodeado de una ciencia potente, lo que ocurre es que cada actor trabaja de forma aislada». Entiende que gran parte de su labor consiste en crear alianzas entre los actores para competir en la consecución de fondos europeos y fijar las decisiones estratégicas y los instrumentos de apoyo «sin que cambien cada año».
–¿Cuál es la foto fija de la industria cántabra?
–Hay un momento muy singular y delicado, pero al mismo tiempo hay una ventana de oportunidad que si sabemos aprovechar puede ser un antes y un después para nuestro tejido industrial. Los cántabros lo que quieren es tener prosperidad. Para eso tiene que haber un contexto económico estable y si queremos que tenga recorrido tiene que haber una industria potente. La gran industria madura tiene que abordar la transición ecológica y el pequeño tejido necesita crecer para poder competir en el entorno de oportunidad que hay ahora con el dinero de los fondos europeos.
–Por ir a lo concreto, ¿qué le parece cuando los vecinos afectados por Garma Blanca o Ribota dicen que 'eólicos sí, pero aquí no'? ¿Es una posición egoísta?
–Tenemos que escuchar a todos los agentes que están vinculados con la eólica. Escuchar a la gente que está cerca de estos parques, que por otra parte no son proyectos nuevos. A ellos tenemos que transmitirles el rigor con el que trabajamos. El Gobierno tiene que ser muy exigente en la tramitación. Han salido ya Ribota y Garma Blanca, pero van a salir todos los demás a información pública, y tenemos que explicar que en el proceso participativo todos van a ser escuchados y que vamos a aplicar el mayor rigor para que todos los impactos (ambiental, económico, patrimonial...) sean recogidos. Pero la realidad es que estas actuaciones son compatibles con todos los entornos. Hay parques instalados en reservas de la biosfera y en entornos de la Red Natura 2000. Hay que ser muy exigentes en ver qué medidas correctoras necesitan para que se puedan instalar en determinados entornos.
–Dicen que escuchan a los agentes, pero la mayoría de los vecinos se oponen. Se quejan de su negativa a presentar alegaciones a los grandes parques que tramita el Ministerio.
–Respetamos el proceso administrativo de los parques que tramita el Ministerio. Tenemos confianza en su personal técnico y no me cabe duda de que van a ser muy exigentes. En el caso de Garma Blanca, sí hemos informado de algunas duplicidades, de la coincidencia en el espacio con otros proyectos que están en marcha, para que se tengan en cuenta.
–Hay proyectos en tramitación con una energía superior a la que Cantabria consume en un año. ¿Existe el riesgo de que los valles se llenen de molinos?
–Para ser honestos con nosotros mismos hay que decir que llevamos más de 15 años trabajando en renovables y sólo hemos sido capaces de poner en marcha el parque de Soba. Nadie puede pensar que esto va ser un cambio tan drástico. Estamos trabajando con unos números razonables. Lo que no podemos permitirnos es apartarnos de Europa, que tiene trazadas unas líneas de actuación verdes para la industria y la sociedad, y de España, que ha suscrito ese compromiso y ha creado una hoja de ruta con la eólica para pasar de 20.000 a 50.000 gigavatios. Cantabria no puede ser ajena cuando va a haber unos proyectos de inversión enormes que repercutirán en la prosperidad de las regiones. No podemos estar ajenos cuando tenemos recursos. A ningún territorio con petróleo se le ocurriría hace 40 años no explotarlo. Cantabria puede exportar energía de forma razonable y debemos ponerlo en valor.
–Ahora mismo todo el territorio es susceptible de recibir molinos. Muchos partidos, incluido el PSOE, piden no dar ningún paso hasta que esté aprobado el PROT y se decida en qué zonas se permite crear parques.
–La tramitación de los eólicos tiene cuatro fases y estamos en la primera en todos los casos. El decreto español daba seis meses para que los proyectos que estaban parados avanzaran y se eliminan para evitar el riesgo de una burbuja. Ahora estamos revisando todos los anteproyectos y recogiendo la participación ciudadana. Creo que dará tiempo a aprobar el PROT antes de que se autorice cualquier construcción. El Estado, más que celeridad, nos pide que seamos serios. Si queremos optar a ayudas para la transición verde de los fondos europeos hay que ser serios.
–El PP alertaba del peligro de que Cantabria no llegue a tiempo en la tramitación de La Pasiega para optar a fondos UE.
–No tenemos esa percepción, por eso estamos trabajando con toda la energía. Desde que ha llegado el nuevo equipo y también antes se ha trabajado con el máximo esfuerzo. Pero la tramitación administrativa es extraordinariamente compleja. Se exigen decenas de informes sectoriales. Nos gustaría que tuviera otros tiempos, pero son los que son.
–¿Este año comenzarán los trabajos sobre el terreno?
–Sican se está dejando las pestañas en ello con toda la energía y con toda la colaboración del resto de la Consejería. Hay esperanzas de acometer algunas actuaciones en un plazo razonable. Este año estamos en el límite de ser demasiado temprano. Los proyectos europeos tienen que estar suficientemente maduros para que sean aceptados y eso es lo que estamos haciendo.
–Dicen sus jefes que todos los días llaman empresas para interesarse. ¿Es así? ¿Dé nombres?
–Incluso hay actuaciones hoy que quieren ir a La Pasiega y que se están derivando a otras áreas industriales porque no está disponible. Tenemos una situación privilegiada en relación al Puerto y necesitamos nodos logísticos que canalicen toda la cadena industrial. Con este centro no estamos inventándonos nada y con La Pasiega hay consenso total.
–¿Hay posibilidades de reconducir la situación de SEG en Treto?
–Tenemos que estar cerca de las empresas y los trabajadores. Nos estamos reuniendo con todas, también con SEG. El Gobierno ha hecho un trabajo de acompañamiento. SEG tiene un plan de futuro muy potente, muy ilusionante, y al mismo tiempo una situación complicada en el corto plazo. Con SEG había un riesgo cierto de deslocalización y lo que ha querido la Consejería es evitarlo. Lo mismo que hemos actuado con Nissan, si no le damos un camino de futuro tanto para el problema de hoy como para el estructural, el reto del vehículo eléctrico, habrá un conflicto hoy y también a futuro.
–Industria ha destinado a esta factoría una gran cantidad de recursos públicos. ¿Por qué no se supeditan esas ayudas al mantenimiento del empleo?
–Todas las actuaciones que tenemos de inversiones productivas tratamos de condicionarlo a la creación de empleo y estamos estimulando ese tipo de ayudas, pero la realidad es que muchas empresas están en una situación muy compleja. Abrir camino a través de dinero público no es algo nuevo, sino de sentido común. Las regiones más potentes a nivel industrial no han surgido de la nada, sino que han sido impulsadas desde lo público.
¿Veremos el zinc?
–De las siete empresas que optaron a hacer prospecciones en busca de zinc en el Besaya, sólo una continúa.
–Es un poco más complejo. Cuando hay un interés de una empresa en una investigación minera, el Gobierno tiene la obligación legal de sacarlo a concurso. No era opcional. Es verdad que sólo una de las empresas está trabajando en la zona de Udías con una intensidad razonable teniendo en cuenta la pandemia y con un plan para este año. Y hay otras empresas que están en tramitación ambiental y que se han quedado en ese proceso burocrático que hay que acelerar. El permiso de Emerita, que era el más importante, no tuvo la misma intensidad. Solicitaron la prórroga y se desestimó. La empresa presentó un recurso porque no estaba de acuerdo y esperamos que se concluya en días.
–Insisten en que hay mineral. ¿Qué dicen los análisis de los pinchazos de Emerita, que aunque hizo muchos menos de los prometidos, alguno hizo?
–El problema es que la campaña de investigación fue tan pequeña que a nivel estadístico los resultados son poco consistentes. Había resultados desiguales. Para tomar decisiones hacían falta 150 pinchazos y se hicieron seis. Con esa magnitud no se pueden sacar conclusiones.
–¿Fue realista la promesa de Revilla de un millón de toneladas al año y la creación de 2.000 puestos de trabajo?
–No tengo los elementos para opinar. De cualquier forma, no es un problema de realismo o no. Si no hubiera una base, un gigante de la minería como Riotinto no se habría presentado. Cuando se presentan promotores de esta envergadura el Gobierno tiene la obligación de explorar ese camino. Lo que pasa es que pueden surgir dificultades que den al traste una iniciativa.
–Entonces, ¿llegaremos a ver actividad extractiva?
–A día de hoy, el único indicio que tenemos es el interés industrial, que es un indicio muy potente. Si se mantiene el interés, lo lógico es volver a explorar ese camino.
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