Varios montones ordenados de papeles ocupan la mesa de su despacho en el edificio de los juzgados, en Las Salesas. Son su herramienta de trabajo ... cuando se trata de ejercer como directora del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cantabria. Pero la verdadera naturaleza de su oficio está en la sala de autopsias, en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, donde se afana en leer las claves con las que un cadáver puede explicar su propia muerte. «La gente piensa que llega un momento en que te insensibilizas y te acostumbras pero es imposible. Aún hay casos que me llegan a afectar emocionalmente porque son estremecedores», reconoce Pilar Guillén (Madrid, 1958). Acepta esta entrevista pese a que siempre ha eludido cualquier protagonismo, «pero creo que es importante que expliquemos en qué consiste nuestro trabajo, porque para mucha gente no existimos», argumenta justo ahora, cuando sucesos como el asesinato del jubilado de Castro Urdiales o el incendio que terminó la pasada semana con la vida de una madre y su hija en Laredo, han convertido su trabajo en clave ineludible para descifrar lo que realmente ocurrió.
-Todos estos casos abiertos llevan a muchas personas a preguntarse cuál es exactamente su papel en el esclarecimiento de los hechos.
-Puedo hablar de temas generales relacionados con nuestra función y con cómo hacemos el trabajo. Pero me vas a tener que perdonar porque no puedo hacerlo de ningún caso concreto y menos aún de los que están bajo secreto de sumario.
-Pero sí puede explicar el fundamento de este oficio.
-Eso sí, claro. Los médicos forenses somos auxiliares de la Administración de Justicia, y nuestra labor gira en torno a dos supuestos fundamentales. Por un lado está el trabajo de clínica, que se realiza sobre personas vivas, por ejemplo, con la valoración de un daño de lesiones para determinar las posibles imputabilidades. Aquí mismo, en este edificio de los juzgados, se ve a personas sobre las que previamente el juzgado nos ha solicitado un reconocimiento.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo para determinar si un señor tiene una patología mental, porque su imputación puede depender de ello. Y luego está el servicio de patología, que se realiza en el Hospital Valdecilla y que tiene que ver con las autopsias.
-¿Cuándo se realiza exactamente una autopsia?
-Siempre que se trate de muertes violentas o sospechosas de criminalidad. Con esos preceptos es obligado determinar la causa de la muerte para esclarecer todas las circunstancias. A nosotros también llegan cadáveres que sin ser una muerte sospechosa de criminalidad, no tienen firmado el certificado de defunción. Normalmente realizamos unas 360 autopsias al año en Cantabria.
-¿Ustedes también realizan el levantamiento del cadáver?
-Es el paso previo a la autopsia. Antiguamente los realizaba la misma persona pero ahora la especialización nos obliga a separar el trabajo. Es una labor que realizan los médicos forenses de guardia.
-Aunque todavía existe un paso previo.
-Sí, el reconocimiento del lugar del suceso con múltiples fotografías.
-Antaño se realizaban croquis y dibujos.
-Pero ahora el avance de la técnica nos ha permitido mejorar.
-¿Existe un protocolo de actuación en esas situaciones?
-Claro, para no destruir pruebas y para ser eficaces, para que no se nos escape nada. Una vez hechas las fotos se estudia todo el entorno. Por ejemplo, si se sospecha que la persona ha podido morir por intoxicación, se buscan medicamentos u otras sustancias que puedan aparecer alrededor. Se busca junto al cadáver, en la cocina o el baño, etcétera.
-¿Se ha encontrado alguna vez con el crimen perfecto?
-Creo que es muy complicado porque siempre, siempre, termina por aparecer una pista que lleva a desentrañar lo que sucedió. Hay casos que se resuelven inmediatamente y otros tardan más, pero al final acaba descubriéndose, porque las técnicas han evolucionado mucho. Aun con todo recuerdo un caso en que nos sorprendió mucho el desenlace. Sucedió al estudiar el cuerpo de una mujer que estaba completamente calcinado, que incluso había perdido algún miembro. Pero sucede que la caja torácica está muy protegida y se conserva muy bien, y los pulmones, como el corazón, suelen preservar tejidos tras un incendio. Pues nos dimos cuenta de que había sido apuñalada a la altura del corazón. En este caso, si no hubiésemos sido escrupulosos con el proceso, cualquiera habría dicho que esa mujer había muerto quemada y no apuñalada. Y la diferencia es muy grande, claro.
«Analizar una cabeza puede darnos la identidad del fallecido; pero sin cuerpo es más difícil ver lo que pasó»
-¿Es preciso encontrar todo el cadáver para imputar a alguien, o puede bastar con una cabeza?
-Una cabeza puede ayudarnos a establecer la identidad del fallecido. También a determinar una causa de muerte si, por ejemplo, muestra un traumatismo incompatible con la vida. Pero lo que no se puede ver, lo que está en el cuerpo que no se ha encontrado, resulta difícil de esclarecer.
-En ocasiones la sala de autopsias debe ser complicada. Supongo que este trabajo es muy vocacional y hay que tener una pasta especial.
-La gente cree que como es nuestro trabajo llegamos a acostumbrarnos, pero nunca te acostumbras. Ni a la sala de autopsias, ni a otras cuestiones de este trabajo. Yo lo hablo mucho con mis compañeras, la jefa del Servicio de Patología, Ana María García, y la responsable del Servicio de Clínica, Elena Altuzarra, entre otras compañeras. Hay veces en que llegas a casos complicados que te siguen afectando mucho a nivel emocional. Cuando sobre la mesa tienes el cadáver de un abuelo, entiendes que es ley de vida, pero cuando es un niño, o una persona joven... Cuando observas personas politraumatizadas o víctimas de un crimen donde por ejemplo hay descuartizamiento... eso nos impresiona bastante. Y al final todo esto te lleva a pensar qué puede llevar a una madre a matar a sus propios hijos, o a un padre a abusar de su hija. Y no todos tienen drogodependencia o patologías mentales, pero desgraciadamente la vida es así.
«La gente piensa que te acostumbras, pero hay casos que aún me afectan mucho en lo emocional»
-La sociedad de hoy, que siempre busca explicaciones a las cuestiones que no comprende, busca razones para dar sentido a todos estos casos. Quizá hay que pensar que sencillamente la maldad existe.
-Es que no hay un prototipo de asesino, ya digo. Pensemos en esos agresores de violencia de género que de cara a la galería son los perfectos maridos o vecinos. Hay gente que ha terminado matando a su mujer y que a la vista de todos era familiar, agradable y paseaba todos los días con ella del brazo.
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