Es optimista. El trabajo, estrecho y «laborioso» con las empresas del sector, el 'plan de despegue' de 8,3 millones, o la progresiva digitalización de los servicios pueden empujar la actividad, electrizarla. Su meta es que Cantabria se reconozca como un destino seguro, sin masificar, naturaleza pura. «La gente sabrá valorarlo».
«No podemos dejar de hacer las cosas por el miedo a que pueda revertirse la situación»
-¿Se salvará la temporada de verano? ¿Cuál es la previsión?
-Todo apunta a que sí. De momento son previsiones y pueden darse circunstancias que lo cambien todo, y si algo hemos aprendido con esta pandemia es que todo puede cambiar de un día a otro. Pero las previsiones de las empresas, la petición de reservas, la expectativa es muy buena, y no sólo en el turismo rural, que ya esperábamos, sino también en los hoteles de ciudad. Nuestras ciudades no están concebidas como una gran urbe, son entornos manejables en las que puede mantenerse la distancia que marca la seguridad, y la seguridad, además del poder adquisitivo, lógicamente, es lo que puede hacer dudar a la gente sobre ir o renunciar a las vacaciones. Destinos como el nuestro están bien posicionados para que, cuando la gente decida dónde ir de vacaciones, elija Cantabria, con naturaleza y sin masificaciones.
-¿Y a medio plazo, pensando ya en el otoño y en los meses posteriores, cómo prepararse para ese horizonte incierto?
-Nosotros, independientemente de lo que pueda pasar, tenemos que estar preparados. No podemos dejar de hacer las cosas por el miedo a que pueda revertirse la situación. Durante los meses de confinamiento, aparte del trabajo para el cierre paulatino y ordenado de los establecimientos, aparte de preparar listas de establecimientos para servicios esenciales o para el personal sanitario; de la elaboración de las guías de procedimientos..., si algo sabíamos era que la apertura sería gradual y que íbamos a empezar por tener movilidad dentro de la región. Establecimos distintas etapas. En la primera, la idea era fomentar 'Cantabria entre los cántabros', y en nuestra campaña dimos a conocer una Cantabria diferente, escondida, desconocida para muchos de ellos. Y esto añadido a las entradas gratuitas a Cabárceno, Fuente Dé y El Soplao vinculadas al consumo de los cántabros en bares, cafeterías, restaurantes.
-¿La segunda se referirá a la campaña nacional?
-Efectivamente, el siguiente paso es la campaña nacional que empezamos la semana pasada y en la que hemos incorporado los iconos tradicionales y las entradas se pueden conseguir con pernoctaciones y paquetes turísticos. Una vez que finalice esto, el 23 de julio, y para favorecer al cliente fiel de todos los veranos, al cliente familiar, tendrá entradas gratuitas para los niños. Y además empezaremos a tramitar el plan de medios, que esperamos poder tener para finales de agosto, pensando para potenciar el otoño, es decir, que la gente que no ha podido venir en primavera se anime a viajar en otoño; que con un buen otoño se pueda recuperar parte de lo que no tuvimos en primavera. Además, a partir del 15 de septiembre empezaremos con el turismo senior. Son un mercado muy interesante, que viaja fuera de la temporada estival, y que este año no han tenido la posibilidad del Imserso. Y también es por premiar a una población que ha sufrido especialmente la pandemia.
«Es un turismo interesante para muchos municipios; que consume, acude a restaurantes»
-¿Y tienen pensado algo de cara al mercado exterior?
-Con la apertura de los vuelos ya empezamos otra vez con campañas de marketing y acciones más incentivadores con las compañías áreas, tanto en rutas nacionales como internacionales, para animar a la gente. Hemos tenido un perfil discreto en este sentido durante este tiempo, y ahora vamos a empezar a recuperarlo paulatinamente. Gracias a las compañías tenemos acceso directo a un turista muy cierto y les mandamos puntualmente notificaciones, archivos multimedia...
-El 80% de los turistas en Cantabria son españoles. ¿Esto puede cambiar, aumentar incluso?
-Cerramos 2019 con 78% nacional y 22% internacional. Sabemos que en el mercado nacional tenemos que competir con destinos parecidos, por lo que siempre hemos hecho hincapié en el internacional, donde tenemos más potencial de crecimiento. Este año todo ha cambiado, no sabemos cómo se va a comportar el turista internacional: si la apertura de fronteras y vuelos se va corresponder con que la gente se decida a viajar. Es incierto. Por lo que sabemos, los vuelos no van mal de ventas y creo que le gente, poco a poco, va a ir quitando el miedo a hacer determinadas actividades. Y me gustaría que fuera con total responsabilidad: no vale con que cumpla el 95%, tiene que ser el 100%. Poco a poco la gente se concienciará en el uso de mascarilla, prevención... Cuando comience a normalizarlo, a interiorizarlo, quitarán el miedo.
-El turismo que puede crecer es el vinculado al camping, a la autocaravana. ¿Piensa reforzarlo?
-El camping en Cantabria ha crecido poquito, han crecido las plazas pero llevamos frenados en 50 campings desde hace tiempo, básicamente por razones de suelo. El sector tiene prácticamente la mitad de plazas del total, es estacional pero tiene una buena distribución geográfica. Sus plazas, repito, son muy importantes. En 2019 sacamos nuevo decreto de camping y autocaravanas, se había quedado obsoleto.
-¿Y qué hay de la regulación de las autocaravanas?
-La regulación de las autocaravanas es importante por imagen y demanda social. Es algo que si está regulado es bueno, y, si no está controlado, no lo es. Es importante que tengan áreas específicas porque su requerimiento lo es: necesitan la recarga del suministro eléctrico, de agua y la evacuación de aguas residuales. Y las áreas, tal y como las hemos concebido en la normativa, se adaptan a sus necesidades. Pero estamos muy lejos de lo que podríamos estar porque somos un destino atractivo para este tipo de público. Hemos llegado a ejecutar bastante áreas de autocaravanas -Corvera de Toranzo o Campoo-. Es importante que los ayuntamientos sean conscientes de que es un turismo interesante, que consume entre 60 y 70 euros al día, que acude a restaurantes. Y, sobre todo, hay ayuntamientos que quizá no tienen capacidad para estimular la inversión privada en otro tipo de establecimientos. Es un perfil de turista diferente que para determinados municipios que necesitan el turismo como enganche para mantener población o generar una actividad económica alternativa es una vía interesante. Hay bastantes peticiones que no hemos podido atender, espero que sea el año que viene.
-Regresan a Cantabria los ciudadanos vascos. La economía de la zona oriental depende en buena medida de ellos. ¿La dependencia es excesiva?
-Trabajamos en fidelizar a nuestros visitantes y en ampliar mercados en puntos de población importantes. El vasco es un mercado muy importante para Cantabria. En 2019, son datos provisionales del Icane, recibimos un millón. Poco más de la mitad se quedaban en segundas residencias o en casas de amigos y familiares, y el resto utilizaban alojamientos reglados de todo tipo. Es un mercado con un buen poder adquisitivo y un consumo alto. Además, tiene un comportamiento diferente, por ejemplo, a Madrid o Castilla y León: si nos centramos en el turista, son clientes de puente y fin de semana a lo largo de todo el año, completamente desestacionalizados. Son importantes: repiten, están todo el año. Tenemos que conseguir que sigan contentos quienes ya vienen a Cantabria. El 80% de nuestros visitantes repiten y esto es muy importante, quiere decir que no se frustran expectativas.
«Se van a recuperar más orientados al turismo sostenible, así que encajan en nuestra estrategia»
-¿El plan de despegue es suficiente? ¿Se podrá ampliar?
-Teníamos que ser ágiles y movilizar nuestros recursos. Todo lo que venga de forma adicional, bienvenido sea, todas las ayudas van a ser pocas para recuperar la actividad y que no se pierdan empresas y empleo. Pero no podíamos estar de brazos cruzados, esperando. Prescindimos de lo que teníamos comprometido en el presupuesto, y, con lo que no, hicimos una bolsa de dos millones, que no es mucho, pero puede ser una ayuda para las empresas. Se trataba de que esta ayuda complementara otras. Se trataba de colaborar con nuestros recursos para que las empresas pudieran aguantar hasta retomar la actividad. Ademas de esas ayudas directas, que van a la cuenta de 6.852 empresas, que son muchas, lo que también podíamos hacer, con la otra pata turística que es Cantur, era potenciar y canalizar la promoción, sin dispersarse, adaptando el mensaje al mercado que teníamos en cada fase.
Y el Gobierno de España ha anunciado 4.200 millones en ayudas, y, entre ellas, hemos hablado de la recuperación de unos planes en destinos que fueron muy demandados y con buenos resultados. Desde 1999 y hasta 2014 se desarrollaron en ayuntamientos y mancomunidades con fondos financiados por las tres Administraciones. Primero en mercados maduros, tradicionalmente turísticos; después llegaron los de producto turístico... Fueron útiles y a muchos territorios les llegó una inversión potente. Y ahora se van a recuperar con una fórmula parecida y más orientados al turismo sostenible, por lo que encajan con nuestra estrategia. Nos va a ayudar a potenciar lo que ya hacemos, y a completar con otros proyectos de la UE. Todo, sumado, nos ayudará a crear un destino potente.
«Cumplimos los requisitos para estar en el 'mercado premium'»
-La situación lo que hace es ratificarnos. El año pasado empezamos a trabajar mucho en el turismo sostenible. La gran referencia de Cantabria es su entorno privilegiado y tenemos que cuidarlo. Nos han aceptado en un proyecto piloto de sostenibilidad turística, solo son cinco autonomías, para entrar en el selecto club del ecoturismo de Europa. Para ello, tienes que trabajar mucho en zonas con protección reconocida, y por eso colaboramos intensamente con Liébana, Valles Pasiegos o Costa Quebrada. Trabajamos en más cosas. Este año recibiremos el estudio de la UC sobre turismo cultural. Aquí pecamos de exceso: tenemos tanto patrimonio que necesitamos hacer selección, un censo, saber qué está en disposición de convertirse en producto turístico.
-Sí, en el sector del turismo de lujo. Queremos dirigirnos a un cliente que encaja bien en nuestra oferta, que cumple los requisitos para estar bien posicionada en el 'mercado premium', tanto a nivel de cruceros -pequeños, que no agoten la capacidad de carga-, como en experiencias auténticas y exclusivas. Esto significa que puedan conocer cómo se hace un sobao, cómo se trabaja la piedra... Experiencias que forman parte de nuestra cultura y permiten fijar la población o combatir el despoblamiento en el ámbito rural, que es donde se realizan la mayoría.
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