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¿Vamos hacia un confinamiento total? Dada la realidad que dibujan los datos de la pandemia, la pregunta se ha vuelto una necesidad, más que una advertencia. Sobre la mesa, la nueva cepa británica y su alta trasmisibilidad, los efectos de la movilidad durante ... las fiestas, y cómo no, la denominada tercera ola, que ya está aquí elevando los contagios a niveles que recuerdan al peor pico de primavera. Así que en este contexto, y mientras la vacunación avanza a un ritmo intermitente, cabe preguntarse si el horizonte al que nos enfrentamos es el mismo al que se asoman países vecinos como Portugal, que ha decretado confinamiento duro durante un mes; o en Irlanda e Inglaterra, donde la nueva cepa provocó el cerrojazo de los países: ¿es lo que nos espera?
El viernes, el mismo día que la OMS pedía a los países europeos que endurezcan las medidas ante las «elevadas» tasas de transmisión que se están registrando, en nuestro país, comunidades autónomas como Galicia, Castilla y León o Andalucía solicitaban al Gobierno de Sánchez herramientas legales para decretar el confinamiento, ya que las tasas de contagio disparadas y una presión hospitalaria insostenible han vuelto necesario plantearse la opción de recluirse de nuevo en casa. «Cerrar a cal y canto sería una catástrofe económica», dijo ese día el presidente Revilla, pero ¿y si se vuelve necesario? «Con las cifras que tiene Cantabria ahora mismo, quizá no es necesario, pero al ritmo al que están aumentando los contagios, pregúnteme la semana que viene», advierte la jefa de servicio de Medicina Preventiva del Hospital Valdecilla, Henar Rebollo: «No estamos como Castilla y León, Andalucía o Madrid», matiza, «pero si las predicciones de los epidemiólogos se cumplen, a lo mejor habría que sentarse a pensar en la próxima medida más restrictiva que hay que tomar, y fácilmente puede ser un confinamiento».
En el diagnóstico coincide el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Cantabria, Javier Llorca. Preguntado por si el confinamiento es el camino, admite que es una decisión «posible», ya que «no da la impresión que hayan tenido resultado las medidas de las últimas semanas». Y entre porcentajes y términos que nos hemos acostumbrado a manejar con naturalidad como tasa de incidencia, casos activos o edad de los fallecidos, Llorca apunta directamente al epicentro del debate: «Las cifras de fallecidos que estamos teniendo ahora en España es como si dos aviones se cayeran cada día, es decir, casi 400 muertos al día», dice el catedrático, que recurre a lo gráfico de la imagen para trasladar la envergadura del desastre: «Si hubiera dos aviones que se caen a diario, ¿se imagina el escándalo? Y esos días en los que se ha llegado a contar mil muertos, cuatro aviones, ¿quién se atrevería a coger un avión en ese contexto? El año pasado hubo 80.000 muertos de más, según el INE, pero hay una parte relevante de la sociedad que no cumple las recomendaciones, y tengo claro que en una situación como esta hay que tomar medidas enérgicas».
«No sé si el confinamiento total es la salida, sí es cierto que es muy difícil el equilibrio entre las medidas a tomar y las que hay que seguir viviendo, entre la actividad económica y que la gente tenemos que seguir. Encontrar el equilibrio de lo que hay que hacer es lo más difícil. Los sanitarios nos encargamos de atender la necesidad y es más labor de los políticos encontrar ese equilibrio», dice Esther Muñoz, enfermera de Medicina Preventiva de Valdecilla. Desde que empezó la pandemia está ligada al estudio de los pacientes con covid y su rastreo en el hospital, por lo que percibe en primera línea la altura de la ola que ha llegado: «Tenemos más casos detectados porque se hacen muchas más pruebas y es posible que nos puede conducir a un confinamiento más severo, y aunque primero hay que ver cómo crece esta tercera ola, el hándicap es la variante británica: estamos muy alertas». Porque la amenaza ahora también está en la «alta trasmisibilidad» que presenta la nueva cepa. El escenario que se abre a medida que se reciben más datos, no sólo de contagios sino del tipo de virus que afecta a los positivos detectados, determinará la respuesta de Salud Pública. «El mecanismo de transmisión sigue siendo el mismo y por lo tanto las medidas a aplicar y que funcionan son las mismas», dice el director general, Reinhard Wallmann, sin embargo, puntualiza, «si la dimensión del contagio se hace mayor, y las medidas utilizadas hasta ahora no lo disminuyen, habría que añadir medidas más estrictas». Ya en su primera intervención en rueda de prensa esta semana, Wallmann advirtió de que «habría que tomar más medidas si se impone esta nueva cepa británica», y puso como ejemplo la velocidad con la que había penetrado en Irlanda: «Hace una semana tenían un 11% de este virus y ahora está en el 45%».
Son los datos, por tanto, los que van a marcar el camino, y por el momento, Cantabria ha pasado de una incidencia acumulada de 298 casos por cada 100.000 habitantes a 311, o bien, como apunta Rebollo, el aumento de un 35% de los contagios en una semana. «Estos días estamos viendo que la incidencia acumulada está empezando a bajar en Irlanda y en Inglaterra, así que sabemos que con medidas duras la nueva cepa va a disminuir», añade el epidemiólogo. «Irlanda partió de un nivel más bajo de España, pero tenía la situación más relajada de restricciones, lo que impulsó el crecimiento exponencial, pero Inglaterra estaba en un nivel parecido a España y han hecho el 'lockdown' (confinamiento) completo y desde el 10 de enero están bajando». Ahora bien, que la medida funcione no quiere decir que se adopte, y todos los expertos consultados por este periódico así lo subrayan.
«No sé si el confinamiento total es la salida», dice Esther Liaño desde Medicina Preventiva: «Los políticos tienen datos que nosotros no tenemos e irán tomando decisiones en función de dicha información, sin embargo son muchos elementos a tener en cuenta, desde un punto de vista sanitario hay que establecer medidas de aislamiento y contacto, higiene y separación social, pero en la sociedad hay que tener en cuenta muchos otros factores».
«Me faltan datos para dar una respuesta, pero es un equilibrio difícil», admite Llorca. «En muchos países se han tomado decisiones condicionadas por la enfermedad mientras los sectores sociales, económicos y humanos reclamaban que se abriera la mano» y amplía el foco para tratar de comprender hasta qué punto una restricción más severa encajaría en la realidad actual: «Supongo que si tuviera un restaurante le estaría diciendo otra recomendación totalmente distinta, pero hay una parte esencial de la sociedad que parece que está aceptando lo de los dos aviones cada día y aceptar eso no es normal».
Reinhard Wallmann- Director general de Salud Pública
Esther Muñoz - Enfermera Medicina Preventiva
Javier Llorca - Catedrático Salud Pública UC
Gestionar y planificar y decidir y legislar sobre el bien común es la función de los gobiernos, pero decretar un confinamiento, con la repercusión económica, social, incluso electoral que conlleva, tras nueve meses de pandemia, no es, por tanto, asunto fácil. En esta coyuntura mundial, en la que los propios sanitarios confiesan ir a veces «a ciegas», ¿hasta qué punto la política es la defensa contra el covid? «La ciencia busca respuestas a preguntas científicas que no siempre sirven como respuestas a preguntas políticas», dice al respecto Reinhard Wallmann, epidemiólogo de Valdecilla y, desde hace diez días, en el cargo de director general de Salud Pública. «Como sanitario, como técnico –matiza Henar Rebollo–, creo que el confinamiento domiciliario es una medida eficaz para reducir la movilidad y las interacciones sociales, y por tanto los contagios, pero incide de forma negativa en otros ámbitos y hay que gestionar muy bien esta medida. Debe usarse en el momento adecuado y actuar en un tiempo corto y después reactivar toda actividad», dice.
«Son medidas duras que conllevan restricciones de la libertad, pero los políticos deben gestionar estas cosas y sobre todo planificar», añade, porque el problema está aquí, es real, y se percibe en la presión hospitalaria: «Tenemos un aumento espectacular de contagios en Cantabria y esto significa más hospitalizaciones, más fallecimientos, más camas en la UCI. Hay que tomar medidas y sobre todo hacerlas cumplir. Hay que estar preparados para evitar saturar el sistema sanitario y no sólo por las patologías covid, sino por tantas otras que requieren asistencia».
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