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Se empezó de cero. Todo estaba por hacer. En 1977 la constatación de que el sistema había fracasado era total y España estaba situada en la línea de salida. Había dos direcciones: hacia delante o hacia atrás. Nadie lo dudó y si alguien lo hizo, ... optó por sacrificarse por el interés común. En aquella época se huía del pasado y actualmente, a expensas de los acontecimientos de los últimos cinco años –cuatro elecciones, meses de Gobierno en , sin acuerdos...–, nadie sabe hacia donde se va. Los momentos históricos no son los mismos ni tampoco los dirigentes. En los años setenta se produjo el mayor pacto de la democracia española, «un gran acuerdo de reconstrucción nacional» que pretende el actual Gobierno central reeditar puesto que entiende que tras la crisis del Covid-19 la vida política se regirá por otros códigos.
En el epicentro de lo que se pergeñaba en 1977, Cantabria estuvo presente y formó parte del proceso. Cinco diputados compartieron la primera línea: tres de UCD, uno de Alianza Popular y uno por el PSOE. Entre ellos estaban Justo de las Cuevas (UCD) y Jaime Blanco (PSOE), que ocuparon un asiento en ese Parlamento ansioso por cerrar acuerdos y pactos. Desde la distancia, pero en primera línea, asistieron Alberto Cuartas (UCD) y Adolfo Pajares (PP) y todos coinciden en la explosión de «entusiasmo y necesidad» que presidieron los Pactos de la Moncloa, los cimientos de los derechos y libertades que un año después derivaron en la Constitución. Ellos mejor que nadie pueden analizar las diferencias entre los momentos y entre las personas que fueron capaces de renunciar a su ideales por un futuro mejor. Muestran sus dudas, señalan el camino, establecen las diferencias y las esperanzas y advierten de la obligación moral que le corresponden a los gobernantes actuales.
Ilusión. La palabra se repite una y mil veces. «Teníamos muy claro lo que queríamos y lo que se necesitaba en ese momento. Y lo teníamos claro todos», asegura con rotundidad Justo De las Cuevas. Vivió en primera persona el cambio histórico y le tocó «discutir desde las mesas sectoriales lo que luego se debatía en Madrid». Insiste en que el «entusiasmo con el que se trabajó fue clave». El exdiputado señala que «fue una época tensa, pero todos lo hicimos bien. Adolfo Suárez estuvo muy acertado; Felipe González supo estar a la altura... Habíamos tenido bastante con Franco y sabíamos que la democracia era imprescindible». Admite que la época de entonces, el momento y las personas no son las mismas. «En su día había una talla moral y política muy superior. Todos eran universitarios, empresarios de éxito y todos eran líderes y con un bagaje», explica De las Cuevas. «Íbamos en la misma dirección, yo mismo entablé con Santiago Carrillo una gran amistad. Los dos éramos muy cafeteros». Sin embargo, lamenta que «ahora con esta crisis nadie sabe a dónde va ni lo que quiere». Se muestra preocupado porque «se avecina un periodo no tan próspero, como fue entonces», pero confía en que «de aquí salga una Unión Europea más fuerte», algo que en su día «no existía».
Escéptico, pero esperanzado. El exdiputado cántabro señala que «las circunstancias de antes no son las de ahora, y además actualmente hay unos componentes ideológicos muy fuertes y un nacionalismo extremo que está boicoteando todo». Blanco apunta la gran diferencia entre lo que en 1977 fructificó en los Pactos de la Moncloa y lo que hoy impide algo similar. «Había voluntad de superar los desencuentros, de volver a la normalidad democrática. Todos teníamos un interés común y ahora eso no está tan claro». Indica sin tapujos la clave de aquel éxito: «Suárez forzó a todos los demás a entrar en la ronda de pactos al cerrar su acuerdo con la izquierda». En otras palabras, «aquello fue como si hoy Casado pactase con Iglesias, pero algo así a la vista de las declaraciones no lo veo tan sencillo», lamenta. Insiste en que el momento actual no es idéntico, pero sí la necesidad de ir de la mano. «En su día no existía la Unión Europea, ni había autonomías...». Sin embargo Blanco tiene claras varias cosas. «La Unión Europea o es Unión de verdad o no es nada. No puede ser que haya diferencias entre los países del norte y del sur. Deja algo que desear lo que es para los europeístas que pretendíamos otra cosa y espero que todo cambie y sirva para mejorar todo».
No se trataba de «conseguir un acuerdo con mayoría simple, sino de algo que fuera mayoritario para todos los españoles», afirma Alberto Cuartas, quien anota que «no sólo fue un pacto político, sino económico y social». Admite que entonces salían de una dictadura «y eso ahora no ocurre», pero señala a las personas y sus actitudes como esenciales para que se consumase con éxito el gran pacto. «Se pensaba en la solución para España y no para un día. Ahora eso se me antoja complicado porque ¿cómo vas a pensar en un acuerdo de colaboración cuando cada líder manda a sus lebreles a poner a parir al contrario cuando puede?». Cuartas no distingue un modo especial de vivir aquella época en Cantabria. «España iba de la mano.Sí es cierto que querían integrarnos en la autonomía de Castilla León y finalmente no lo hicieron y marcamos el camino a Madrid, La Rioja... Pero estábamos preocupados por la unión general, por crear un sistema nuevo porque lo anterior había fracasado». Cuartas explica que «en los setenta estaba todo por hacer, muchos de los mandatarios eran del régimen anterior, pero todos sabían que había que rehacer las cosas y eso es lo que yo ahora no veo con nitidez. La sensación es que los actuales líderes no piensan en un interés general».
Si fuera fácil no merecería ni debate. Es el momento más crítico de los últimos cincuenta años y de ahí que 1977 sea la referencia. «Se hizo un esfuerzo total y eso es lo que ahora se necesita. Hay roces, desencuentros, pero hay que dejarlos a un lado para buscar un interés común», señala Adolfo Pajares. El que fuera diputado por Cantabria entre 1983 y 2003 advierte de que «los líderes políticos que ahora deben reaccionar dicen que sí están decididos, pero tengo mis dudas cuando les escucho hablar con tanta dureza». Formó parte de la expansión de España tras los Pactos de la Moncloa desde el Parlamento, el epicentro legislativo, y señala «la predisposición que reinaba y que ahora, tal vez me confunda porque no los conozco, pero no la veo». «Había entusiasmo por llegar a acuerdos con el contrario, que no enemigo». No niega que «los momentos son distintos», pero nada de lo que pueda ocurrir se conseguirá «sin que se haga un esfuerzo total y con muchos sacrificios como fue en 1977». Pajares indica que «influyó de manera determinante que España necesitaba tomar medidas abiertas. Todos queríamos una democracia y eso podía con todo», y aunque ahora el sistema es de lo poco que no peligra «la necesidad vital por cerrar acuerdos globales es la misma».
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