Fallece Francisco Ignacio de Cáceres, abogado, político, escritor y periodista

Licenciado en Derecho e Historia Moderna, y perteneciente a la primera promoción de titulados en Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, tomó su primer contacto con el mundo del periodismo a través de su padre, Francisco de Cáceres Torres, histórico director del diario 'Alerta'. Esa inquietud, sumada a sus viajes y estudios, hicieron que se interesara por cuestiones internacionales, de las que escribió en sus colaboraciones con las agencias Efe, Pyresa, Logos e Iberia Press, y en el periódico 'Ya', entre otras publicaciones. Fue fundador y director (1972-83) de Radio Nacional de España en Cantabria, e incluso presentó un espacio semanal sobre política internacional en el Telediario de Televisión Española.

Formó parte, en 1972, de un grupo interministerial de especialistas encargado de estudiar las relaciones Iglesia-Estado, que lo llevó hasta Roma. Fue también profesor de los Cursos de Geopolítica puestos en marcha por la Escuela Superior del Ejército en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

En 1983 fue nombrado consejero de Obras Públicas del primer Gobierno regional. Su salida fue el origen de una crisis que terminaría obligando a dimitir al entonces presidente, José Antonio Rodríguez.

Tras apartarse temporalmente de la política, se dedicó a la abogacía, una actividad que compaginó con sus colaboraciones y con la publicación de varios libros de temática histórica, y otros de viajes y turísticos sobre Segovia, Santander y Cantabria.

Ocupó un escaño como diputado nacional, en el Grupo Popular, durante el primer Gobierno presidido por José María Aznar, asumiendo vocalías en las comisiones de Asuntos Exteriores, Infraestructuras y Medio Ambiente y Control Parlamentario de RTVE, aunque abandonó esa primera línea de la política al final de la VI Legislatura.

Certero analista de la actualidad regional, auguró con acierto el retraso en la finalización de la Autovía de la Meseta, y la dificultad de hacer llegar el AVE a Santander, más por el escaso peso político de Cantabria que por las dificultades orográficas. En su opinión, aceptar un ramal de la alta velocidad a Bilbao «sería la renuncia definitiva». En una entrevista a El Diario, reconocía que la autonomía «es un mal negocio». «Cantabria se ha quedado sin ser la salida de la Meseta y de Madrid al Cantábrico».