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Lucía Bedoya, de 44 años y vecina de Ledantes, en Vega de Liébana, ha muerto este lunes aplastada por 400 kilos de hierba compactada en una paca de grandes dimensiones. La mujer, que vivía con su madre y dos hermanos en el hogar familiar, se ... levantó temprano, como cada mañana, para bajar a la cuadra y dar de comer a los animales; pero lo que debían ser unas labores rutinarias terminaron en fatalidad. Uno de los hermanos de la fallecida se percató de que tardaba mucho en regresar y cuando bajó a la cuadra a comprobar qué sucedía, encontró a su familiar sepultada.
El aviso al 112 llegó a las 12.30 horas y se movilizó hasta el lugar a la Guardia Civil, a efectivos del 061 y a bomberos del 112 con sede en Tama. Pero no se pudo hacer nada por salvar su vida. Los bomberos no intervinieron porque el cuerpo no estaba atrapado y los sanitarios –la médico y la enfermera del consultorio de La Vega– sólo pudieron confirmar que estaba muerta.
Los agentes de la Benemérita custodiaron el cuerpo hasta la llegada de la Policía Judicial, que efectuó el levantamiento del cadáver, como sucede siempre en estos escenarios. La familia, consternada, rehusó hacer declaraciones mientras los vecinos confiesan estar muy afectados porque en una localidad tan pequeña «nos conocemos todos y es una fatalidad que nadie espera», confesó uno de los conocidos de la víctima.
Otro cántabro perdió la vida en condiciones similares en 2019. José Ángel Lavín Marañón, ganadero de 39 años, falleció en julio de ese año al ser alcanzado por un rollo de hierba seca de más de 600 kilos. Padre de dos hijos, estaba en la estabulación que regentaba junto a su familia en el barrio de Las Canteras, entre los pueblos de Igollo (Camargo) y Azoños (Santa Cruz de Bezana) cuando ocurrieron los hechos. El hombre fue socorrido en un primer momento por sus familiares, que se encontraban en el lugar, y que posteriormente llamaron al 061. Los sanitarios de emergencias desplazaron una ambulancia, que le trasladó en estado grave al hospital, donde murió pasada la medianoche
Además, otros dos cántabros han sufrido una muerte por aplastamiento en lo que va de 2021. Uno de ellos, un hombre de 48 años, falleció el pasado 8 de noviembre tras caerle encima unos palés cuando trabajaba en el almacén de la fábrica del Grupo Siro, en Aguilar de Campoo. El suceso tuvo lugar antes de las 11.30 horas. Julio González López, natural de Mataporquera pero afincado en Palencia desde que entró como operario en Siro en 2009, estaba manejando unos palés cuando, por causas aún desconocidas, se le vinieron encima y provocaron su muerte. El Servicio de Emergencias Sanitarias 112 de Castilla y León recibió una llamada en la que se alertaba de que un empleado de la fábrica había sufrido una accidente laboral en el almacén y hasta allí se desplazaron bomberos, la Guardia Civil y sanitarios del centro de salud de Aguilar de Campoo, pero no pudieron salvarle.
La otra víctima de este año, el pasado mes de agosto, fue un trabajador de 45 años que murió aplastado por un árbol que talaba en un bosque del barrio Montañán, en Carranza (Vizcaya). En su caso, y tras el aviso recibido por los servicios de emergencia, los equipos sanitarios tampoco pudieron hacer nada más que certificar su muerte.
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