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El sector del marisqueo vive sus horas más bajas en Cantabria. Cada vez hay menos interés en dedicarse a esta actividad por las limitaciones ... que existen a la hora de pescar y por la «escasez» de almejas y las «restricciones» que hay -por la contaminación- para hacerse con este preciado molusco en ciertos puntos de la región, como es el caso de la comarca oriental.
«Esto está agonizando», lamenta José Antonio Esgueva, presidente de la Asociación de Mariscadores Arcisa, que apunta que el principal problema que tienen en estos momentos es la «contaminación», porque desde Ampuero hasta la desembocadura del río Asón, en Colindres, hay «alrededor de 35 vertidos». Una circunstancia que ha provocado que en la zona comprendida entre el Club Náutico de Laredo hasta Carasa (Voto) y Limpias ya no se puedan pescar almejas por decisión de Medio Ambiente.
«Hemos pedido unas ayudas para poder paliar esta situación», comenta Esgueva, quien plantea que si se depurasen las almejas de esas zonas contaminadas podrían ser aptas para el consumo, según un estudio que han realizado. «El problema es que Europa no deja extraer marisco en esos puntos contaminados», apunta. «Almeja hay, pero en los sitios donde hay contaminación. Como no se cave y se mueva el terreno donde se encuentra, este marisco va terminar muriendo».
Esto está provocando que los dieciocho mariscadores de Arcisa, que están circunscritos al entorno de las Marismas de Santoña, no puedan pescar almejas, con lo que «en verano estamos viviendo de la pesca del muergo (navaja) y en invierno, de la de las ostras. Algunos también tiran de la pesca de percebes». «Nos han quitado el 50% de los parques naturales de almeja. De ahí que pidamos unas ayudas», señala Esgueva, que señala otros de los problemas del sector: «Todos no tenemos los mismos derechos. Por ejemplo, yo no puedo ir a pescar almejas a Santander, a pesar de que tengo el mismo carné que los de allí y soy cántabro como ellos». Además, dice que 35 mariscadores tienen carné de percebes pero otros tantos (actualmente hay unos 80 mariscadores en la región) no lo tienen. «¿Por qué?», se pregunta, al tiempo que dice que, a medida que los mariscadores se jubilan, «no dan más carnés».
El presidente de Arcisa, que recuerda que hace diez años pescaban hasta 8 kilos de almejas al día, tiene muy claro que o les abren las zonas contaminadas o no van a poder seguir con la actividad. «La respuesta que nos dan es que cuando se acabe la obra del subfluvial la situación mejorará, pero esa obra (y la del colector del Asón) no sabemos cuando estará lista», afirma Esgueva, que también cuenta que el mejillón ha «desaparecido» por completo en su zona.
En la bahía de Santander la situación es similar, según traslada David Vaquero, un veterano mariscador, de 48 años, que dice que «hay más osos en Cabárceno que mariscadores en la región (en Santander unos ocho, dice)». Y eso, entre otras razones, porque «no hay almejas y lo que se cultiva acaba muerto, como me ha pasado a mí con toda la producción de los 25 parques que he sembrado este año (que podrían haberle dado una tonelada y media)». ¿El motivo? «Los vertidos de ciertas empresas y polígonos de la zona». «He ido al Seprona y pasan de mí», lamenta.
David Vaquero
Mariscador
Según comenta este mariscador, el problema de la almeja es muy grande «porque aparecen en zonas donde hay materia orgánica (como las contaminadas, pero donde no se puede pescar). «Como la bahía de Santander está limpia...».
Para Vaquero el futuro del marisqueo en Cantabria pasa por la «profesionalización» del sector, «que la gente tenga unos estudios y unos títulos para ejercer esta actividad, como ocurre en Galicia y Francia». «Hay que evitar que se den licencias a furtivos y gente de 55 años que quiere coger bajas y prejubilarse, y que se meta gente que vaya a arrasar a la mar», apunta, al tiempo que dice que «si se hacen bien las cosas se puede vivir bien».
José Antonio Esgueva
Presidente de Arcisa
Eso sí, reconoce que aquellos que tengan que empezar de cero lo tiene «muy difícil». Para empezar necesitarían una embarcación y un atraque que podrían suponer un desembolso de entre 8.000 y 10.000 euros. «Luego, si vendes en Santander, tendrías que alquilar una lonja para meter todos los trastos». En su caso dice que hay meses que pone dinero y otros en los que apenas tiene gasto y todo son beneficios.
¿Pero se puede vivir de esta actividad con el problema de la falta de almejas? Vaquero cree que sí. «El 80% de los ingresos de algunos mariscadores proceden de los muergos. Otros se dedican a las ostras y pescan 300 kilos todos los días. Con las angulas algunos arreglan medio año...». Pero no solo se pesca eso, también asegura que en la mar hay bastantes erizos y percebes. «Material para pescar hay», concluye.
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Ana del Castillo
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