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Algunos establecimientos todavía tienen pegados en la puerta o en la cristalera los carteles de 'Se busca personal'. En otros reconocen que también han llegado a tenerlos en algún momento. Un problema que persiste aunque ya los hayan retirado. Lo cierto es que la hostelería ... arrastra desde hace meses, incluso años, la dificultad de encontrar profesionales para cubrir todas las vacantes en las plantillas y la situación se acentúa durante el verano en los municipios más turísticos de la región, donde la actividad se multiplica de forma exponencial.
«Tenemos que cerrar un par de tardes entre semana porque no llegamos», reconoce Borja Breijo, del restaurante La Caracola, en Somo. Para el sector se trata de un «problema muy gordo» que les obliga a bajar la persiana algunas jornadas para, por ejemplo, «limpiar los cacharros» porque no les da tiempo de hacerlo durante las horas de apertura del negocio. Así que la solución pasa por multiplicar los esfuerzos cuando están operativos y de esa forma responder al aluvión de clientes que reciben cuando llega la temporada estival. «Nos esforzamos hasta el límite», resume. Y en las localidades costeras que viven de la afluencia de visitantes, el mayor trabajo se concentra en verano, donde todo refuerzo se queda corto cuando el turismo responde de la forma que lo ha hecho este año, tras dos temporadas mermadas por la pandemia.
Por el camino se han topado con todo tipo de problemas. El principal, o al menos esa es la sensación, es que «parece que la gente no quiere trabajar». Y menos en el sector hostelero. Además ocurre que quienes aceptan el puesto y las condiciones del mismo, deciden dejarlo a las pocas semanas y devuelven al negocio al punto de partida. Otra vez a buscar personal.
Borja Breijo | La Caracola (Somo)
Este mismo verano por la cocina del restaurante La Caracola de Somo han pasado varios ayudantes que han renunciado a los pocos días. No queda ahí, también se cruzan con gente que no se presenta a las entrevistas de trabajo y a otras tantas solicitudes responden personas sin papeles que, al no estar regularizadas, no pueden ser contratadas por el establecimiento.
David Vidal de la Peña | Grupo Irons
Se trata de un problema para lo hostelería que viene de atrás pero hoy «no estamos solos», dice Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. La falta de profesionales se ha extendido a más sectores: «Todos estamos sumergidos en un buen lío», añade. Y hay otro tipo de cartel que también es consecuencia de ese déficit de las plantillas, los que señalan que no hay servicio de terraza: «Eso también está pasando y responde al mismo problema», reconoce Cuevas. Así que los negocios se apañan como pueden. Algunos «recortando horarios para optimizar el personal». Si antes abrían desde primera hora de la mañana y hasta el turno de cenas con rele'vos de trabajadores, ahora suben la persiana en los momentos «más fuertes» de la jornada -las horas en las que se concentran las reservas de comidas y cenas- y quitan los ratos más flojos de actividad.
Los profesionales dedicados a este sector coinciden en el análisis del momento que atraviesa la hostelería. «Da la sensación de que la gente no quiere trabajar. A veces hasta te lo dicen ellos y te piden que les asegures menos horas», apunta David Vidal de la Peña, del Grupo Irons, que cuenta con doce restaurantes, incluido uno en Somo en el que pueden leerse varios carteles de 'Se busca personal' en la entrada. No obstante, también percibe (y coincide con los demás) que otros sectores atraviesan la misma dificultad: «No es la hostelería, es genérico. Oigo a otros gremios, como los fontaneros, que ya no aceptan más trabajos por falta de personal», explica.
A pesar de los anuncios en el establecimiento, casi no reciben llamadas para ocupar las vacantes y entre las solicitudes se les cuelan algunas de «gente sin papeles que quiere trabajar pero no está regularizada». Así que el problema continúa. Sobre todo en las localidades con más tirón turístico de la región, la temporada de más trabajo se concentra de julio a septiembre. «Muchos no quieren trabajar en la hostelería. Es complicado. Son muchas horas en una temporada pequeña», subraya Marcos Sánchez de la Marisquería Pinar. Otro factor que aumenta las trabas para contratar personal. A veces, para darse cuenta del problema, no hace falta ni preguntar. Basta con observar que en el interior de bares y restaurantes es un no parar. «¿Me pones, un café solo?». «¿Me cobras?». «Ahí te dejo el dinero». Todo en cuestión de segundos. Así que el camarero de la Hostería de Somo apenas tiene tiempo para decir que cubren la falta de personal «doblando turnos», dice a toda prisa mientras prepara otro desayuno.
Muchos de los anuncios para buscar personal reciben pocas respuestas y entre quienes muestran interés también los hay que luego no llegan a la cita: «Hay un importante porcentaje de personas que no se presenta a las entrevistas», señala Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria. Así que los establecimientos se encuentran con otro bache en el camino. Precisamente con esa situación se ha topado David Vidal de la Peña, del Grupo Irons, y reconoce que «luego no se presentan». En su caso no solo ha colgado carteles en el propio establecimiento de Somo, «también los he enviado al Sepe (Servicio Público de Empleo Estatal), pero apenas han llegado tres curriculums», explica.
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