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«Yo trabajo en función del personal que tengo: si en la cocina calculamos que no tenemos capacidad para pasar de 150 comensales, preparamos el comedor para 150 máximo, aunque tenga demanda para 250. Si con el personal que tengo no voy a poder atender ... como es debido, pues reduzco la capacidad. Ése es mi día a día en temporada alta, cerrando comedores, no abriendo toda la terraza... Siempre van a venir más de lo que voy a poder dar». Así explica Emérito Astuy –Hotel y Restaurante Astuy, en Isla– cómo afecta a su negocio la falta de trabajadores.
«Estoy encontrando solución, parcialmente, cubriendo los puestos con gente que quiere trabajar en verano y quiere ganar algo de dinero, como estudiantes, y la fórmula no es pagando mucho, sino dando poco trabajo, que es lamentable: me preguntan cuánto van a trabajar, así que si ofrezco treinta horas a la semana es más fácil que si ofrezco cuarenta aunque pague el doble. Esto es algo que me parece preocupante como sociedad: hemos conseguido hacer creer que el no trabajar es bueno, que recibir ayudas es bueno, que el que no las aprovecha es tonto. Nos hemos cargado la cultura del esfuerzo».
Él fue uno de los hosteleros que participaron el pasado día 15 en el fallido encuentro con solicitantes de empleo en el sector, al que, como se recordará, sólo acudieron setenta de los 7.419 demandantes citados. «La gente no ha ido ni a escuchar la oferta, a ver qué ofrecemos: a ver si era demasiado pronto a las diez, si es que el miércoles era mal día o si el Santemar les parecía mal sitio –ironiza Astuy–. Los siete mil y pico que no han venido pueden buscar la excusa que quieran, pero no les apetece trabajar», sentencia. «Yo sigo necesitando personal: ayudantes de cocina, personal de sala, de limpieza... Entre una cosa y otra, entre 14 y 16 puestos de trabajo».
«El sector se ve obligado a pelear contra el estigma de que se trabajan muchas horas y se cobra muy poco»
«Esta situación nos va a obligar a buscar nuevos formatos de trabajo con nuevas tecnologías»
Según Astuy, todo el sector se ve continuamente obligado «a pelear contra el estigma de que se trabajan muchas horas y se cobra muy poco. Pues ni una cosa ni otra: se trabajan las horas que hay que trabajar, las reglamentarias, pues para eso hay un convenio. Y tampoco se paga poco: a todos nos parece poco lo que cobramos, pero hay unas normas mínimas de lo que hay que cobrar y trabajar, que es el convenio colectivo».
La situación a la que se enfrenta Eneko Valle, sobre todo en el restaurante de su camping, Somoparque, es similar. «Nos está costando cubrir algún puesto en el camping para limpieza y recepción, pero sobre todo tenemos problemas para encontrar personal para el restaurante, principalmente camareros y ayudantes de cocina: al final, hemos tenido que cerrar la terraza de fuera y dejar de atender doce mesas, y sólo estamos trabajando en la parte interior porque no tenemos capacidad para poder dar más, ni en cocina ni con camareros, porque ellos tienen que tener su jornada y hacer sus horas. Al menos nos harían falta otras dos personas para poder abrir al cien por cien».
Como Astuy, Valle opina que el problema de fondo se resume en que «muchos no quieren trabajar». «No es algo que suceda sólo en un sector, aunque en hostelería lo estamos notando mucho; hay otros que también notan la falta de personal, cualificado y no cualificado. Puede que se deba a la 'cultura del no esfuerzo', las prestaciones por desempleo, que muchos consideran que les vale... juntas todo eso y es una bola que cada vez se hace más grande, y cada vez va a ser más difícil cubrir esos puestos». «Esta situación nos va a obligar a buscar nuevos formatos de trabajo con nuevas tecnologías –advierte Eneko Valle–, porque lo que está claro es que los negocios tienen que seguir abiertos aunque no haya gente. La consecuencia de todo ello puede ser que se reduzcan las plantillas, y que el trabajo que realizan dos camareros lo pueda hacer una sola persona».
Defiende que «el 99,9%» de los empresarios de hostelería respeta el convenio. «En nuestros establecimientos se trabaja lo que marca la ley y se cobra lo que viene en el convenio: no se está contratando por veinte horas y trabajando cuarenta, cobran y trabajan lo estipulado. Es cierto que, en un sector como el nuestro, trabajamos cuando los demás están de fiesta, disfrutando de un tiempo de ocio, y eso a muchos no les gusta. Ésa puede ser otra de las causas».
«Estamos viviendo una de las crisis de personal más importantes de la historia»
«Hay que cambiar las cosas para que la gente tenga la iniciativa de buscar empleo»
«Hay establecimientos que no van a poder abrir parte de las instalaciones por falta de gente»
«Estamos viviendo una de las crisis de personal más importantes de la historia», afirma Fernando Ginel, al frente del Balneario de La Concha-BNS Street Food. «Entre otras cosas, creo que viene motivado por las diferencias culturales tan grandes que hay en el país, con una generación que no está tan acostumbrada al esfuerzo como las anteriores, y que busca más libertades y más tiempos de utilización a nivel personal que de trabajo. Otro de los motivos es que la cantidad de establecimientos hosteleros va creciendo, y eso hace que también cada día se necesiten más profesionales». Echa de menos las ayudas a la contratación de determinados perfiles, extinguidas hace una década, y opina que tiene más lógica apoyar a quienes están trabajando que a quienes no lo hacen. «Lo que estás fomentando de este modo es que trabajes menos y te quieras quedar más en casa».
«La solución a todo esto es compleja, pero sería posible, por ejemplo, que los universitarios pudieran acceder a unas ayudas por trabajar, y que los empresarios también las tuvieran por contratar mano de obra no experta en sus puestos de trabajo, de manera que sea atractivo trabajar, no en el sector hostelero, sino en cualquiera. Otras medidas, que los trabajadores en activo no quieran dejar de trabajar y refugiarse en el paro, que son problemas que nos suceden».
«Todos los hosteleros nos vemos comprometidos en algún momento por la falta de trabajadores. Yo, ahora mismo, debería tener cinco o seis personas más, y no las tengo porque no las consigo, ni más ni menos. Eso obliga a vivir mucho más justos, teniendo que tirar más de la plantilla y siempre pendientes de que pueda venir alguien que necesite el trabajo, en vez de vivir con una bolsa de trabajadores, que eso hace muchos años que no sucede. Para verano necesitaré el doble, en torno a doce: hace años, a estas alturas ya los tenía incorporados para formarles, para acostumbrarse al método de trabajo... no es empezar a trabajar y ya sabes cómo es la operativa. Necesitas formación, compañerismo... un tiempo mínimo».
Prácticamente son los mismos argumentos que defiende César Muriedas, de El Hostal del Pericote. «Creo que hay que cambiar las cosas a nivel institucional para que la gente tenga la iniciativa de buscar empleo más que esperar una compensación por no trabajar. Es mejor que se apoye salir al mercado que quedarse en casa cobrando una prestación: creo que estamos cerca del pleno empleo porque la gente que está desempleada no busca trabajo mientras tenga retribuciones».
A su juicio, lo sucedido en el encuentro del Santemar entre empresarios y demandantes de empleo ha sido una forma de «demostrar a las instituciones que hay más oferta de candidaturas que demanda de empleo». «Nosotros colgamos tres personas, porque siempre nos gusta tener personal para lo que pueda pasar, y ofrecimos condiciones que mejoran el convenio, como siempre hacemos, y un trabajo a largo plazo. Hice una entrevista en tres horas», señala Muriedas.
«Las condiciones en el sector han mejorado muchísimo, pero hace falta más personal cualificado. El problema es que ahora se prima más la conciliación y el ocio que el propio trabajo, y eso crea una sociedad muy frágil porque no ahorra y no invierte; hay mucha gente que vive al día, sin compromiso laboral. Es un sistema muy frágil: si la gente percibe retribuciones por quedarse en casa no activamos la economía en la búsqueda de empleo».
«Nos encontramos con establecimientos que, de cara al verano, no van a poder abrir parte de las instalaciones por falta de gente para atender», advierte Bárbara Gutiérrez, directora general de la Asociación de Hostelería.
Lejos de desanimarse por el decepcionante resultado del encuentro del Santemar, asegura que la Asociación está dispuesta a repetir la experiencia. «Creemos que a raíz de todo lo que se ha creado desde que salió la noticia de que sólo el 1% de los convocados había acudido, se ha producido una reacción: nosotros tenemos una bolsa de empleo y ya ha venido gente para apuntarse. Tanto escucharlo y ver que realmente se trataba de una jornada para encontrar trabajo, cumpliendo el convenio a rajatabla, e incluso con sueldos más elevados, y con incorporación inmediata... Quizás a fuerza de machacar todo empiece a funcionar».
«Todo el mundo sabe lo que pasa en hostelería, todas tenemos un caso cercano de abusos y de no respetar lo que dice el contrato». Rosa Mantecón, secretaria general de CC OO, y Marta Careaga, secretaria general de la Federación de Servicios del sindicato, criticaron la 'criminalización' de los desempleados que no acudieron al encuentro con empresarios hosteleros organizado en el Hotel Santemar.
Para las sindicalistas, lo que realmente ocurre en el sector es que «no se reconocen las categorías profesionales, no se respetan los descansos, no se respetan las doce horas entre jornadas, hay mucho exceso de jornada que no se paga, las medidas de seguridad y salud brillan por su ausencia, en ocasiones ni siquiera se les da el alta en la Seguridad Social...».
Según denunciaron, «la realidad del problema», que explica esta falta de respuesta, estriba en «la precariedad extrema que existe en el sector y los bajos salarios».
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