La falta de relevo generacional en el sector acorrala al pequeño comercio de Cantabria

Calderón, Güezmes, Nanos, Villafranca... Detrás del cierre sucesivo de todos estos comercios, lo mismo que el de otros muchísimos que ya lo hicieron antes (Jota, Gandarillas, Presmanes, San Carlos, La Cigüeña de París, Chavaluco, Jaime Ribalaygua...) se esconde una misma razón; el nulo interés de las nuevas generaciones por coger las riendas de los negocios de sus mayores, que, ante la imposibilidad de dejar en manos de sus hijos los negocios que la mayoría de ellos recogieron de las de sus padres, no están teniendo más remedio que bajar la persiana.

«Hombre, claro, porque lo que tienen sus padres no es un negocio, es un 'matadero' que ha acabado con el patrimonio familiar», dice Miguel Rincón, que cree que, por el camino que lleva el sector, a los chavales cuyos padres viven de sus pequeños comercios «no les va a quedar ni el piso en herencia».

Propietario de una peluquería y presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios, Comerciantes y Autónomos de Cantabria (Apemecac), Rincón admite abiertamente que la falta de revelo generacional es, con la venta online y los outlets, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el minorista. «La mayoría de los negocios vinculados al comercio minorista no son rentables, no son negocio». Peor aún, «el endeudamiento de los autónomos es brutal», asegura el estilista. «¿Qué padre va a querer dejar eso a un hijo? ¿Y qué hijo va a querer recoger eso de un padre?», pregunta Rincón, que calcula que en Torrelavega, que es donde él vive y trabaja, «habrá aproximadamente unos 600 locales vacíos».

Allí, como en otras localidades, no solo está decreciendo alarmantemente el número de comercios sino también su calidad «porque donde antes tenías una zapatería o una perfumería, ahora te encuentras un 'chino', una tienda de productos latinos o un locutorio», cuenta Rincón. «Abren ese tipo de negocios, pero comercio independiente de cualquier sector.... muy poco», se lamenta el empresario.

«Aquí hay muchos locales que cierran y ya no vuelven a abrir», remacha sin salirse de la comarca del Besaya Salvador Vicente, que es presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Torrelavega-Comvega y constata que lo poco que abre «son locutorios, tiendas latinas, alguna barbería...».

Lo mismo que Rincón, él también achaca el goteo constante de cierres en el sector del comercio a la falta de relevo generacional, al desinterés de los jóvenes por un modelo empresarial que no va con ellos.

«Hasta cierto punto es comprensible. Tener un negocio requiere de enormes sacrificios. Y ya no le cuento si es deficitario. A mí me parece normal que se decanten por trabajar por cuenta ajena, con su salario fijo, con su horario fijo...», dice con resignación Vicente.

La falta de relevo generacional es igual de preocupante en el resto de la comunidad autónoma. Y más aún si cabe en Santander, donde en el año 2023 se contaban cerca de 2.800 locales con actividad comercial.

Es la cifra que maneja el secretario general de la Federación de Comercio de Cantabria, Coercan, Gonzalo Cayón, que, aún estando de acuerdo con sus colegas, hace algunos matices.

«Cuando nos referimos al relevo generacional no estamos hablando únicamente de los descendientes de un comerciante. Hablamos también de los empleados que le han acompañado e, incluso, de jóvenes emprendedores con los que no existe ninguna relación». A ellos, asegura, tampoco les atrae una actividad «tan sacrificada».

«En la mayoría de estos casos, en que un negocio se ha visto abocado al cierre por falta de relevo, los hijos han preferido estudiar una carrera y encaminar su futuro profesional hacia el sector en el que se han especializado antes que implicarse lo más mínimo en la actividad familiar». Eso, porque, por rentable que sea, «los números no son tan elevados como el esfuerzo que requiere estar detrás de un mostrador». El comerciante, recalca Cayón, no solo despacha en la tienda. «Además de vendedor, también es comercial, contable, gestor... y se lleva los problemas a casa». Esto vale para el sector en su conjunto. «Ya ni le cuento si hablamos de esos comercios cuya actividad comienza de madrugada, como las pescaderías, las carnicerías, las floristerías y demás, que tienen que tener el género fresco desde temprano».

Alimentada ya no solo por la propia idiosincrasia del sector sino por otros factores diversos («la escasa rentabilidad del negocio, la alta fiscalidad o la competencia de las grandes plataformas de venta online, entre otros») esa falta de relevo generacional está desdibujando por completo el mapa comercial de Santander, donde cada vez se ven más locales cerrados.

«Llegado el día, y ante la imposibilidad de darle continuidad, el dueño cierra, lo pone a la venta y cruza los dedos a ver si lo puede vender o alquilar», explica Cayón, que revela que son las modas del consumidor las que marcan las nuevas aperturas. «Hace algunos años se pusieron de moda las tiendas infantiles», recuerda. «Ahora, pues tiendas de productores de delicatessen, de las famosas empanadas argentinas, de estética...».

De acuerdo con Cayón en que la falta de relevo generacional «va mucho más allá del grado de consanguinidad que tengan un comerciante y su sustituto a la hora de traspasar un negocio», y en que este es un problema «que es muy necesario encarar», el presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), Eduardo Abad, piensa que la solución pasa por hacer coincidir a ambas generaciones en un punto del camino. «El relevo generacional solamente se producirá si conseguimos la convivencia entre una persona que pretende iniciar y desarrollar una actividad económica y otra que, al cesarla, pueda transferirle sus conocimientos, su experiencia y su cartera comercial», dice Abad, que se dice partidario de «incentivar» a las dos partes. En ese sentido, cree el presidente de UPTA que sería bueno «canalizar esa unión vinculando la Formación Profesional al emprendimiento».

De no producirse lo que él llama «una transición ordenada», el pequeño comercio va a sufrir para sobrevivir en un momento en el que se están produciendo importantes cambios en los hábitos de consumo.

Sobre eso precisamente ahonda la presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Ana Cabrero, que entiende que «el relevo generacional es complicado en ciertos negocios» e invita al sector a que innove «en marketing, en tecnología y en experiencias» porque eso, experiencias más que una prenda, es lo que buscan los jóvenes cuando salen a comprar.

A su modo de pensar, «el reto es buscar redes, economía colaborativa, adaptarse al alquiler de bienes y no tanto a las compras... El comercio tiene que reinventarse», dice la presidenta de ATA, que tiene contabilizadas a un total de 8.553 personas físicas vinculadas al comercio minorista dadas de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (el Reta).

En ello está trabajando ya la Dirección General de Comercio, cuyo responsable, Rosendo Ruiz, está intentando dar forma a un 'Consejo de Comercio de Cantabria' «que no sea un simple órgano consultivo sino una agrupación de cámaras de comercio, asociaciones y ayuntamientos desde la que se pueda elaborar un plan estratégico de acciones que vayan más allá de una mera ocurrencia comercial en un momento determinado».

Ruiz trabaja en eso y, además, en la puesta en marcha de un proyecto piloto que, de momento, se desarrollaría en Torrelavega y consistirá en cruzar los datos de dueños de locales cerrados con los de emprendedores deseosos de garantizar ese reemplazo generacional.

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