«Faltaba un lugar dedicado a las palas cántabras»
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Jose Torres ha reunido en el pub La Cala de Santander una colección de imágenes y objetos que repasan el origen y evolución de este juego de pelota con tanto arraigo en las playasMARÍA DE LAS CUEVAS
Lunes, 11 de octubre 2021, 07:06
Algo faltaba en Santander, o al menos así lo considera Jose Torres, amante del deporte en general y, muy en particular, de las palas cántabras. Su pasión le ha llevado a reabrir el pub La Cala (calle Pedrueca, 4), con la novedad de que, además de ser un punto de encuentro donde tomar algo, «al mismo tiempo es un espacio que rinde homenaje a este juego de pelota típico de las playas de esta ciudad». Su objetivo no es otro que el de «poner en valor» este deporte que -según explica- «no está organizado de ninguna manera y faltaba un lugar como este, que relate su historia, que rinda homenaje a los que propiciaron su inicio y a todos los que aportan algo para que no se pierda».
Desde que se baja las escaleras de este pub, todo está enfocado a ensalzar las palas cántabras. Las mesas están empapeladas con un collage de fotografías de algunos de los míticos paleros que juegan en las distintas playas, desde La Caracola a El Camello.
En las vitrinas de las paredes se exhiben numerosas piezas: pelotas antiguas, trofeos y recortes de prensa que cuentan cómo ha evolucionado este juego a lo largo de los años.
Sobre la zona de la barra del bar se ha colgado una colección de palas de diversos modelos llegados de todas partes del mundo y la parte frontal de la misma está decorada con una serie de dibujos del pintor Mariano Pérez, dedicado a ilustrar este deporte desde su origen.
Además, un proyector reproducirá vídeos de las mejores partidas de palas que tienen lugar tanto en Cantabria como en otros países, además de momentos memorables de eventos multitudinarios relacionados con este deporte. «Las puertas de este pub están abiertas de par en par a paleros y no paleros porque de lo que se trata es de crear un lugar donde todo el mundo sea bienvenido y quiera apoyar y fomentar las palas y el papel de Santander como cuna mundial de este juego».
Jose Torres organizó en la capital cántabra el Mundial de Palas, que tuvo lugar en la Segunda playa de El Sardinero en dos ediciones, 2016 y 2017. También ha fundado la Escuela de Palas, una organización encaminada al fomento de su práctica mediante talleres, exhibiciones, visitas escolares y clases. «La finalidad es que las ganancias de este negocio -en referencia al pub-, una vez cubiertos los gastos, se inviertan en la Escuela para financiar nuevas acciones de promoción».
Al tomar algo en La Cala será inevitable preguntarse ¿de dónde ha salido tanta afición y dónde se puede ver? Es otro de los retos que se marca Torres y su equipo: el de convertirse en un punto turístico más que muestre al visitante los fuertes lazos que tiene el santanderino con sus palas playeras.
«No hay muchos lugares del mundo donde las palas estén tan introducidas. En la ciudad, todos los chavales tienen su propia pala, que a veces personalizan y que siempre les acompañan a la playa. Esto es algo que no se puede desaprovechar, hay que darle forma a esta gran afición, y este bar tiene ese objetivo: enmarcarlo y aportar un granito de arena para mantener esta afición tan característica del santanderino».
En las paredes se colgará un gran mapa con las playas de Santander donde se juega a las palas y, de esta forma, «los turistas tendrán una idea muy clara de dónde verlo o practicarlo».
Torres ha hecho un esfuerzo por aglutinar en este local recuerdos y objetos que «aislados no tiene valor, pero que juntos cobran sentido». Y lo ha hecho convencido de que «cuanta más información se proporciona, más se valoran las cosas, se genera curiosidad y la gente se siente orgullosa de tenerlo».
Entre las piezas expuestas destaca una pala con un siglo de antigüedad que ha cedido María Isabel del Piñal; otros recuerdos de los orígenes de este juego, atribuido a unos jóvenes conocidos como 'Los cinco de Ribalaygua', que jugaban en la arena con raquetas de tenis hasta que, cansados de que las pelotas se les fueran al agua, buscaron como solución unas palas de madera. «La colección permite hacerse una idea de cómo ha evolucionado el juego y de cuánta afición existe», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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