Las familias y la ayuda particular se adelantan en la acogida de los ucranianos refugiados

Cantabria cuenta con 200 plazas en los albergues de la red regional y ocho pisos disponibles para acoger, al menos, a 250 personas, y por el momento ninguna de las plazas están ocupadas. No obstante, la movilización de particulares y sobre todo de los ucranianos residentes en nuestra región -915, según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2021- ha tomado la delantera ofreciendo alojamientos y espacios. Y eso que aún no se sabe cuántos van a venir, cuántas personas necesitarán un techo, una tarjeta sanitaria, comida, un aula, un traductor para entenderse con el médico... Solo se sabe que «están llegando por goteo», un goteo constante para el que «estamos preparados», asegura la directora general de Cooperación al Desarrollo, Silvia Abascal.

¿Cuántos han llegado ya? «No podemos hacer una estimación. Nos acaban de avisar de la llegada de dos a Santoña; ayer -por el jueves- nos comunicaron la llegada de tres a Colindres, otra familia que va a llegar este fin de semana», enumera. «Nos llaman familiares para avisar de que llegan e informarse de qué tienen que hacer, o bien ayuntamientos a los que han acudido a empadronarse y nos lo hacen saber. Están llegando por diferentes formas, es un conteo continuo y constante, así que no sabemos ni cuántos tenemos ni cuántos van a llegar», explica.

La primera acogida de ucranianos en Cantabria fue el pasado martes gracias a voluntarios y un grupo de empresarios cuya iniciativa privada hizo posible movilizar un autobús desde la ciudad polaca de Cracovia: 11 se apearon en Hoznayo donde familiares residentes en Cantabria les aguardaban, 22 se alojaron en un albergue en La Revilla, en San Vicente de la Barquera, y 15 en el albergue de San Vicente del Monte, en Valdáliga.

915ucranianos residen en Cantabria, según el Instituto Nacional de Estadística de 2021

Si no es por iniciativas como esta, ¿cómo llegan los refugiados a su destino? Cuando surge un conflicto, hay dos vías de llegada a los países de acogida, explica Abascal. Por ejemplo, en 2017, los sirios y afganos lo hacían por la vía del Gobierno de España, que centralizaba dicha llegada y destinaba un cupo de refugiados que podía acoger cada comunidad autónoma en función de su capacidad y las plazas para hacerlo, «pero esta guerra supone otra forma de llegada», aclara la directora general. «La gente no viene por el conducto del Gobierno central, sino que está llegando a través de sus redes familiares o de gente que va a buscarlos y los trae», detalla, como sucede con el caso ya mencionado. Ahí es donde están «incidiendo» en estos momentos: en la coordinación de la ayuda humanitaria. ¿Cómo? Con el Comité de Coordinación de Ayuda Humanitaria y Refugio a Ucrania, una entidad de nombre larguísimo que se reunió por primera vez este pasado miércoles, cuando la ola solidaria se había desbordado.

El primer paso ha sido poner orden en la ayuda y trazar el camino para que llegue donde debe y como debe, así como habilitar un teléfono que sirva de asidero para las dudas y las ganas de ayudar. Además, el Gobierno está detrás del número de cuenta corriente para que cualquier ciudadano pueda aportar dinero.

Por el momento, la Dirección General de Cooperación desconoce cuántos refugiados podrían llegar a Cantabria «porque el Gobierno central no nos ha comunicado ninguna llegada a la región». En consecuencia, a día de hoy, Cantabria está actuando con los desplazados ucranianos que recalan en su geografía por otra vía: colaborando con Cruz Roja, Nueva Vida y Movimiento por la Paz, así como con todos los servicios involucrados para ello (Educación, Sanidad o la Delegación del Gobierno).

10menores ucranianos han sido ya escolarizados en centros educativos de la región

¿En qué se concreta a día de hoy esa ayuda? El Plan Integral de Atención a Personas Refugiadas, que toma el relevo del que ya existía desde 2017 para el conflicto sirio, busca coordinar toda la ayuda humanitaria a través de los agentes sociales especializados (ONG) y la gestión institucional. Conlleva actuaciones en aquellas áreas que necesita una persona que llega a la región con una condición de desplazado, «lo que supone que tienen derecho desde el minuto uno a una atención sanitaria, a pedir la tarjeta sanitaria, a la escolarización de niños y a los servicios sociales», explica Silvia Abascal. Todo este trabajo se está llevando a cabo en coordinación con las ONG que se están encargando de la acogida y refugio en Cantabria: «En primera acogida la encargada es Cruz Roja, y Movimiento por la Paz y Nueva Vida, la segunda parte del proceso».

El objetivo del Plan es «asegurar la integración social en la comunidad, en la ciudad o en el pueblo donde van a residir las personas desplazadas porque no pueden vivir aisladas». Mientras siguen llegando «a cuentagotas», Cantabria avanza en recursos de acogida como traductores o servicios de información. «Tenemos la ventaja de que Cruz Roja es la que lleva la primera acogida y es conocida internacionalmente, de forma que aquellos que no llegan dentro de su paraguas familiar, acuden allí directamente», con lo que entrarían ya en el otro paraguas: el institucional.

En cuanto a los traductores, el Gobierno está tramitando un servicio para que empiece a funcionar la próxima semana «para aquellos que puedan necesitar un traductor, ya sea en el ámbito sanitario, porque necesitan un médico, o en el ámbito educativo, para que los niños que se van a escolarizar puedan tener a una persona que les sirva de vínculo», relata Abascal. «Va a ser a través de una empresa y el plan es contratar por horas, ya sean dos o 25, habrá que ir adecuándolo en función de la necesidad real y de la proporción de refugiados ucranianos que vayan llegando».