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Para una treintena de farmacéuticos hoy comienza el «cambio de vida» al que optaron hace tres años, unos con escasas esperanzas de conseguirlo y otros a sabiendas de que era su «último cartucho». Casi 350 profesionales de toda España se presentaron al concurso público convocado por la Consejería de Sanidad ... para ampliar el mapa farmacéutico de Cantabria, que hacía diez años que no se movía. Un proceso que supone la única opción para quienes apuestan por ponerse al frente de su propia botica, salvo que dispongan de la inversión millonaria necesaria para comprar una licencia y continuar con una farmacia ya establecida. En la nueva planificación están previstas 33 oficinas que hoy buscarán dueño, aunque es probable que alguna se quede desierta por falta de rentabilidad (alguna rural tiene muchas papeleras). Los futuros adjudicatarios depositaron todas sus ilusiones en este concurso y, aunque por el camino «ha habido momentos muy duros, de auténtica desesperación, por los continuos obstáculos» -confiesan de forma unánime los cuatro casos consultados por este periódico-, hoy se presentarán en el salón de actos Gómez Durán del Hospital Valdecilla (torre B), dispuestos, «ahora sí», a elegir el destino en el que pondrán en marcha su proyecto.
«Esta farmacia nos cambiará la vida», declara Marisol Toledano, posicionada entre los diez primeros puestos de la lista de aspirantes y con posibilidades, por tanto, de acceder a una de las plazas mejor cotizadas -su apuesta, a priori, apunta a Tanos-. Para ella, «el cambio será brutal» y vendrá acompañado de una mudanza de más de 400 kilómetros, junto a su marido. «Llevo ocho años al frente de una farmacia en un pueblo pequeño de Guadalajara, de apenas 120 habitantes, una población muy envejecida, y atiendo los botiquines de otros cuatros pueblos más», explica justo antes de salir a hacer ese recorrido mañanero, marcado por el recetario del médico.
Marisol toledano | guadalajara
Cuando supo del concurso de Cantabria, en 2015, se presentó «sin muchas esperanzas», admite, aunque su experiencia laboral, centrada en el ámbito rural, le reportó una buena puntuación (una de las características del proceso era precisamente favorecer el movimiento de este perfil hacia núcleos urbanos). «Fue una gran sorpresa verme en las listas. Hasta ese día no lo tenía claro, pero entonces me di cuenta de que esto tenía futuro», declara. Aunque se ha resistido más de lo previsto. «Han sido dos años de calvario. Una vez que tienes la puntuación piensas que será cosa de unos meses, pero ha sido desesperante. Una desilusión tras otra», añade. Pese a todo, llega «muy ilusionada», con «ganas de empezar una historia nueva en una región que siempre me ha gustado mucho. Hay que pasar página».
De esa «montaña rusa de emociones» hablan todos los aspirantes. La cántabra María José Fiz, que ha trabajado como adjunta en oficina de farmacia durante 23 años, le ha llegado por fin «mi oportunidad», dice, la que se le escapó en el concurso anterior, una década atrás, «cuando no tuve los puntos suficientes». «Desde que acabé la carrera he seguido estudiando con el objetivo de tener algún día mi propia farmacia. Han sido varios años sin vacaciones, sacando tiempo para ampliar mi formación -cursa el Grado de Nutrición y Dietética- sin dejar de trabajar», cuenta. Hace año y medio que podía estar ya detrás del mostrador como propietaria, pero en Canarias.
María José Fiz | Cantabria
Sin embargo, «justo cuando tenía que elegir plaza salió la lista de puntuación del concurso de Cantabria. Ví que estaba dentro (puesto 23) y tomé la decisión de quedarme», sin saber que tendría por delante «una auténtica locura, un suplicio» por la demora a la que se han visto forzados, primero por los recursos a la Orden de Sanidad -incluido el del Colegio de Farmacéuticos, que levantó ampollas entre los participantes-, después a los resultados de baremación y, de remate, a errores administrativos, que a María José la supuso caer una posición en el ranking.
José Francisco Amorós | Alicante
Mientras tanto, «nuestra vida ha estado suspendida durante estos tres años, con esa incertidumbre de cuándo vas a tener que dejar de trabajar para organizarte de cara al cambio. En mi caso, estoy en el paro desde mayo para que la farmacia en la que estaba pudiera contratar a alguien en mi lugar, ya que si no, de cara al verano, iba a ser mucho más complicado», señala esta farmacéutica, que reconoce que «ha sido muy difícil de encajar que el propio Colegio fuera en contra de nuestros intereses con su recurso. Los rehenes de esta situación hemos sido nosotros». Superado ese camino de «disgusto tras disgusto», ahora la duda es cuál será la ubicación de su botica. «Dependo de la elección del resto de compañeros, me encantaría Piélagos (donde se ofertan cinco plazas), pero después de todo lo pasado no me voy a poner exquisita», declara sin poder disimilar los nervios.
Aurora Alvarado | Cáceres
Entre dos de las opciones más atractivas (Castro o Piélagos) tiene previsto elegir José Francisco Amorós, uno de los aspirantes más jóvenes (37 años), que ha arrasado en las puntuaciones gracias a su currículum académico: farmacéutico y nutricionista, especialista en Ortopedia y Análisis Clínicos, a punto de terminar su tercera carrera, Podología. Su formación le aupó al número 10, ganó un puesto tras conocerse la baja de una de las profesionales que a estas alturas ya tiene su propio negocio abierto en Madrid. «Nos trasladamos a Cantabria desde Alicante, con muchísima ilusión para empezar este proyecto», señala. Y habla en plural porque comparte esta aventura con su mujer, podóloga de profesión, y su hijo, de 16 meses. «Lo bueno se hace esperar», dice optimista, aunque no niega «lo duro que ha sido todo el proceso. Lo hemos pasado muy mal. Cuando supe que había obtenido plaza dejé mi trabajo de adjunto en una farmacia y después resulta que se paralizó todo. Gracias a que mantuve la clínica de nutrición hemos ido tirando, gastando poco y con ayuda de la familia», cuenta este joven alicantino. Como la mayoría de afectados, «nos hemos sentido desamparados, abandonados por el Colegio que nos representa», añade.
Una opinión en la que coincide Aurora Alvarado, la farmacéutica que elegirá un minuto antes que José Francisco, con la mirada puesta en Suances (es la novena en la lista). En su caso, viaja desde Cáceres, donde compró una farmacia rural hace 14 años, antes de que «la crisis llegara para todo el mundo y los planes se torcieran». Este concurso, en el que «te tienes que ganar la plaza, no sólo con experiencia laboral, sino también dedicando mucho esfuerzo a formación», ha supuesto la posibilidad de mejorar su vida «porque la farmacia en pueblos pequeños no se puede mantener, no tengo un sueldo, solo pago deudas, así que me dije: 'Me tengo que lanzar'». De madre cántabra, Aurora conoce bien la región, en la que ha veraneado desde niña y que en breve se convertirá en el hogar de toda su familia. «Estoy convencida de que lo mejor está por llegar, pero ha sido tal el desgaste durante estos tres años de espera que si ahora me dicen que me presente a otro concurso, la respuesta es no».
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