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Una quincena de asociaciones cannábicas de Cantabria está dando pasos para federarse. Su idea es ganar representatividad, compartir un catálogo de «buenas prácticas», compartir recursos − médicos, terapeuta, abogado− , y enfrentar con más peso los problemas que acarrea su situación alegal. Si bien el cannabis es una sustancia ilegal − siempre que presente niveles de THC− , también su cultivo y venta, los colectivos se acogen al derecho de asociación, al derecho a decidir sobre la salud privada y a la 'doctrina del consumo compartido' − que se refiere, a su vez, a un consumo habitual e inmediato en un lugar cerrado, y en pequeñas cantidades–. En los último tiempos se han dado algunos pasos legales: si bien el TC ha declarado inconstitucional leyes como la destinada a regular los colectivos de cannabis en Navarra, han aparecido ordenanzas municipales en España sobre las sedes de los clubes.
Iván Palazuelos | La Bolera, Torrelavega
El abogado Antonio Bezanilla quien asesora al 90% de las asociaciones que aspiran a federarse, resume: «Se han dado cuenta de que tienen intereses, inquietudes y objetivos comunes. Quieren unirse, tener un catálogo estricto de buenas prácticas −número de socios, instalaciones, cantidades de marihuana por socio, veto a la entrada de menores−. Quieren autorregularse, compartir y ampliar servicios».
La cifra de aspirantes aún no es definitiva y puede crecer (en Cantabria hay más de 30 colectivos vinculados al consumo, estudio o uso del cannabis, todos registrados en Presidencia, pero no todos con actividad). De momento, las asociaciones interesadas se reúnen desde el 3 de febrero para debatir en qué consistirá la federación. Bezanilla ve futuro: «Han comprobado que así son más fuertes».
Diego Fuertes | Monte Verde
El abogado visita una tarde a los miembros de 'Bolera Besaya', en Torrelavega, unos de los colectivos más emblemáticos de la comunidad. Bezanilla llama al interfono para acceder al recinto. Sólo los socios pueden entrar directamente colocando su dedo en un dactilógrafo. En el interior, un grupo toma café, otros fuman y conversan. En verano, la actividad se traslada a un jardín cuidado con esmero.
Rodolfo Castillo | Usuario terapéutico
Iván Palazuelos, en la directiva, destaca esta apuesta tecnológica. «Queremos hacerlo bien». Han informatizado además los perfiles de los socios, sus consumos −hasta 2 gramos al día−, los tipos de cannabis que solicitan, etc. La huella también da acceso a la información de los miembros del club. Alentado por el «compromiso» que ha visto en las reuniones y por el hecho de que la legalización del cannabis haya vuelto al debate público −por ejemplo, de la mano del diputado popular Eduardo van den Eynde, quien defiende su uso terapéutico−, Iván quiere federarse, extender normas que hagan «estos espacios de encuentro» más seguros. «Podremos crear un modelo con normas básicas, quienes no las cumplan quedarán fuera. Podremos regularnos en muchos aspectos».
Hay otro aspecto que a Iván le gustaría potenciar desde la federación. De los 158 socios de 'La Bolera', 58 son 'terapéuticos': usan el cannabis para mitigar dolores o los latigazos de tratamientos médicos. Rodolfo Castillo Amaya, 48 años, profesor de seguridad y educación vial, es uno de ellos. Hace un par de décadas tuvo un accidente y le operaron de la columna, una intervención que le ha provocado grandes dolores. «Estaba desesperado», cuenta en 'La Bolera' delante de un café. Investigando, hablando con médicos, dio con las 'soluciones cannábicas'. Ha encontrado, dice, el complemento perfecto a su tratamiento farmacológico y médico: «Por la noche tomo tres gotas de resina. Me la proporcionan aquí (hasta hace unos meses de modo gratuito, aunque el colectivo, ante la creciente demanda, se plantea cómo financiar este asunto). Antes dormía tres horas: el dolor, neuropático, me hacía sentir como si me quemaran la espalda. Ahora duermo seis. Tengo días mejores y peores, pero es una gran ayuda».
La Fiscalía, que interviene desde hace cinco años cada vez que se quiere constituir una asociación, no acaba de ver el fin médico del asunto. En un entrevista concedida a El Diario Montañés en 2016, el por entonces fiscal antidroga de Cantabria, Ángel González, indicaba que, como «droga», el cannabis daña el cerebro, afecta al comportamiento, y puede desembocar en el consumo de otras sustancias.
Antonio Bezanilla | Abogado
Diego Colmenero preside el colectivo Monte Verde, ubicado en Monte. Desecha lo del cannabis como droga únicamente, le parece una simplificación. Habla de formar e informar. «Hay que explicar los pros y los contras, hacerlo en la adolescencia». Diego Fuertes, tesorero, apuesta por la federación: «Nos va a permitir una defensa común, tener una asesoría jurídica en condiciones, hacer más actividades, charlas, saber hasta dónde queremos y podemos llegar». El colectivo tiene su propio código ético, pero le gusta la idea de abrirlo y compartirlo: «Queremos crecer como movimiento».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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