Felices fiestas, pero mucho más caras
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Una cena de Navidad en casa comprando los productos a estas alturas del año sale en torno a un 20% más que hace un año, cuando los precios ya crecían a buen ritmoSi usted es de los que suele soltar durante los preparativos de las reuniones navideñas y las discusiones familiares respecto al menú que con dos huevos fritos con patatas sería feliz, este puede ser su año. Más que nada porque una cena de las de toda la vida por estas fechas le va a salir por un pico. A grandes rasgos, la cesta de la compra para darse un homenaje en Nochebuena, por ejemplo, sale en torno a un 20% más cara. Y eso, sobre precios que, en general, ya estaban creciendo a la carrera a finales del pasado año –y sin contar factores como el coste de la luz o el gas–. Además, se trataría de una compra con anticipación aprovechándose, incluso, de alguno de los descuentos que los establecimientos han ofrecido esta semana. Más tarde –con las fiestas más próximas– es más que probable que la factura sea mayor. Para hacerse una idea, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca o Alimentación, bocados típicos como el lechazo se han encarecido un 49%. Y no es una excepción. Casi todo está más caro que hace un año. Por el kilo de foie se paga un 44% más y por el de almejas, un 68%. Así que un menú tipo para diez comensales ha pasado de 525 euros a más de 620. En concreto, a 62,44 por barba.
Aunque las cifras son orientativas se basan en un ejercicio real. De entrada, elaborar dos menús con entrantes, un primer plato, uno principal, postres típicos y bebidas. Una para cinco personas y otro para diez. Todo está en la ficha, la clave de este trabajo. Dos propuestas con productos habituales, de los que se consumen con frecuencia en las fiestas. Lo segundo fue apuntar en una lista todos los ingredientes de las recetas y las cantidades correspondientes en función del número de comensales. De eso, para este reportaje, se ha ocupado un cocinero profesional con larga experiencia.
Luego tocó ir a un supermercado, con pescadería y carnicería. Todos los precios son del mismo establecimiento (uno por el que pasan miles de personas a diario) y del mismo día (la tarde del pasado jueves). Y, a partir de ahí, tratar de simular situaciones normales cuando vas tirando del carro. Por ejemplo (porque hay más casos), en la receta de la sopa de pescado hay dos dientes de ajo, pimentón o sal, pero no se incluyen en la ficha de la factura porque –es un suponer– es de lo que sueles tener en casa (lo que no significa que no suponga un coste en la elaboración). O sea, que se ha hecho una compra de lo que 'hacía falta'. Por contra, pese a que en la mayoría de los casos el coste que se ha utilizado es lo que se paga por la cantidad concreta necesaria para la receta, se ha incluido una botella entera de aceite de oliva virgen extra o una de vino blanco para cocinar. Es decir, que sobrará. Lo mismo que con la botella de ginebra o la de ron. En la caja, lo uno por lo otro.
Igualmente, se ha dejado fuera algún complemento que siempre surge sobre la marcha. El que quiere una cerveza antes de cenar, los dos platos de aceitunas que se ponen mientras van llegando los que tardan mucho o lo del «trae del frigo el bote de mayonesa para los langostinos (o para los espárragos)».
Del mismo modo, en el paseo por los pasillos del supermercado se ha optado por distintas marcas. En general –en una cena de Navidad, uno se da un gusto–, calidades de gama alta, pero no siempre lo más caro –porque en toda compra se tiende a compensar–. Eso sí, todos los precios son de marcas concretas, exactos.
¿Ejemplos? El turrón de chocolate es el Suchard clásico, la tableta del duro y del blando son las de 250 gramos de El Almendro, las figuritas son las de De la Viuda (estuche 200 gramos) y los polvorones, de Doña Jimena (caja 430 gramos). Y más, el vino es un Beronia Reserva 2016 de Rioja (13,65 la botella) y el cava, el típico de Freixenet Carta Nevada Brut Nature (6,30). Las anchoas son de Arlequín, los pimientos (del piquillo, en trozos y asados), de Lodosa, y los espárragos –de categoría extra con 5/8 frutos por bote–, de la firma navarra Dantza. Un poco de todo.
Alguno dirá, y es cierto, que se puede comprar más barato (o más caro) dependiendo del establecimiento. Obviamente, también de las calidades. Pero lo interesante es que es un ejemplo real, lista en mano, tratando de compensar para que no se dispare, pero sin escatimar al tratarse de una ocasión especial. Y sumando todos los precios. Igualmente, en la receta de cada uno hay más o menos cantidades de cada cosa –en la redacción de este periódico se ha discutido ampliamente por la cebolla en la salsa de los mejillones–. Para gustos. Pero se han respetado las cantidades del profesional hasta el punto de poner precisamente dos veces la cebolla en la factura del menú de diez para que se distinga claramente cada elaboración (dejando fuera, como se ha dicho, algunos ingredientes que 'tengo en casa': algo de miel, cayena, un chorro de vinagre de Jerez...).
Luego tocó sumar. El cordero lechal por medios o enteros estaba de oferta. A 15,95 euros el kilo. El besugo fresco en la pescadería, a 45,95 euros. En el menú para diez es lo que, de largo, más encarece la factura. Mucho número, como harán todas las familias cántabras. Al final, la cena de cinco comensales sale por 254,15 y la diez, por 624,40.
La comparación con la cesta de la compra del año pasado se hace a través de datos oficiales del Ministerio. Con un alto nivel de concreción. Hay información de lo que ha subido el turrón de chocolate (un 60%), el pimiento rojo (17,4%) o las anchoas de Santoña (25,6%). Todo, con cifras hasta principios del mes de noviembre. Con esa tabla, se ha hecho el cálculo de la subida igualmente en función de las cantidades concretas para los dos menús. En todos los ingredientes. De ahí sale el resultado final. La misma cena para cinco en 2021 salía por unos 205 euros y la de diez, por 524,60. En los dos casos, la subida ronda –redondeando– el 20% en el valor total.
Dos puntualizaciones finales. Seguro que sobra para la comida del día siguiente y no se han incluido caracoles porque en casa del que escribe se cogían en la tapia. O sea, no se compraban.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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