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. Han sido casi siete meses en primera línea, trabajando sin descanso contra el virus. Por eso poder prescindir del centro covid de Suances ... es un paso que «da esperanza». Significa que la instalación está vacía porque ya no quedan personas mayores contagiadas y, sobre todo, que la situación en las residencias de Cantabria continúa su buen rumbo. «Hoy es un día feliz y de emoción», definía ayer el padre Ángel, director de Mensajeros de la Paz -la ONG que gestiona la residencia- a las puertas de la misma.
El centro de Suances tenía previsto empezar a acoger usuarios durante el mes de septiembre, pero la evolución de la pandemia urgió preparar un espacio específico al que poder trasladar a las personas mayores de residencias que se contagiaran para así controlar la expansión del virus. Y este viernes, por fin, llegó el momento de cerrar sus puertas.
«Hoy es el día de aplaudir». De aplaudir a los profesionales que desde el mes de agosto han atendido a los 460 pacientes que han pasado por allí. «Hay que seguir creyendo en los sanitarios», destacó el padre Ángel. Pero también «en nosotros mismos» y en que la sociedad es capaz de reponerse de la crisis sanitaria que lo ha cambiado todo. Ayer las palabras de agradecimiento iban en una dirección: «Este equipo es un orgullo», añadió a la par que señalaba a las trabajadoras que celebraban dejar atrás al virus. Dado este paso, a partir de ahora, lo más importante es «recuperarnos» y para eso hace falta «creer en las personas», insistió varias veces el director de la ONG.
Padre Ángel - Mensajeros de la Paz
La última paciente dejó el centro hace dos semanas. En este tiempo se han mantenido pendientes del avance del covid en las residencias. Ahora el espacio arrancará el camino para el que fue previsto y, una vez concluyan los trabajos de limpieza y desinfección, a partir de este próximo lunes podrá empezar a acoger residentes para llenar las 98 plazas. Aunque la crisis sanitaria ha reducido la lista de espera para acceder a este tipo de instalaciones.
Al encuentro, ayer, a las puertas de la residencia, en el Barrio La Rasa, también acudieron el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla; la consejera de Políticas Sociales, Ana Belén Álvarez; y otros representantes del Ejecutivo regional para agradecer a el equipo de trabajadores su labor durante estos meses. «Venimos aquí para reconocer la dedicación, la entrega y la profesionalidad», recalcó la consejera. Y también para destacar la labor que continúa en el resto de residencias de la comunidad. Álvarez además habló del «engranaje y funcionamiento perfecto» de estos meses entre el Icass y la dirección del centro de Suances. Un «flujo permanente» que permitía trasladar a cada enfermo en menos de 24 horas.
Entre las trabajadoras que recibieron los aplausos de los representantes públicos se encontraba Noelia Posadas, auxiliar de enfermería, que no se lo pensó dos veces cuando le plantearon trabajar en el centro covid. «Dije que sí sin miedo y sin dudas», explicó. A su lado, Ángeles López, del equipo de limpieza, asentía con la cabeza. Ella además tomó la decisión de vivir aislada para evitar contagiar a la gente con la que convive. Pero «mereció la pena» el esfuerzo diario y ambas coinciden: «Lo volveríamos a hacer». Fue una mañana de aplausos y también de alguna que otra lágrima porque han sido meses «duros», reconocía Blanca Bascones, auxiliar.
En sus mentes estaba trabajar en una residencia de mayores hasta que hubo cambio de planes. Las dudas eran inevitables, pero «dije que sí porque alguien tenía que cuidar de los mayores contagiados», añadía. En los cambios de turno hablaban sobre cómo avanzaban las personas ingresadas porque «no eran números». Cada una tenía su nombre y apellido y allí se han convertido en familia. «Ha sido una experiencia personal y profesional enorme», reconocía Mercedes Alonso, psicóloga. Ellas eran el único contacto de los pacientes y las intermediarias con los familiares, que «nos han ayudado mucho», señala.
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Ana del Castillo
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