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Entre fichas y cuentacuentos

Entre fichas y cuentacuentos

Periodo lectivo a distancia ·

Familias y escolares reparten su rutina diaria en casa entre las tareas de clase y los juegos

Mada Martínez

Santander

Viernes, 20 de marzo 2020, 17:22

Familia Anderson Löeck- Santander

Mantener horarios y anticipar a los niños lo que les depara el día

Arlen, 4 años, tiene su cronograma de actividades lleno de pegatinas de animalillos y caras sonrientes. Las pega cada vez que termina una tarea: si acaba de leer, si termina de recortar, de pintar, de repasar los números... Su madre, Tatiana, ha ideado esta herramienta para acomodar las rutinas de su hijo durante estos días de cole –Jardín de África, en este caso– a distancia. «Es importante tener un horario. Despertarte, quizá no tan pronto como antes, pero sí a la misma hora; desayunar, sentarte a trabajar por las mañanas...», indica. Con Arlen y el pequeño Cosme, de sólo un año, comparte las primeras horas del día: dibujan, hacen pequeñas lecturas, completan fichas... Las tardes son para jugar. «Creo que es fundamental mantener una estructura, un horario: anticiparles a los niños lo que les va a pasar en el día», indica.

Es psicóloga y presidenta de la Asociación Andares para el Apoyo de Niños y Jóvenes con Trastornos del Desarrollo Social, por lo que, además de ayudar a sus hijos con el aprendizaje en casa, también genera estos días materiales para reforzar la enseñanza en las familias que tengan hijos con algún trastorno del espectro de autismo.

Familia Prieto Cantero- Muriedas

Fichas, pictogramas y toda la rutina posible

Parte de los materiales de refuerzo que generan en Andares (Asociación para el Apoyo de Niños y Jóvenes con Trastornos del Desarrollo Social) llegan a casa de Inmaculada Cantero, y ella, a su vez, los trabaja con su hijo Antonio, de 12 años. Aunque estos días echen en falta las visitas a domicilio de los profesionales y también las rutinas aprendidas –tan importantes en el desarrollo de Antonio–, Inmaculada echa el resto para avanzar con las actividades de apoyo y con los materiales que le han enviado desde el centro educativo especial al que acude su hijo: fichas y pictogramas; ejercicios de grafía; ejercicios con colores, con velcros... «Con Antonio hay que trabajar mucho la parte de logopedia, las terapias especiales», explica Inmaculada.

Ella y su marido se organizan para tutelar estos días el aprendizaje de Antonio y también el de sus dos hermanos, los mellizos Andrea y Álvaro, de 7 años. A través de la plataforma Cifra, sus dos hijos menores reciben tareas, propuestas de fichas o de actividades de lectura comprensiva, y también se conectan con el centro Sagrada Familia. Funciona:«Es un espacio cómodo de comunicación», indica Inmaculada.

Familia Vielba Galbán- Boo de Piélagos

Mañanas de tarea lectiva y tardes para pintar y cocinar

La clave es tener un poco de organización, una rutina diaria». Iratxe Galbán cumple lo que dice: cada mañana se sienta junto con su hija Lucía, de 7 años, para consultar las tareas que le proponen desde el Colegio María Torner. Se sientan y preparan las actividades de Matemáticas, de Inglés o Lengua; las lecturas interactivas o las fichas. Si su hija o ella tienen alguna duda, alguna pregunta, pueden comunicarse con los profesores a través de correo electrónico. A la mesa de estudio también se sienta la pequeña Carmen, de 4 años, que sigue sus actividades a través de la plataforma ClassDojo, un espacio que también sirve para la comunicación con los docentes.

Entre deberes y canciones han transcurrido las mañanas de los últimos seis días. A mediodía, el cambio de ritmo llega con el cuentacuentos de Julianini, que a diario emite en Youtube, y ya por las tardes Lucía y Carmen dedican su tiempo a bailar, a hacer manualidades, a cocinar con su madre, a pintar, a jugar en familia. «Ha sido como reinventarnos», indica Iratxe, a veces sorprendida con la nueva situación, pero también feliz «porque estamos disfrutando de nuestras hijas a tope».

Familia Peña Mancebo- Santander

Un rincón para los puzles y otro para la construcción

En casa de la familia Peña Mancebo hay estos días bastantes rincones nuevos:el rincón de los puzles, el de la construcción, el de las muñecas... Es una de las ideas que han tenido José Manuel e Inmaculada para que su hija Inma, de 5 años, sienta su casa como una clase. «La hemos adaptado un poco. Intentamos que pueda cambiar de sitio en cada actividad. En el salón, por ejemplo, hemos despejado los muebles para jugar y hacer ejercicio», comenta Inmaculada, orientadora educativa. «Intentamos aplicar las rutinas del colegio en casa», añade José Manuel Peña, maestro en el CEIP Cabo Mayor al que acude su hija. Este centro ha habilitado un blog donde las familias pueden descargarse materiales, consultar dinámicas y mantener la comunicación. Hay propuestas de todo tipo para los tramos de Infantil y Primaria. «Estamos teniendo buena respuesta».

Las rutinas se construyen con tareas escolares, con tiempo de cocina, lecturas, llamadas con amigos y familia, el cuentacuentos de Julianini... y el aplauso a los sanitarios, que Inma no quiere perderse ningún día.

F. Movellán Santa María- Santander

Estudio, hermanos que se cuidan y gimnasia en familia

Los tres hijos de María y Rodrigo atraviesan casi todas las etapas de la educación: Felipe, 15 años; Blanca, de 12, y María, de 7. Todos siguen sus rutinas educativas: el mayor a través de la plataforma Yedra, y las pequeñas a través del vínculo que usa el Colegio Kostka, donde se proponen tareas de Matemáticas, Inglés o clases por videoconferencia. María acompaña muy de cerca la actividad de su hija pequeña, quien, con una enfermedad poco frecuente, precisa un poco más de tutela para enfrentarlas. Se estudia por la mañana, y por la tarde, es el turno del ocio, del descanso. El salón, despejado de muebles, se ha convertido en un espacio de convivencia donde se juega y practica gimnasia en familia. «Es vivir el tiempo juntos», resume María, «nos organizamos, vamos día a día».

Familia Torre Ortega- Peñacastillo

Un virus dibujado en la mano para recordar y aprender

Laura Ortega dibuja a diario un virus en el dorso de la mano de su hija mayor, Diana María, de 6 años, para que recuerde lo más importante estos días:lavarse las manos, lavárselas hasta que el virus desaparezca. El dibujo es también una manera de recordar por qué la familia ha de quedarse en casa: para protegerse.

Laura y su marido, Alejandro Torre, han adaptado a la vida en casa las rutinas que sus hijas, Diana María y Leonor (3 años), tienen cuando van al colegio: mantienen una hora para despertarse, para asearse y vestirse, y también para realizar las tareas que le proponen sus profesores del Marqués de Estella. «No son vacaciones, es tener el cole en casa», resume Alejandro, y defiende que lo que mejor funciona es una mezcla de rutina y flexibilidad.

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