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Gema Quintero llegó a la Policía Local de Cabezón de la Sal hace dos décadas, justo al mismo tiempo en que se incorporaron otros compañeros ... varones. En el proceso de selección partían en idénticas condiciones. Su puesto de trabajo y sus funciones eran iguales. Pero había una diferencia:en la calle todos los vecinos se dirigían a ellos como «señor agente» y la mujer era «la niña o la chavaluca». Sabía desde que dio el paso que los inicios no iban a ser fáciles, pero no esperaba que incluso algunos vecinos se negaran a identificarse por el simple hecho de ser mujer. Era la primera policía que había en el pueblo y «había gente que no lo asumía». «Opté por ganarme fama de seria y se acabó. Parece que funcionó», bromea Quintero.
Reconoce que en este tiempo la sociedad ha cambiado a la par que se hacía más habitual ver a féminas uniformadas, pero asegura que hay mucho camino por andar. «Parece mentira, pero hay personas a las que aún les cuesta vernos como figuras de autoridad», coincide con otras cinco profesionales de otros servicios de salvamento y socorro como el 112 Cantabria y Cruz Roja reunidas por El Diario Montañés en el parque municipal de bomberos de Torrelavega. Un parque que, por cierto, está dirigido por una mujer, aunque también es verdad que es prácticamente la única en un equipo en el que el peso masculino es mayoritario.
En la imagen aparecen Sobre el camión de bomberos del parque de Torrelavega, de izquierda a derecha, Gema Quintero (agente de la Policía Local de Cabezón de la Sal), Lara Alonso (miembro del grupo de salvamento y socorrismo de la Cruz Roja), Diana Mirones (jefa del Gabinete Técnico de la Jefatura Superior de Policía en Cantabria) y Rebeca Cano (responsable de la Oficina de Atención a las Víctimas de la Policía Local de Santa María de Cayón). Abajo, de izquierda a derecha, Maite Álvarez (jefa de sala del 112 Cantabria) y Patricia Fernández (oficina de comunicación de la Policía Nacional).
Eso en la parte cualitativa, pero las cifras también demuestran que hay margen de mejora. Las mujeres suponen una parte mínimade la plantilla en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Según los últimos recuentos, son el 12%en la Policía Nacional y alrededor del 7% en la Guardia Civil. Aunque en alguna de las comisarías por mucho que se busque no aparecerán, los porcentajes son algo más elevados en las policías locales. ¿Por qué? «Quizás porque aquí la movilidad sea menor y no te van a desplazar por toda España. No tengo una explicación, pero puede que a nosotras esa parte nos guste menos», reflexionan.
Las primeras mujeres que tuvieron placa fueron las de Córdoba, donde en 1970 una decena de féminas se incorporó al cuerpo municipal. Poco después pasó lo mismo en otras capitales como Santander. Pero que llegaran no quería decir que lo hicieran en idénticas condiciones. Un ejemplo es que en esos primeros años no hacían patrullas por las noches. Sus superiores pensaban que no eran tan aptas como sus compañeros varones para trabajar esos turnos. Ahora, ellas ya asumen la coordinación en Val de San Vicente o Cartes, donde sus respectivas responsables fueron pioneras.
Y en 1979 juraron cargo las primeras 40 inspectoras de Policía Nacional, seis años antes de que se abriera también la puerta a la escala básica. «Tenemos que hacer un esfuerzo por visibilizar nuestro trabajo porque lo cierto es que se ha dado un salto tremendo. Por lo menos en lo que a nosotras nos afecta, se ha hecho un esfuerzo muy grande para que haya igualdad en el cuerpo. Cuestiones como una diferencia salarial serían ahora mismo un escándalo», defiende Diana Mirones, responsable de relaciones externas de la Jefatura Superior de Cantabria.
Sin embargo, reconoce que todavía asiste a reuniones de coordinación en las que ella es la única entre muchos hombres. O que la lista de mujeres en puestos de responsabilidad es reducida. Una excepción es Pilar Allué, que estando destinada en Santander llegó a ser la primera inspectora jefe, la primera comisaria y la pionera en dirigir a todos los policías de una comunidad autónoma.
Además, la presencia femenina muchas veces se circunscribe a determinadas unidades como las de atención a la mujer y a los menores. Es el caso de Gema Quintana, policía local de Santa María de Cayón. «Yo en Tráfico no recuerdo haber visto ninguna. Ni en antidisturbios...», afirma Lara Alonso, socorrista de Cruz Roja. En su ámbito las chicas son una tercera parte. Paradójicamente, en los programas de voluntariado sí hay equilibrio.
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Ana del Castillo
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