Las filtraciones en los calabozos retrasan el traslado a la nueva sede de la Policía Local de Santander

Han pasado cuatro años desde que arrancaron las obras y dos desde que terminaron. Pero el servicio de la Policía Local de Santander sigue sin trasladarse a su nueva sede, en Camarreal. Llama la atención, sobre todo, porque comparten edificio con los talleres municipales, que hicieron la mudanza el pasado abril. Pero sigue sin haber fecha para los agentes. ¿La razón? Las filtraciones de agua en el sótano del edificio. Concretamente, en los calabozos. Desde la Asociación de Policías Locales y Bomberos (APLB), su portavoz, Carlos Martínez, apunta a «inundaciones», mientras el concejal de Fomento, César Díaz, matiza que se trata de unas «humedades» que ya se están resolviendo. El edil añade que también falta «algún remate» como la colocación de cámaras de seguridad o la llegada de los equipos informáticos, por lo que no se descarta trasladar el servicio por partes según vaya instalándose el material que necesita cada departamento.

La puesta a punto del edificio está «más o menos encarrilada», asegura Díaz, y desde el Ayuntamiento están en contacto con la constructora para dar soluciones a los últimos detalles. Además de las filtraciones en los calabozos, el agua ha dado algún quebradero de cabeza más en el edificio. De hecho, un fallo en el saneamiento, sumado a las lluvias, obligó a adquirir una bomba para extraer el agua. «Pero eso ya está resuelto», explica el concejal. También está ya terminado «el gimnasio, las oficinas y las salas de atestados», concreta.

Desde APLB pintan peor la situación y señalan «problemas serios» de humedades en toda la planta subterránea del edificio, desde los calabozos a la galería de tiro. Martínez también recalca que les parece «raro» que un edificio recién construido «tenga estos problemas de canalización». Pero para el policía esto es solo «uno más» de los problemas que arrastra el servicio, al que suma los fallos de las emisoras y la «parálisis» de los procesos para ampliar la plantilla.

Con el asunto de las emisoras «no dan con la tecla», lamenta Martínez. «Pusieron más repetidores, pero no sirvieron de nada, seguimos haciendo uso de nuestros teléfonos personales para poder comunicarnos con nuestros compañeros». El problema para él está claro: «El dinero». «Fuimos a La Rioja porque el sistema que iba a instalarse en Santander era el mismo que el de Logroño. Allí habían invertido más de un millón de euros, aquí 220.000 euros». El sistema da fallos «desde que se instaló, hace seis años». «Antes utilizábamos otro que además le salía gratis al Ayuntamiento porque dependía del Gobierno de Cantabria y funcionaba perfectamente», recuerda.

Otro de los problemas que señalan desde la APLB es la parálisis del proceso para ampliar la plantilla. «La pandemia no puede ser excusa porque otras plazas, como las de Policía Nacional o Guardia Civil, sí se han resuelto. Aquí no hay nada de información». Tampoco hay promoción interna «y faltan mandos altos e intermedios, como subinspectores», recuerda Martínez. Pero la lista sigue con las horas extra: «Después de lucharlo nos han pagado las de septiembre, pero nos faltan las acumuladas desde abril a agosto».

Una de las últimas quejas que suma al servicio es la falta de chalecos antibalas. Cuando parecía que el problema se resolvía, también se ha paralizado. «Después de años pidiéndolo por fin íbamos a tener cada uno nuestro chaleco, ya nos habían tomado medidas y todo». Pero el proceso de adjudicación se ha paralizado. «Hace escasos días hemos recibido el aviso». Según han trasladado a los agentes, una de las empresas que participó en la licitación ha presentado un recurso contra los pliegos.

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