Flores, huesos de santo y buñuelos de viento por Todos los Santos

En Flores Valdecilla, en sus dos establecimientos, situados en el hospital del mismo nombre y en la calle Padre Rábago, en Santander, no hay tiempo ni para pensar en el cansancio. Julio Escalante, su propietario, explica a El Diario Montañés que estas fechas «son las más importantes para el mundo de las flores. No hay mayor demanda que en esta campaña».

En sus cámaras frigoríficas hace días que cientos de claveles (sobre todo rojos y blancos), margaritas y lirios esperan su turno para convertirse en un centro de nicho o en un ramillete para los jarrones de las lápidas.

Escalante indica que «siempre traigo las flores de fuera, porque las de Holanda (de donde vienen mis margaritas) y las de países sudamericanos, como Ecuador (de donde son las rosas y claveles) duran mucho más que las que se adquieren en España».

La única diferencia respecto a otros años, apunta Escalante, es «que la gente no ha sido tan previsora como en otras ocasiones, y eso no nos ha venido tan bien. Los clientes han esperado hasta el último momento para hacer sus pedidos. Yo creo que se debe a que como este año no hay puente, las familias no han organizado, hasta última hora, las visitas a los cementerios. Unos ya han ido el pasado fin de semana y otros lo harán estos días».

Una situación similar están viviendo en la floristería José Pérez, situada en el Mercado del Este, también en Santander. Su encargada, Isabel Ruiz, subraya que llevan «diez días preparando ramos y centros de nicho». En cuanto a las variedades de flores, apunta a los clásicos claveles, margaritas y gladiolos como las más demandadas. «Los únicos que innovan son los jóvenes, que meten algo de eucalipto o que directamente nos encargan lo que pedirán para adornar sus propias casas».

Para mantener las flores lo más frescas posibles, recomienda dos trucos: «Antes de poner las flores en agua, corta los tallos al bies, pero justo antes de meterlos en los jarrones; de lo contrario, aunque sea solo diez minutos antes, no servirá de nada. En cuanto a los centros, sumergir las esponjas en agua».

Un momento dulce de estos días no tan alegres para muchos es el que proporcionan las confiterías y pastelerías, con sus tradicionales huesos de santo o buñuelos de viento.

Desde la pastelería Sucre, en la capital cántabra, Borja Cuesta relata que estos días sus escaparates se llenan de estos típicos dulces, que solo varían con los rellenos de los buñuelos (unos de crema y otros de trufa o nata). Pero desde hace unos años, junto a los huesos y los buñuelos «hay todo un repertorio de pastelería con un guiño a Halloween. A los niños les encanta venir a por las galletas con dibujos de telaraña o simulando sangre».

Mientras, en la pastelería Rego de Liérganes, Ramón Diego Rego despacha sus dulces «como si fuera un domingo o día festivo más. No hay demasiada demanda de estos dulces, ya que no tanta gente se reúne a comer junta. No es como en Navidades, con los roscones. ¡Eso sí que es una locura!».