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La flota pesquera del Cantábrico, y por extensión la cántabra, está apurando la costera del bonito en una atípica temporada en que se da la circunstancia de que la mitad de la cuota permitida anual está todavía sin pescar. La lejanía de los bancos, ... así como su fragmentación desde casi el comienzo del verano, han dado lugar a la situación actual. Un contexto en el que a muchas embarcaciones ya no les merece la pena partir largas millas al oeste o rumbo a aguas inglesas en pos de los cardúmenes.
En cifras aproximadas, restan por capturar unos 12 millones de kilos, según confirma Agustín Trueba, presidente de la Cofradía de Pescadores de Santander. Según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura y Pesca, para la actual campaña se acordó un cupo anual de 24.495.970 kilos, por los 18.805.420 de 2023. Un incremento recibido en su momento con satisfacción por los cabildos, pero que de momento no ha podido ser absorbido en las lonjas.
Así las cosas, la flota exprime estas semanas de septiembre con mucho margen aún por pescar y consciente de que este año no se completará dicho límite. Al cierre de agosto solo se había consumido el 48% del total habilitado después de pasar página a los tres meses más importantes de la costera.
«Este año ha salido muy lejos y disperso. A día de hoy hay algún barco descargando en A Coruña y parece que el bonito se encuentra más al norte, en aguas británicas», insiste Trueba. De ahí que las diferentes cofradías estén «intentando estirar todo lo que se pueda» dicha campaña, toda vez que el sector se encuentra a día de hoy en «unos meses de transición. Si no vas a bonito, ¿a qué vas?», se pregunta el portavoz.
Esa escasez de bonito durante el verano, particularmente de un tamaño grande capturado de forma constante y regular, ha llevado a un precio medio durante estos meses del entorno de 6 euros el kilo. «Mejor que el año anterior», abunda Trueba.
En cuanto a la cantidad descargada, «en Cantabria ha habido menos. Los bancos han estado más en el oeste, de ahí que en puertos como Gijón se haya descargado más». En la región, como todos los años, ha sido Santoña la lonja que ha acaparado un mayor volumen.
En estos últimos coletazos, más dificultades. No solo la distancia, en algunos casos poco atractiva para los barcos en términos de rentabilidad, sino igualmente el riesgo de una meteorología cambiante que amenaza con tormentas repentinas en las que nadie quiere verse atrapado.
El bonito entró en el Cantábrico a principios de junio. Los primeros compases de la costera se adelantaron respecto a la pasada campaña. En las jornadas iniciales los barcos de cacea subastaron pequeñas cantidades, dosificadas en el tiempo y a unos precios atractivos para el sector. Todo se vendió para el mercado de fresco. Después hubo un parón hasta el Carmen, a mediados de julio, momento en que antaño arrancaba esta costera y que este año fue cuando la faena volvió a intensificarse. A día de hoy, la flota prevé seguir pescando al menos hasta octubre.
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