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Los guardiamarinas del buque-escuela 'Juan Sebastián Elcano' despliegan el velamen desde los palos. DM
La forja de los nuevos marinos

La forja de los nuevos marinos

Los guardiamarinas simbolizan el futuro de España, y, si al zarpar eran sólo jóvenes alumnos del 'Elcano', se habrán hecho gentes de mar al regreso

alberto gatón, capellán de 'elcano'

Lunes, 16 de abril 2018, 07:22

Amanece, y desde la cofa del trinquete (tras el bauprés, el mástil más a proa) en el 'Juan Sebastián de Elcano' escuchamos el grito: «Tierra a la vista». Ha sido un mes de cruce del Atlántico duro por los temporales y la mala mar, con numerosas maniobras generales (voz por la que se organiza todo el barco para, por ejemplo, virar y desplegar el aparejo de las velas), en las que la dotación ha dado lo mejor de sí con destreza y entrega. Su profesionalidad hace que nuestro buque-escuela sea un referente para las demás marinas de guerra. Suena «tierra a la vista», y nuestra mirada clavada en el horizonte evoca la de nuestros antepasados, quienes nos precedieron en el combate, físico con la fiereza de la naturaleza y mental frente a la infinitud del Océano.

Pero además de un magnífico velero que surca los mares, el 'Elcano' es también una embajada flotante del Reino de España, espejo de diplomacia y esencia de nuestra patria allá donde ondeamos la bandera nacional. Asimismo, y a sus noventa años, es un navío capaz de participar al más alto nivel en esta regata 'Velas 2018 Latinoamericanas', decano militar de las fragatas, bergantines, goletas y galeras del resto de naciones. Embajador y navegante, dos realidades del 'Juan Sebastián de Elcano' a las que se suma su razón de ser: centro de formación integral de los futuros oficiales de la Armada española como militares y humanistas, para hacer de ellos gentes de mar y marinos de España.

Nuestros guardiamarinas simbolizan el futuro de nuestra nación, plural en sus ciudadanos pero con una identidad compartida en la Historia. En su corazón late la España de piel dorada, recio mirar y firme porte: la marinera. Las costas de nuestra patria albergan villas y puertos donde la llamada marina, la entrega a la bandera y el espíritu de aventura, forjan almas que tratan con la mar sin bajar sus ojos ante su glauca mirada de agua y sal. España es inseparable del diálogo con los océanos. Y si para escribir la historia los imperios han dominado los mares, la Armada española ha redactado las más valientes y hermosas páginas en el duelo de hombre y mares, piélagos y océanos, redactadas con la sangre de quien en sus románticos ideales se juega la vida en desigual lid con la naturaleza.

Marina de guerra

Desde los inicios del Derecho marítimo por el 'Nomos Nauticos', muchos marinos inscribieron su nombre en las páginas de la historia. Empero, a pesar de las gestas de fenicios, griegos o vikingos, o más cercanas de portugueses y británicos, ninguna flota puede medirse con nuestra marina de guerra. Baste recordar quién derrotó al turco y al pirata del Mediterráneo, descubrió y hermanó América y las Indias con Europa, circunnavegó por primera vez la Tierra, unió los océanos Pacífico y Atlántico o cartografió las corrientes ignotas y los desconocidos vientos en cartas geográficas. Eximia Armada española, hoy representada por este buque-escuela 'Juan Sebastián de Elcano', donde escribo estas líneas, con marejadilla y bonacibles alisios, después de cruzar a vela el ecuador atlántico.

Quienes componen nuestros Ejércitos, incluidos sus líderes, se educan personal, humanística y militarmente en las Academias y Escuelas castrenses al servicio de España. Con esta meta, para que sus alumnos aprendan a ser marinos, nuestra Armada tiene uno de los más bellos barcos: el 'Juan Sebastián de Elcano', bergantín-goleta del que Colón, Núñez de Balboa, Juan de Austria, Churruca o Elcano se sentirían orgullosos al guiar su caña, con el velamen desplegado mientras su proa corta los mares que ellos domesticaron al servicio espiritual, militar y comercial de España.

Para esta finalidad académica cada año el 'Elcano' realiza un crucero de instrucción en el que los alumnos aprenden, entre otras materias, astronomía, ciencias del mar e ingeniería naval, derecho marítimo, inglés o diplomacia. Y, además, se forjan como marinos al compartir alegrías y tristezas, tempestades y días de sol, añoranzas de los seres amados y cansancio físico y mental, mientras estudian vientos, corrientes y estrellas con el sextante y las cartas en demanda de la mejor derrota.

Formación militar, espiritual, intelectual, social, física y personal que en tercer curso de carrera afrontan los guardiamarinas de la Armada española. Militar, al servicio de España. Espiritual, rezando cada ocaso la dotación al Señor de la calma y de la tempestad. Intelectual, colmando el ideal del soldado Calderón de la Barca cuando glosa que lo humanista y la virtud hacen del militar español al tiempo que guerrero, sabio. Social, al representar a España en actos y recepciones internacionales. Física, en la brega con la mar cada maniobra general, cuando dotación y alumnos suben hasta la cofa y la galleta de los mástiles para desplegar las velas al viento favorable o recoger el aparejo cuando la tormenta acosa. Y personal, porque lo escrito es letra muerta si cada alumno no aprende lo esencial: ser marino de ciencia y militar ejemplar.

Este XC crucero de instrucción cruza los océanos Atlántico y Pacífico, de Europa a Iberoamérica y, por el Cabo de Hornos, Canales Patagónicos y Canal de Panamá circunnavega Hispanoamérica hasta Norteamérica para regresar a España. Y aseguro al lector que quienes al zarpar eran sólo jóvenes alumnos, en el 'Juan Sebastián de Elcano' se habrán hecho gentes de mar y, Dios lo quiera, herederos de los marinos que en los océanos honraron y honran España.

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