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El economista madrileño Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno de España, exministro de Economía y Hacienda, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y expresidente de Bankia, visitará hoy miércoles el Ateneo de Santander (19.30 horas en directo en la web de El Diario) para ... presentar 'Hasta aquí hemos llegado', un libro que ha escrito con la pluma brillante de su esposa, Alicia, y en el que relata la caída al vacío de un hombre poderoso, él, y cómo descubrió por sí mismo «el otro lado del espejo del Estado» después de haber permanecido más de treinta años en los círculos del poder.
–Los libros que escriben los políticos no suscitan gran interés. Los redactan, o se los redactan, «para la mayor gloria del autor», que diría San Ignacio de Loyola. Pero a veces surge la excepción. Y el suyo ha resultado ser una. El contenido de la obra es revelador y el pulso narrativo es excepcional.
–Muy agradecido.
–Me va a perdonar pero eso solo puede obedecer a dos razones; a que detrás del Rato banquero hay un escritor por descubrir o a que está Alicia González, que además de su esposa es periodista.
–Más bien es la segunda razón. Es verdad que la historia la pongo yo, aunque ella también la vivió, pero es Alicia la que ha contribuido decisivamente a darle forma a este relato.
–¿Cómo interpretar el título? ¿Como un 'no trago más' o como un 'he hecho cuanto he podido'?
–Pues quizá caben las dos interpretaciones. Según el momento, como un signo de hartazgo o como un signo de agotamiento. No sé. Que cada cual lo interprete como quiera.
–¿El libro emerge de su necesidad de contar su verdad?
–La mía es una historia muy contada –lo de Bankia, lo de las tarjetas, mi detención, los registros, el juicio, mi entrada en prisión...– sobre la que el único que no había opinado aún había sido yo. Por eso, en un momento dado, pensamos que era necesario dar nuestra versión de lo sucedido, contar lo que nosotros, que somos los que en realidad conocemos los detalles de esta historia, hemos vivido.
–El libro vio la luz en mayo.
–Justo después de las elecciones autonómicas y municipales. No queríamos hacerlo coincidir con ninguna contienda política, pero, ya ve... el hombre propone y Dios dispone.
–O sea que lleva en la calle tres meses largos.
–Así es.
–¿Le consta que quien usted quería que lo leyera lo ha leído ya?
–No. Pero lo que sí me consta es que nadie ha discutido lo que yo afirmo en ese libro.
–'Hasta aquí hemos llegado' narra con todo lujo de detalles el terremoto personal que, según remarca, desata un error. «Cuando llevaba un mes al frente de Caja Madrid cometí un error que nueve años después daría con mis huesos en la cárcel», dice. ¿Qué error fue ese?
–Bueno, pues cuando me dieron una tarjeta de crédito y me dijeron que estaba «ok con Hacienda» no preguntar qué quería decir eso de «ok con Hacienda» sino dar por supuesto que era así.
–Pero oiga, señor Rato, usted fue banquero, y ministro de Economía, y director gerente del Fondo Monetario Internacional... No era un anciano al que le estaban colando unas preferentes. ¿Cómo un hombre como usted pudo cometer ese error?
–Ya le digo. Me dieron una tarjeta, me dijeron «ok con Hacienda» y yo pensé... pues estos señores, que son profesionales... porque le recuerdo que yo estaba hablando con directores generales de una Caja con 150.000 millones en activos... si me dicen que está «ok con Hacienda» entonces es que está «ok con Hacienda», ¿no? Ademas, por aquel entonces, yo tenía en Caja Madrid una lista muy considerable de problemas que ocupaban todo mi tiempo. Y, por otro lado, en ese periodo, nadie me comentó que eso había que mirarlo porque no estaba bien hecho o porque era una práctica digamos que discutible. Nadie, nadie, me dijo nada. Sí. Yo podía haber desconfiado de todo, pero no lo hice... Y tampoco creo que se pueda hacer fácilmente. Cuando llegas a la presidencia de una entidad de semejante calibre, si no te crees ni una sola palabra de lo que te dicen los que te rodean, pues...
–¿Se siente, como dice en el libro, el chivo expiatorio de la crisis financiera?
–Lo digo en el libro y lo puedo repetir porque no me arrepiento. La foto de la entrada en la cárcel era la mía. Se trataba de que esa fotografía tenía que ser la mía. Porque una vez que Miguel (Blesa) no estaba, la fotografía de la entrada en la cárcel era la mía. Esa foto había que conseguirla... y se consiguió.
–También dispara contra los que cree que fueron responsables de su estrepitosa caída al barro. Hay políticos, jueces, fiscales... ¿No cree que la vanidad también fue uno de ellos?
–Es posible. La vanidad, el orgullo... No lo sé. Es posible. Yo no soy un santo, ni mucho menos. Este libro recoge algunas citas, y hay una que dice «Los dioses ciegan a los que quieren perder». Los seres humanos, y yo lo soy, cuando estamos en racha a veces nos sentimos demasiado seguros de nosotros mismos, ¿no? Reconozco que me pudo pasar. Pero, vamos, se supone que la Fiscalía Anticorrupción no debe juzgar si estás más o menos crecido sino si tus hechos son o no constitutivos de un delito y comprobar que sus escritos están fundamentados jurídica y fácticamente. Y eso no siempre es así. Pero ni conmigo ni con otros. La mía no es una historia excepcional. ¿Más conocida que otras? Seguramente. Pero no la única. Y la actuación de la Fiscalía Anticorrupción en España deja mucho que desear en cuanto a garantías, ¿eh?
–Hay otra cita llamativa. Es de Marx. De Groucho, no de Karl. «Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien».
–Capítulo cuarto, sí.
–¿En quién pensaba?
–Bueno. No quiero ir más allá. Que cada cual extraiga sus conclusiones.
–Y esta siguiente es suya propia. «Aprendí que la Justicia en España no es que no sea ciega, es que es distinta según quien seas».
–Sí. Lo es. Mírelo. Podría ponerle otros ejemplos pero basta con el mío. Yo reparé el daño causado antes incluso de que empezara la instrucción y nunca se me tuvo en cuenta. Y en cambio a otras 65 personas, sí.
–¿Cómo puede un hombre amortiguar una caída desde tan alto?
–Pues mire usted, porque nuestro sentido de la supervivencia es inmenso.
–¿Tanto como para sobreponerse a «amigos que antes te han llevado en andas y ahora te apuñalan por la espalda sin ningún escrúpulo»?
–¿Eso quién lo dice?
–Usted, en su libro.
–Bueno, el ser humano es así.
–¿Qué pesa más sobre usted; la traición o la liberación?
–Espero que la liberación.
–¿Qué ha aprendido de esta experiencia?
–Que hay que vivir con lo que necesitas y no con lo que tú crees que te mereces.
–¿Habrá una segunda parte, o 'Hasta aquí hemos llegado'?
–El futuro está por escribir.
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