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Cantabria experimenta una peculiar posición fronteriza en el mapa de la dinámica de población en España. Es una zona de contacto entre la vitalidad de lo ibérico-pirenaico, alimentado por Francia y el Mediterráneo, y la profunda decadencia demográfica que se registra en una ... amplísima franja extendida desde el interior gallego, en el Noroeste, hasta las sierras del Sureste que forman el borde mesetario sobre la huerta levantina. Con excepción sola de Madrid, las demás provincias de la Franja van quedando reducidas a las conurbaciones de sus capitales y alguna que otra villa de antiguo esplendor, quedando el resto en pueblos silenciosos, de poca gente y difícil mantenimiento. Es una España que irá necesitando una repoblación casi tan importante como la de la Reconquista, cuando el vacío dejado por cada receso musulmán era ocupado por colonos venidos del norte.
¿De dónde puede venir esa necesaria repoblación? No de las familias indígenas españolas. Ni la cultura ni la economía están ya para proezas natalicias. Ni los mediterráneos se harán esteparios de pronto. Así que necesario mirar a las fuentes externas de inmigración. ¿Dónde sobra o va a sobrar gente? Es claro que África o Hispanoamérica serán origen de nuevos movimientos, pero quizá no es tan señalada habitualmente la presión de Europa occidental. Francia superará a Alemania en población a mediados de este siglo. Puede que registren alguna dificultad en dar oportunidades a todo el mundo. La pertenencia común a la UE y el acercamiento en estándares de vida facilitarán la llegada de franceses excedentes. Que quieran ir espontáneamente a la Franja donde el homo sapiens está desapareciendo, es otra cosa. Mucho frío en invierno y mucho calor en verano.
También van a sobrar ingleses. No creo que el Brexit logre frenar la presión demográfica sobre el sur británico, que acabará siendo insostenible. Londres es la locomotora, pero también la saturadora. Ya los precios de la vivienda son abusivos. Aumentar la oferta no puede hacerse sin perder la calidad del territorio y los valores del 'countryside'. Algo semejante puede decirse de Bélgica y sobre todo de Holanda, colmena humana donde no cabrá un alfiler.
Igual que se trajeron flamencos a fundir cañones en La Cavada y Liérganes, se podrán traer a resucitar Castilla, León, Galicia o La Mancha. Otros candidatos claros, en los que nunca reparamos, son los irlandeses, afectados por ciclos expansivos debido a su inveterado catolicismo de costumbres y a los efectos de la 'Guinness'. De hecho, muchos de estos países ya nos están enviando gentes, pero son sus jubilados y buscan el calorcito mediterráneo o canario.
La clave de si Cantabria será absorbida fatalmente por la Franja, necesitada de invasiones normandas, no se halla tanto en convertirnos en el apéndice occidental de Vizcaya, como en dar vitalidad a Campoo y conectarlo con Burgos por tren y autovía, al tiempo que se moderniza la línea con Valladolid-Madrid. Las fuerzas vivas burgalesas son muy sensibles a estas cuestiones, conscientes de las 'calvas' demográficas que desertizan gran parte de la provincia. Hay inocultables resentimientos (en infraestructuras y universidad) hacia 'Valladolid', no la ciudad misma, sino el centro de gravitación autonómico, trasunto del gran remolino de absorción en que se ha convertido Madrid con sus enormes ciudades satelitales.
Como segunda residencia de los afortunados de la Franja, o primera de los afortunados de Vizcaya, Cantabria irá tirando, pero no es plan.
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Ana del Castillo
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