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En todo gran proyecto el empeño conjunto y la sintonía entre las personas implicadas es clave de éxito. Una demostración es el tándem configurado por ... el empresario y editor José María Lafuente y el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Su mirada compartida sobre el arte fructificó recientemente en el acuerdo de compra del Archivo Lafuente y, por ende, en el desembarco del centro asociado del museo nacional en Santander. Todo ello fundamentado en el «encuentro entre dos realidades, dos escalas distintas, que crean una nueva». Dentro de unos días el Ayuntamiento dará a conocer los detalles del proyecto destinado al antiguo inmueble del Banco de España. Director desde enero de 2008 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Mncars), al desarrollo y reordenación de la Colección, el planteamiento sistemático de una serie de exposiciones de tesis y la puesta en marcha de una estructura internacional de museos en red, suma ahora la operación de compra del Archivo santanderino que, además, genera un espacio inédito del Museo fuera de Madrid. Reconoce que durante el proceso «hubo momentos duros», pero cree que todo es fruto del consenso. Elogia la inteligencia y sensibilidad de Lafuente y, entre sus objetivos, está el de seguir reforzando los lazos con el arte latinoamericano.
-Valor y precio, una ecuación que siempre tiene algo de perversa. ¿Cómo se aplica a la hora de estimar la operación de compra de un fondo como el del Archivo Lafuente?
-El valor del archivo en estos momentos es incalculable por los tres elementos inherentes a él: contiene cosas que ya no pueden conseguirse; de poder hacerlo con este dinero solo podrían encontrarse pocas y determinadas piezas y, en tercer lugar, hay que catalogar, inventariar... toda una serie de labores obvias que el Archivo ya las tiene por el trabajo realizado en estos años. Por tanto, la relación valor precio debe tener en cuenta todos estos factores. Y, por supuesto, lo más llamativo es que de los cerca de 140.000 elementos que integran ahora el Archivo, los más de 20.000 originales son los que marcan la diferencia. A veces utilizamos la terminología del arte contemporáneo y resulta engañoso porque la gente piensa en documentos, cartas, pero es mucho más que eso. En el Archivo Lafuente hay una parte del siglo XX que no se encuentra habitualmente. Y hay otra a la que el Reina Sofía ya ha llegado tarde, como la parte soviética, y todo eso está aquí ya incluido.
-José María Lafuente continuará adquiriendo nuevas piezas y fondos. Pero hay una frontera desde que se ha cerrado el círculo con el Estado y el Museo. ¿A partir de ahora qué?
-El Archivo no se queda aquí. Esta es la piedra angular a partir de la cual se seguirá trabajando. Hay dos grandes instituciones en el mundo en este sentido, MoMa (el Museo de Arte Moderno neoyorquino) y Pompidou, y ahora el Reina, con lo que tenemos y con la incorporación del Archivo Lafuente, está en ese mismo nivel. Incluso me atrevo a decir que estamos por encima en algunos aspectos y áreas.
-El acuerdo de la compra del Archivo, firmado hace diez días en Heras, establece el final del pago en 2032. ¿Caben nuevas operaciones de futuro?
-Si José María Lafuente sigue comprando, como parece, tendremos que ver desde el Reina y desde el Estado en el futuro posibles nuevos acuerdos o fórmulas. Afortunadamente las grandes colecciones en arte contemporáneo no se acaban nunca.
-En el camino han existido trabas y obstáculos de todo tipo, ¿pero también cabe hablar de enemigos que han intentado torpedear la intención del Reina?
-No tantos enemigos como a veces se piensa. Ha existido mucho consenso, solo que los tiempos de las personas no son siempre los plazos de las instituciones y Administraciones. Como dinero público eso exige toda una serie de garantías, de atrás hacia adelante, e informes de abogacía y de la junta de calificación, Patronato del Reina, cuestiones de presupuesto... A lo largo del proceso hubo como es lógico algunas dificultades de carácter político con los cambios de gobierno. Sin embargo, lo importante es que todo se fue solucionando, con la voluntad y complicidad por parte de todos los implicados desde el inicio de las negociaciones, hace ya unos 13 años con la intervención de José María Lassalle (entonces secretario de Estado de Cultura) desde el Museo. Que esto se haya conseguido en aproximadamente una década en términos de tiempo de una persona puede parecer una eternidad, pero en tiempos de administración o públicos, no lo es tanto. Y sobre todo porque, en paralelo, hemos ido trabajando conjuntamente. La colección, de hecho, ya está reflejada en el Reina a través de muchísimos documentos.
-¿Cómo se plasmará la presencia del Reina Sofía en el centro asociado de Santander?
-Estamos, poco a poco, perfilando y planificando. Habrá seguro una o dos exposiciones anuales temporales, dependiendo del tamaño. Pero hay dos cosas fundamentales. Tras la pandemia y con la guerra actual, todos nos hemos jurado que se dejarán de hacer exposiciones de espectáculo y de grandes dimensiones y apostaremos por enfatizar la investigación, los procesos. Una de las características del Archivo es que se tiene que activar. Un papel en una vitrina está muerto. Cuando lo activas, mueves todo lo que hay alrededor. Y el Archivo implica investigación siempre. Cualquier muestra que esté aquí tendrá ese carácter. Pero para que nadie se asuste, porque se asocia investigación a aburrimiento, no será así, ese no deja de ser uno de esos lugares comunes que se nos imponen y que son falacias.
-¿Si el Museo Reina Sofía hubiera tenido otra dirección en estos años, también hubiese salido adelante un acuerdo de esta naturaleza?
-Quiero creer que sí porque el proceso me parece evidente que así lo indica. En este caso la conclusión es que todo ha sido fácil porque hay una sintonía entre lo que es el Archivo y lo que el Reina está haciendo y eso ha ayudado al consenso político. En todo momento hemos seguido trabajando de manera muy fluida con José María Lafuente para ir avanzando en los contenidos que nos competen.
-Es curioso pero, a estas alturas, como crítica, continúa hablándose de que la presencia en Santander del Reina es un formato de franquicia...
-No es así, aunque se siga diciendo desde algunos sectores. Primero porque siempre he estado en contra de la franquicias. No se trata de que el Reina viene y trae sus cosas, sino que el museo establece un diálogo con algo que ya existe. Por tanto es otra cosa completamente diferente. Y prefiero no usar el concepto de marca. Siempre he sido más partidario de hablar de centros asociados ya que implica siempre el diálogo, la asociación y una relación de dos direcciones: se habla, pero también se escucha; se propone y, al mismo tiempo, se interpela. Ha primado en este tiempo el deseo de trabajar con un archivo muy específico y de compartir y poner en común saberes e intereses distintos. La institución grande aporta una mayor capacidad de proyección, más complejidad y un recorrido más amplio; pero la pequeña contribuye con su especificidad y concreción. En esta relación para nosotros es muy importante mantener la noción de servicio público. Da igual que las obras o los recursos tengan un origen privado o sean estatales o municipales, el carácter público de nuestras actividades y acciones está siempre presente.
-En esa actuación conjunta, ahora ratificada por el acuerdo final, ¿hacia dónde irán las actuaciones conjuntas?
-Una de las cosas de futuro en la que ya estamos trabajando es en los archivos de arquitectura, lo que resulta importante. Otra línea es el trabajo con Latinoamérica pero que mira mucho a Europa; hay dos Latinoaméricas, y una de ellas es la afrodescendiente, muy potente, que genera muchos materiales con una rica tradición oral. Y, por supuesto, está toda la cuestión indígena.
-Lafuente reconoció que en una ocasión estuvo a punto de romperse el proceso. ¿En su caso estuvo cerca de arrojar la toalla?
-Si uno ve la trayectoria de mis quince años en el Reina queda claro que a testarudo no me gana nadie. Ha habido momentos duros pero creo que para mí ha sido más fácil que para José María porque conozco esos tiempos de la Administración de los que hablaba antes. Puede llegar a ser desesperante pero la colaboración en este caso siempre ha conllevado un acuerdo conjunto.
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Ana del Castillo
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