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C uando falla el candidato solvente que todos querían, salen otros seis que ni despiertan gran entusiasmo ni disipan las dudas sobre su capacidad de ... liderazgo para rescatar al PP de la crisis. La decepción aflora entre la militancia después de que Alberto Núñez Feijóo renunciara al desafío de suceder a Mariano Rajoy. El objetivo esencial es tumbar a Pedro Sánchez en las urnas cuando toque y recuperar el Gobierno central, aunque a once meses vista espera la prueba de fuego de las elecciones autonómicas en las que el PP cántabro puede verse superado, por vez primera, por el PRC de Revilla.
Como prueba elocuente de la poca motivación de los afiliados ante el congreso extraordinario, las cifras de inscritos para votar el 5 de julio. En toda España, 66.000 de los 860.000 censados. En Cantabria, 1.500 inscritos de14.000, un 10,7%, lo cual supera en tres puntos largos la media nacional. Ni los aspirantes levantan pasiones ni tampoco alienta la movilización ese sistema según el cual el pronunciamiento de los militantes puede ser corregido en segunda instancia por los dirigentes y 'patanegras' que acudan como compromisarios en el congreso, tal como sucedió el año pasado en Cantabria en la pugna entre Ignacio Diego y María José Saenz de Buruaga. Pero ese es el modelo de primarias tuteladas que en su día escogió el partido.
Tres aspirantes, tres, en las quinielas: Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal, que vienen de conspirar una contra otra en la primera fila de la corte de Rajoy, y Pablo Casado, cuya imagen encarna mejor la renovación, aunque tenga sus orígenes en la era Aznar. Y además tiene un problema de salida con sus certificaciones académicas. El pronóstico es incierto. Una hipótesis con fundamento es que si el pleito no se resuelve en la primera vuelta y Casado logra meterse en la final a dos puede ganar el congreso con el respaldo de la que se haya quedado en el camino entre las otras dos dirigentes enfrentadas.
Cinco de los seis candidatos han apalabrado actos de campaña en Cantabria: García-Hernández el viernes, Cospedal ayer, García Margallo, Casado –con familia en Santander–, y Sáenz de Santamaría, a lo largo de esta semana. Cabanes, de momento, no está en la agenda. La dirección regional del PP se ha declarado neutral en la primera fase del proceso. La presidenta, María José Sáenz de Buruaga, ha hablado ya con todos y les acompañará en los actos.
Esta imparcialidad inicial viene aconsejada por la prudencia: evitar que se reabran las heridas producidas en el congreso regional del año pasado. Pero a partir de la votación de los afiliados del día 5 y hasta el congreso del 20 y 21 a lo mejor los dirigentes tendrán que mojarse. El más importante paladín del oficialismo, Íñigo de la Serna, es un firme baluarte de quien fue su vicepresidenta en el Consejo de Ministros, Soraya Sáenz de Santamaría, y eso se tiene que notar en el posicionamiento del PP cántabro en la pugna interna. También su sucesora en la Alcaldía de Santander, Gema Igual, trabaja para Soraya. En la ejecutiva regional hay algún partidario de Casado y no constan de Cospedal. Y el sector crítico ha buscado un espacio a la contra de Sáenz de Santamaría, aunque su cuota en la delegación de 56 compromisarios será más bien testimonial.
Uno tras otro, los seis postulantes proclaman la cruzada para batir a Pedro Sánchez en las urnas, en elecciones anticipadas si el clima político se deteriora lo suficiente o al final de la legislatura. Pero lo que aguarda a fecha fija son los comicios autonómicos y municipales de la primavera próxima.
En Cantabria se ha manejado como verosímil la posibilidad de que De la Serna encabezase la lista regional, sobre todo mientras ha empuñado la potente cartera de Fomento. Ahora esa opción parece más lejana. Hasta que haya una decisión, a Sáenz de Buruaga le corresponde actuar como si ya estuviese confirmada al frente de la candidatura electoral. En el duelo dialéctico con Revilla del reciente Debate sobre el Estado de la Región se mostró más segura y convincente que en el del año pasado, acaso reconfortada por la sentencia judicial que homologa su liderazgo. Además de dirigir las tareas de oposición al Gobierno PRC/PSOE, a Buruaga le toca recuperar la cohesión interna en la medida de lo posible y movilizar al partido para las elecciones. Ya cuenta con la disposición de la gran mayoría de los alcaldes, pero tendrá que hacer una importante renovación de candidatos en los municipios en los que el PP no logró gobernar y aún le faltan bastantes casillas por rellenar.
La principal preocupación está en Santander, el histórico granero de votos del PP y su único gran bastión de poder, que ahora está en riesgo por el desgaste de la alcaldesa Gema Igual a cuenta de proyectos como el MetroTUS. Buruaga cree que Igual ha hecho méritos de sobra para ser candidata y que seguirá al frente del gobierno de la capital, porque el viento político girará a su favor en los próximos meses. Ahora falta que la alcaldesa esté también convencida.
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