
Un futuro laboral sobre raíles
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El operador ferroviario forma en Santander a 16 de los 305 alumnos que aspiran este curso a convertirse en maquinistasMaría Ángeles Ruiz Cagigas se sienta en el puesto de conducción, que está repleto de botones y teclas, con los ojos bien abiertos. Hace las ... comprobaciones necesarias y espera las órdenes del puesto de mando. Conecta el sistema de seguridad –el ya famoso ASFA digital– y, cuando le dan la señal, mueve hacia adelante el potenciómetro para que el tren comience a rodar y abandone la estación de Santander. Es cántabra, tiene diecinueve años y está conduciendo por primera vez un tren de pasajeros, aunque sea en un simulador. Ella, como otros quince compañeros, forma parte de la decimoquinta promoción de maquinistas que forma Renfe en su Escuela de Conducción. En la capital tiene una de las nueve sedes de todo el país. Al nuevo curso se han presentado 2.400 candidatos y sólo 305 han conseguido el acceso. En el horizonte, afirman desde la compañía ferroviaria, una de las salidas laborales con mejor futuro: «El sector demanda cada vez más maquinistas».
Pedro Borja González, en cambio, nació en Córdoba, pero eligió Santander porque conectaba más con su estilo de vida, «muy ligado a la naturaleza». Las clases comenzaron este lunes y se desarrollarán hasta mayo del año que viene. Por eso tendrá tiempo, además de estudiar, para conocer «las impresionantes montañas de esta comunidad». De ocho de la mañana a tres de la tarde acude a la teoría, que durará seis meses y que también incluye las prácticas con el simulador. Los que consigan aprobar esta parte, saltarán directamente a las vías para acompañar a otros maquinistas y ponerse a los mandos de estos gigantes vehículos, mayormente, eléctricos.
Pedro Borja González | Alumno
Ser maquinista de tren no es sencillo. Primero hay que matricularse en un curso de conducción, que en el caso de Renfe, al haber más solicitudes que plazas y ser empresa pública, ha tenido que hacer una selección mediante un examen de conocimientos generales. «Para poder apuntarse hay que tener 20 años al finalizar el curso, aunque se puede empezar antes; académicamente contar, al menos, con el título de Bachillerato o Formación Profesional de Grado Medio, y pasar un reconocimiento psicofísico», explica Manuel Ruiz Navarrete, que lleva 38 años formando conductores en Renfe.
Pero a todo esto hay que sumar el precio de la matrícula. Porque no es barata. Cuesta 21.200 euros, aunque desde el operador precisan que es elevada por todo lo que incluye: 650 horas teóricas y 500 prácticas, de las que más de 200 –insisten– son de conducción efectiva. «Lógicamente, es una de la trabas. Yo he puesto en una balanza todos los pros y los contras. Lo veo como una inversión, y me renta. El día de mañana me veo como maquinista de Renfe», afirma Borja.
Matricularse en el curso de Renfe no es sinónimo de éxito garantizado. «Es uno de los fallos de algunos alumnos. Se piensan que por pagar ya tienen el título. Y no es así», zanja Ruiz Navarrete. El primer escollo a superar es el de la propia compañía. Los estudios duran once meses y para poder realizar las prácticas, que supone conducir en compañía de expertos máquinas de verdad, es necesario aprobar la parte teórica. «Lógicamente, necesitamos comprobar que tienen el conocimiento adecuado de todos los requisitos teóricos, que son muchos, antes de ponerse a los mandos de un tren de verdad», subraya el formador.
Manuel Ruiz Navarrete | Formador de Renfe
Superado este listón, viene lo más difícil. Los alumnos tienen que enfrentarse a un exigente examen que realiza la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria (AESF), que es la que tiene las competencias y otorga la licencia y el diploma que hacen falta para ser maquinista. «Nuestro objetivo, en realidad, no es únicamente preparar a los alumnos para que superen el examen de la Agencia. Lo que buscamos es que sean buenos conductores», afirma Ruiz Navarrete. «Estamos orgullosos, porque tenemos un margen de aprobados de entre el 75% y el 80%», resalta.
Las instalaciones de Santander disponen de tres simuladores, dos para los alumnos de la Escuela de Conducción y el tercero para que los maquinistas con la licencia en vigor puedan practicar cada vez que la compañía compra un modelo nuevo de máquina de tren. Además, cada dos años, están obligados a hacer un curso de reciclaje en el simulador. «Tenemos varios recorridos reales, uno de ellos el que va de Santander-Reinosa, y varios modelos de vehículos, que van desde los Cercanías hasta los de Alta Velocidad o los de mercancías. Aquí los alumnos y los veteranos pueden realizar todo tipo de prácticas. Podemos recrear desde situaciones normales a otras con condiciones climatológicas extremas, averías... Así pueden interiorizar y entrenar todo a lo que luego se van a enfrentar», relatan Víctor Irala, jefe Coordinación Territorial de Conducción, y Guillermo de la Hera, técnico de Formación de Conducción.
Mientras ellos se explican, María Ángeles conduce entusiasmada. Hace correctamente la parada en el apeadero de Valdecilla. Abre las puertas, revisa el espejo retrovisor, y las vuelve a cerrar antes de continuar la marcha. «Soy de Orejo y siempre fui al colegio en tren. Quién sabe, quizás el día de mañana sea yo quien lleve a clase a mis vecinos».
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